Wild Things

Pionero en la dirección de películas X en los Estados Unidos, Alex de Renzy supo adaptarse a los nuevos tiempos con películas episódicas, en las que mostraba su capacidad de fabulación y su dominio de la cámara. “Wild Things” es un buen ejemplo del buen hacer del director.

Wild Things. EEUU. 1986.

Actores: Christy Canyon, Ali Moore, Tess Ferre, Kimberly Carson, Patti Petite, Billy Dee, Herschel Savage, John Leslie.

Producción: Alex de Renzy.

Dirección: Alex de Renzy.

Alex de Renzy es, para todos los que, de una manera u otra trabajan en la industria del cine X norteamericano, una especie de padre espiritual de todos aquellos que se dedican al porno. Él rescató las pioneras películas sobre las costumbres sexuales de los daneses y los “smoke films” o cortometrajes licenciosos que se filmaron en los Estados Unidos durante la época de la prohibición. De Renzy fue, además, un extraordinario realizador en la década de los setenta, pero su cine hubo de adaptarse a los nuevos tiempos a partir de mediados de los años ochenta, cuando el cine X cayó en desgracia para la Administración republicana y sufrió su más agria persecución.

Alex de Renzy sobrevivió a los malos tiempos con películas estructuradas en viñetas, un avance de lo que luego serían los filmes de X–Chic, pero tamizados por la estética dominante en sus tiempos. Uno de los mejores ejemplos en “Wild Things”, una película organizada en cinco historias independientes en las que podemos asistir a diferentes tipos de relación sexual, desde el amor entre dos mujeres hasta las fantasías más ocultas de una pareja. Y, como en todo el cine de Renzy, el viejo maestro demuestra que, ante todo, fue un excelente director de cine que trasladó todo su saber a las películas con sexo explícito.

“Wild Things” se rodó a comienzos de 1986, unos meses antes de que el FBI descubriera que Traci Lords había participado en más de medio centenar de películas siendo menor de edad. De hecho, Traci tuvo una participación en el filme, en una sexta viñeta en la que mantenía una curiosa relación de carácter clasista con Jaime Gillis. Pero la acusación de pedofilia que surgió contra la industria cuando se supo la verdadera edad de Lords hizo que la sexta historia de “Wild Things” quedara en el olvido por culpa de la legislación norteamericana. Pese a dicha privación, el filme de Alex de Renzy se conserva hoy en día como uno de los grandes clásicos que dio el porno en la segunda mitad de los años ochenta, la época más problemática para la historia del género.

CHRISTY CANYON

Nacida en Pasadena el 17 de julio de 1966, Christy Canyon inició, en 1984, una prometedora carrera como secundaria del cine X que se vería truncada por primera vez por culpa de su noviazgo con un ejecutivo de la productora Paradise Visual. Pasó cuatro años trabajando como recepcionista y bibliotecaria hasta que, en 1989, volvió al porno con su propia productora. Entre 1989 y 1993, Canyon daría lo mejor de sí en la pantalla, en el momento de la resurrección de la industria, principalmente en los filmes dirigidos por Paul Thomas. Como las leyendas del toreo, Christy volvió a retirarse en el punto más álgido de su fama para retornar, en 1995, gracias a un contrato en exclusiva con la Vivid. En julio de 1996, su último matrimonio, con Jeremy Stone, editor de la revista Adam Film Word, la forzaría a un último abandono de los platós, esta vez definitivo. Actualmente sigue casada con Stone, con quien vive en un barrio residencial de Los Ángeles, y gana medio millón de dólares al año haciendo «striptease» en clubes selectos.

ALEX DE RENZY

Alex de Renzy fue el principal ariete para derribar el portón de la censura que atrapaba al porno americano, pero, al revés que otros pioneros, no se quedó en el quicio esperando que otros sacaran provecho de un campo que él había labrado con su esfuerzo. A partir de 1971, comenzó una fructífera carrera como director de cine X que se prolongaría, con más de un centenar de títulos, hasta 1996, cinco años antes de su fallecimiento, en junio de 2001, víctima de un cáncer de hígado. Durante 25 años, Alex de Renzy supo adaptarse a las exigencias de la industria, desde el porno de autor de los 70 hasta los filmes hechos en vídeo en los 90, pasando por las cintas de “viñetas” de los 80, hasta completar el medio millar de títulos, muchos de ellos de temática 100 % sexual que firmó con el sobrenombre de Rex Borsky.

Publicado en Interviu en febrero de 2006.

WPink TV

Un canal de televisión erótico, dirigido por Ron Jeremy y Christy Canyon, es el principal argumento utilizado por Miles Kidder para parodiar el género televisivo a través de una desternillante comedia que inició una importante secuela de filmes en la segunda mitad de los ochenta.

Wpink TV. EEUU. 1985.

Actores: Christy Canyon, John Holmes, Tamara Longley, Ali Moore, Harry Reems, Ron Jeremy, Mark Wallice, Dallas Miko.

Producción: Michael Philips.

Dirección: Miles Kidder.

Hace más de 20 años, la televisión en los Estados Unidos era muy parecida a lo que podemos ver actualmente en la pequeña pantalla. Miles Kidder, un hábil artesano de la industria que trabajó como director durante la década de los 80, ideó la historia de una pareja –Phil y Cathy- que, cansada de los aburridos programas que veían en la televisión, revolucionan el canal en el que trabajan para ofrecer al público lo que realmente quiere ver.

¿Y qué es lo que el público quiere ver? Pues, naturalmente, sexo. Así, la pareja plantea una programación televisiva en la que el sexo es el elemento fundamental, ya sea en comedias de situación, programas de aerobic, debates o cualquiera de los géneros televisivos que inundan la pequeña pantalla. En la emisión que nos ofrecen Phil y Cathy podemos ver comedias como “Secret Sperm”, unas clases de gimnasia sexual muy últiles para los televidentes o un concurso titulado “Beat the Cock”.

Rodada con la habitual dinámica de producción de mediados de los 80 (pocos escenarios, mucha actividad de los intérpretes, escasos medios técnicos y mucho cachondeo en cada una de las escenas), “Wpink TV” supone la más divertida adaptación de las fórmulas televisivas que ha intentado el porno a lo largo de su historia. La fórmula funcionó, ya que la película tuvo hasta cuatro secuelas en las que se reproducían otros géneros televisivos adaptados a los clichés del cine para adultos.

Pero, además, “Wpink TV” nos proporciona la ocasión de ver en acción a algunos de los grandes mitos del cine X clásico, desde la pareja protagonista, formada por un joven Ron Jeremy y una casi debutante Christy Canyon, hasta leyendas del porno como John Holmes o Harry Reems, en el ocaso de sus carreras, y un jovencísimo Mark Wallice en sus inicios como actor.

CHRISTY CANYON

A la sombra de Ginger Lynn y Traci Lords, Christy Canyon inició a los 18 años una prometedora carrera como secundaria del cine X que se vería truncada por primera vez por culpa de su noviazgo con un ejecutivo de la productora Paradise Visual. Pasó cuatro años trabajando como recepcionista y bibliotecaria hasta que, en 1989, volvió al porno con su propia productora. Dotada de un notable perímetro torácico de origen natural, Canyon daría lo mejor de sí en la pantalla, en los primeros años de la década de los 90, en el momento de la resurrección de la industria, principalmente en los filmes dirigidos por Paul Thomas. Pero volvió a retirarse en el punto más álgido de su fama para retornar, en 1995, gracias a un contrato en exclusiva con la Vivid. En julio de 1996, su último matrimonio, con Jeremy Stone, editor de la revista Adam Film Word, la forzaría a un último abandono de los platós, esta vez definitivo.

MILES KIDDER

Entre 1984 y 1986, Miles Kidder, un personaje que había estado relacionado con la industria del cine X desde años atrás, realizó una docena de películas para la compañía Paradise Visuals en las que aprovechaba la eclosión del formato de vídeo para la filmación de cintas para contar historias sencillas y divertidas, rodadas en un par de días, en las que participaron algunas de las grandes estrellas del porno de mediados de los 80. Kidder inauguró la serie “Wpink TV” y también realizó su secuela, además de otros filmes como “Lust in Space”, una parodia cutre del cine de ciencia-ficción, “Whore of the Worlds”, de ambiente similar al cine fantástico, o “Those young girls”, versión X de “Algunos hombres buenos”.

Publicado en Interviu en abril de 2006.

Taboo

Las relaciones prohibidas entre una mujer de casi 40 años y su hijo de 19 son el centro alrededor del cual gravita «Taboo», una de las películas legendarias de la historia del cine X, que rompió una de las pocas barreras morales que quedaban en el género e inauguró una exitosa saga.

Taboo. EEUU. 1980.

Actores: Kay Parker, Dorothy Le May, Juliet Anderson, Mike Ranger, Betsy Guard, Brooke West, Don Fernando, Gary Eberhart, Holly McCall, Jeff Scott, Jeremia Jones, Jesse Adams, Ken Scudder, Lee LeMay, Michael Morrison, Miko Yani, RJ Reynolds, Sarah Harris, Starr Wood, T.J. Carson, Tawny Pearl, Turk Lyon, Valerie Darlyn.

Producción: Kirdy Stevens.

Dirección: Kirdy Stevens.

Pese a su pretendido carácter transgresor, el primer cine X norteamericano anduvo con mucho cuidado cuando se trataba de poner en pantalla las relaciones sexuales entre miembros de una misma familia. Una película tan libertaria como «Pretty Peaches», por ejemplo, convertía en tragedia el hecho de que una joven alocada e inconsciente acabara practicando el sexo con su propio padre en una orgía multitudinaria. La consigna de «con la familia no se juega» pareció ser una de las máximas que formaban parte del imaginario libro de estilo de los pioneros del porno USA.

Aquellos tabúes de la década de los 70 los rompió, en 1980, «Taboo», una película de mediano presupuesto que, bajo la estructura de comedia familiar, muy acorde con su época, escondía la ilícita relación entre una madre y su hijo adolescente. A partir de los problemas conyugales de una mujer, de edad cercana a los 40, con su marido y su consiguiente insatisfacción sexual, el guionista Rich Marx introdujo el incesto en una historia de lo más convencional para levantar ampollas en la pacata sociedad norteamericana.

Dirigida por el hábil artesano Kirdy Stevens, «Taboo» abrió la veda para derribar uno de las pocas barreras que quedaban por transgredir en el cine X. Su ejemplo, que sería llevado a los extremos de la parodia en la desmadrada serie «Taboo American Style» cuatro años más tarde, encendería también la mecha de una moda que estaría presente en el mundo del porno durante casi un lustro: la presencia de actrices de más de 30 años representando a mujeres expertas en sexo frente a la lozanía adolescente de las más jóvenes. La increíble popularidad adquirida por Kay Parker (36 años cuando interpretó el filme) animó a otras actrices de similar edad, como Juliet Anderson, a relanzar sus carreras profesionales.

«Taboo» fue el origen de una de las sagas más longevas de la historia del cine X. Con el mismo planteamiento (mujer madura se encuentra con joven adolescente), la industria norteamericana ha realizado hasta 17 secuelas de la película original a lo largo de más de 20 años. De ellas, Kay Parker fue protagonista en las tres primeras y tuvo una participación testimonial en la cuarta, la novena y la undécima.

ASUNTOS DE FAMILIA

Durante muchos años, la industria del porno norteamericano tentó con grandes cantidades de dinero a Buck Adams y Amber Lynn para que compartieran un número sexual en una película. Ambos negaron reiteradamente los ofrecimientos no porque tuvieran excesivos reparos en intercambiar fluidos corporales con un actor o con otro. Lo hicieron porque son hermanos en la vida real. No es éste el único caso de relaciones familiares en el mundo del porno: el actor T.T. Boy tiene un hermano que trabaja en el circuito de porno «gay», la familia Weston realizó algunas de las películas más brillantes de los 70 y los 80 bajo el seudónimo de Spinelli, y en los últimos años han aparecido parejas de hermanas gemelas en algunas películas europeas que, en ese caso, sí comparten escenas sexuales.

KAY PARKER

Pese a su sólida formación teatral y a que participó en más de 60 largometrajes X durante los 15 años en que estuvo vinculada al mundo del porno, la británica Kay Parker pasará a la historia del género por su papel de Barbara Scott en «Taboo», donde «hace creíble la película por su buen trabajo actoral y su físico de mujer madura», en palabras del crítico Robert Rimmer. Parker fue una decidida defensora de la actuación dramática en el cine X, por lo que, en 1987, cuando vio que en la industria comenzaba a predominar la vertiente sexual por encima de los aspectos narrativos, tomó la determinación de no volver a protagonizar ninguna escena de sexo en pantalla para asumir solamente los pocos papeles dramáticos que algunos guionistas incluían en los filmes.

Publicado en Interviu en agosto de 2002.

Flesh & Fantasy

Trece años después de su obra maestra, la pesimista «El diablo en la señorita Jones», Gerard Damiano volvió a visitar el infierno con su cine, aunque esta vez en clave de comedia y de la mano de un divertido Ron Jeremy que vende su alma al diablo para gozar del sexo.

Flesh & Fantasy. EEUU. 1986.

Actores: Ron Jeremy, David Scott, Taija Rae, Scarlett Scharleau, Sarah Bernard, Sharon Kane, Marita Ekberg, Satin Summer, Tasha Voux.

Producción: Gerard Damiano.

Dirección: Gerard Damiano.

Pasados sus años de esplendor, cuando pretendía erigirse como un verdadero «autor» en el cine X, Gerard Damiano sobrevivió en los 80 con la añoranza de que cualquier tiempo pasado había sido mejor. Su personal manera de entender el porno exigía la utilización del soporte de cine como condición indispensable para construir imaginativas historias en las que el sexo estuviera presente, aunque tuviera que abandonar las ambiciones artísticas de sus primeros filmes, convertidos en clásicos con el tiempo.

Pero Damiano conservaba en la recámara un particular pesimismo vital que, escondido en un tono de comedia, seguía haciendo de su cine un vehículo indispensable para entender el sexo más allá de un simple ejercicio gimnástico. Sobre esa base, Damiano volvió sus ojos hacia uno de los tópicos más exitosos de sus tiempos gloriosos para, revirtiendo el papel de protagonista, ofrecer una dimensión diferente a su amargada visión del infierno en la tierra. «Flesh & Fantasy» comienza de manera similar, al menos temáticamente, que «El diablo en la señorita Jones», pero en lugar del lirismo del suicidio de Georgina Spelvin dentro de una bañera aquí hay comedia pura y dura, con un Ron Jeremy cenizo y poco diestro en cumplir su siniestro destino.

Con el tono de autoparodia bien delimitado, «Flesh & Fantasy» revisa, trece años después de la tormentosa travesía de la señorita Jones, la relación del sexo con el infierno, en un divertido juego que tiene más de mágico que de trágico. El protagonista (también llamado señor Jones) sólo tiene que pronunciar una palabras mágicas («¡arriba polla!») para tener a su disposición los placeres carnales apetecibles, mientras discute con el enviado diabólico sobre los pormenores de su condenación. Y, saciado de tanto sexo, encontrará el infierno de la misma manera que su homónima años ha: con la ausencia del sexo.

«Flesh & Fantasy» entusiasmará a todos aquellos que encontraron excesivamente negra la visión del mundo de la señorita Jones, pues aquí el sexo nunca tiene ese rictus pesimista que se adivinaba en el clásico de Damiano. Contiene magníficas escenas de sexo (sobre todo la protagonizada por una impagable Taija Rae) y propone un simpático entretenimiento para olvidar que, como dijo Sartre, el infierno son los otros.

EL PORNO EN EL INFIERNO

Debe de ser por la tradición cristiana que sitúa en el infierno el feudo de lo prohibido, pero el caso es que el Reino de las Tinieblas es el tema fundamental en la historia del porno desde su legalización a principios de los 70. Lo era en «El diablo en la señorita Jones», la primera película que relacionaba los dominios del diablo con el sexo, y todas sus secuelas, cada vez más abigarradas en la visión del universo satánico. Lo fue en «Bajada al infierno», una de las películas más personales del italiano Mario Salieri con una Zara Whites condenada a vagar por una Divina Comedia sexual, y lo han sido las últimas versiones que del mito de Fausto ha ofrecido el porno europeo más reciente: la de José María Ponce basada en el personaje de Goethe y la inédita del mismo Salieri con la obra teatral de Christopher Marlowe como referente literario.

RON JEREMY

Cómo un tipo gordinflón y cubierto de pelos por todo su cuerpo ha podido convertirse en uno de los actores más conocidos de la historia del cine X es una irónica pregunta que sólo tiene respuesta en la personalidad de Ron Jeremy. Con su físico antagónico con el prototipo convencional del actor porno, Jeremy ha sobrevivido a generaciones de figurines de gimnasio a base de simpatía, carácter y fiabilidad. De todo ello hay en su encarnación del señor Jones en este «Flesh & Fantasy», donde el orondo neoyorkino ofrece sus mejores registros como actor de comedia. Pero, sobre todo, hay un carisma que ha hecho de Ron Jeremy un personaje emblemático en la California de las estrellas: mantiene una buena relación con muchos actores de cine convencional, ha aparecido en diversas películas de Hollywood y es, probablemente, el actor en activo más respetado por la industria.

Publicado en Interviu en mayo de 2002.

Roommates

Considerada la película que dio a conocer el mundo del cine X a un público poco habituado a ver sexo explícito en el cine, «Roommates» es la obra maestra del director Chuck Vincent, un infatigable luchador por la normalización del porno como un género cinematográfico más.

Roommates. EEUU. 1982.

Actores: Samantha Fox, Jamie Gillis, Veronica Hart, Kelly Nichols, Gloria Leonard, Jerry Butler, Bobby Astyr, Jack Wrangler, Phil Smith.

Producción: Chuck Vincent.

Dirección: Chuck Vincent.

«Si usted cree que las estrellas porno no saben actuar, si cree que los directores de cine X no saben contar historias, si cree que ver practicar el sexo no puede ser fascinante de ver, entonces no se pierda esta película». Así de contundente se muestra el crítico Robert Rimmer al hablar de «Roommates» antes de denominarla como «la mejor película X jamás filmada». Puede ser una cuestión de gustos, pero lo innegable es que la cinta de Chuck Vincent supone la aproximación más certera del porno al cine convencional porque se construye con los cimientos del cine comercial, a partir de un elaborado y trabajado guión cinematográfico en el que las escenas de sexo se encuentran supeditadas a la acción.

El mérito de todo ello corresponde a Chuck Vincent, un veterano realizador de filmes eróticos cuya carrera discurrió a la largo de la frontera que divide el «soft core» del «hard core». Poco prolífico como director de cine X, Vincent dejó para la posteridad un puñado de pornos de buena factura en los que se adivina su preocupación por la vertiente narrativa de un género que comenzaba a perder su literalidad con el advenimiento del soporte de vídeo y que combatió con películas como «Jack & Jill», «In love» o «Voyeur».

Pero es en «Roommates» donde Vincent saca lo mejor de sí mismo para articular la historia de tres compañeras de piso que llegan a la ciudad de Nueva York con las mismas ambiciones y el mismo sentimiento de soledad. A través de la aventura de las protagonistas, el espectador asiste a una aguda reflexión sobre las dificultades de relacionarse en el ser humano salpicada por unas escenas de sexo, siguiendo a Rimmer, «realistas, aventureras, frecuentemente románticas, bien filmadas y magníficamente interpretadas por el elenco de actores».

No es de extrañar, por ello, que «Roommates» abriera el camino al sexo en la televisión por medio de los canales por cable y que catapultara a su director a ser uno de los realizadores estrella del Playboy Channel en una carrera ascendente que se truncó en 1991 cuando murió en Ecuador víctima de las secuelas del SIDA que había contraído años antes.

EL ETERNO FEMENINO

Una de las razones que convirtieron a «Roommates» en un clásico del cine X fue la utilización de un denominador común en los filmes de la época dorada del género: las historias de mujeres. Algunas de las mejores cintas de los ochenta en el porno americano se articulan a través de una historia coral en la que los personajes femeninos cuentan sus experiencias cotidianas, sus fantasías sexuales o sus anhelos profesionales en los que nunca falta el sexo. Es el caso de películas como «Babylon Pink», de Henri Pachard, «Toda mujer tiene una fantasía», de Edwin Durell, «Small Town Girls», de Tom Janovich, o «Maraschino Cherry», de Henri Paris. En todas ellas, como en la obra maestra de Chuck Vincent, el eterno femenino se convierte en narrador de un mundo orientado comercialmente al consumo masculino.

KELLY NICHOLS

12.000 razones de forma de dólares convencieron a Marianne Walter (Los Angeles, 1959) para iniciar su carrera en el porno, bajo el nombre de Kelly Nichols y pese a las reticencias de su marido. De la mano de Chuck Vincent comenzaría entonces una brillante trayectoria en el cine X que le permitiría trabajar con los grandes directores de la «edad de oro» del porno norteamericano, como Robert McCallum («Society Affair»), Anthony Spinelli («Dixie Ray, estrella de Hollywood») o Henri Pachard («Se rueda un porno»), pero también en numerosas producciones eróticas de serie B y como doble de Jessica Lange en el «remake» de «King Kong» que lanzó a la fama a la actriz americana. En 1986 decidió abandonar el porno para volver a él seis años después en películas especializadas en «bondage» y relaciones lésbicas, aunque tuvo una breve aparición en «Latex», de Michael Ninn. En 1997 se retiró definitivamente del cine X para trabajar como maquilladora.

Publicado en Interviu en enero de 2003.

Dixie Ray, estrella de Hollywood

Realizada en un principio con la idea de que se distribuyera como una película convencional, los problemas de distribución que hubo de padecer convirtieron a ‘Dixie Ray, estrella de Hollywood’ en una de los grandes filmes X de la historia y una muestra de la sapiencia narrativa de Anthony Spinelli.

Dixie Ray, Hollywood Star. EEUU. 1983.

Actores: John Leslie, Lisa de Leeuw, Cameron Mitchell, Juliet Anderson, Kelly Nichols, Veronica Hart, Samantha Fox.

Producción: Billy Thornberg.

Dirección: Anthony Spinelli.

Tras haber realizado algunas de las mejores películas de la edad de oro del porno americano de comienzos de los ochenta (‘Talk dirty to me’, ‘The Dancers’), Sam Weston acometió, en los primeros meses de 1983, la tarea de realizar un filme de sexo que pudiera comercializarse en los circuitos convencionales sin las cortapisas que ya empezaba a encontrar el género para su distribución en las salas de proyección. Para ello, Weston filmó una intrincada historia de cine negro, con detectives en el más puro estilo del cine clásico americano, mujeres fatales y estrellas venidas a menos, en la que las escenas sexuales funcionaban como contrapunto para aquello que la trama quería contar. La película, con conexiones estéticas y argumentales con obras maestras del cine americano como ‘El crepúsculo de los dioses’, de Billy Wilder, o ‘El sueño eterno’, de Howard Hawks, pretendía sacar al cine X de sus catacumbas y demostrar a la sociedad que el porno podía funcionar como un género cinematográfico con valores propios.

Sam Weston, o Anthony Spinelli, como firmó la mayoría de sus cintas de cine X, dirigió ‘Dixie Ray, estrella de Hollywood’ con la idea de que fuera un softcore. Pese a que en las escenas de sexo los actores tenían un contacto físico real, utilizó los emplazamientos de cámara y demás recursos cinematográficos para obviar al espectador la contemplación de lo explícito. En los títulos de crédito del filme figuraban los actores porno con sus nombres reales y la película se aprestó a una distribución comercial en los cines de los Estados Unidos. Sin embargo, la estrategia de distribución fracasó estrepitosamente a causa del poco interés de los exhibidores en ofrecer al público un tipo de cine anatemizado por la creciente ola de conservadurismo que estaba invadiendo a la sociedad americana.

Spinelli decidió tirar la toalla: incluyó, en un nuevo montaje del filme, numerosos planos de sexo explícito y devolvió a los títulos de crédito los seudónimos de las estrellas del cine X que habían participado en el proyecto. La tentativa de devolver el porno al mundo del cine fracasó, pero dejó como herencia una de las mejores películas de la historia del género, no sólo por su concepción fílmica sino por su insólita estructura narrativa, compeltamente alejada de los convencionalismos del porno moderno.

DETECTIVES MUY PRIVADOS

La crítica especializada define a Nick Popodulis, el personaje que interpreta John Leslie en ‘Dixie Ray, estrella de Hollywood’, como el auténtico paradigma del héroe de cine negro dentro del porno. El personaje de Popodulis, único semental activo en la película, recoge así la tradición establecida en una década de filmes pornográficos del detective descarado y seductor que había triunfado en el thriller clásico norteamericano de la década de los 40 y que en el porno había representado como pocos John Holmes en el papel de Johnny Wadd, el personaje que lanzó a la fama al excéntrico actor. El cine negro ha sido desde entonces una cantera inagotable de ideas para el porno que, en esa línea, ha ofrecido al aficionado cintas como ‘Amanda de noche’ y ‘Trinity Brown’, ambas de Robert McCallum, o ‘American Pie’, de Jeffrey Fairbanks.

LISA DE LEEUW

Actriz de generosas carnes y cierta tendencia al sobrepeso, Lisa Trego (Moline, Ilinois, 1958) entró en el mundo del porno en 1978 cuando se trasladó a Los Angeles con la intención de triunfar en el mundo del espectáculo. Por consejo de la realizadora Svetlana, Lisa, que adoptó el apellido De Leeuw para trabajar en el cine X, se sometió a un intenso régimen de adelgazamiento que le haría modelar una figura redondeada y agresiva con la que se convertiría en una de las más solventes figuras del género en la década de los 80. Entre 1978 y 1987, participaría en más de 140 filmes, algunos de los cuales están considerados como clásicos del género, caso de «Ten little maidens», de John Seeman, o «Dixie Ray, estrella de Hollywood». Tras su retirada, De Leeuw siguió trabajando en el circuito de baile erótico, del que hubo de retirarse a comienzos de los 90 por su delicado estado de salud. Murió víctima del SIDA el 11 de noviembre de 1993.

Publicado en Interviu en mayo de 2003.

Dracula Exotica

Una de las primeras adaptaciones al cine del mito sexual contemporáneo por excelencia, el Conde Drácula, llegó de la mano de una interpretación soberbia de Jamie Gillis y la hábil dirección de Warren Evans, para crear un clásico del cine X que se ha erigido como prototipo del mejor cine X de los 80.

Dracula Exotica. EEUU. 1980.

Actores: Jamie Gillis, Samantha Fox, Eric Edwards, Roger Caine, Vanessa del Rio, Ron Jeremy, Bobby Astyr, Herschel Savage, Marlene Willoughby, Denise Sloan, Diane Sloan, Randy West.

Producción: Kenneth Schwartz y Dexter Eagle.

Dirección: Warren Evans.

Desde la publicación de ‘Dracula’, de Bram Stoker, en 1897, el personaje creado por el escritor irlandés basándose en la leyenda de un sanguinario noble rumano se reveló como uno de los símbolos sexuales de la era moderna. Su enigmática personalidad dio pie a innumerables adaptaciones al cine en las que actores con mayor o menor capacidad de interpretar a un personaje tan perverso como hechizante nos ofrecieron las diferentes caras del conde transilvano. Pero el porno eligió al actor idóneo para dar vida al más salvaje y mortífero seductor que jamás haya creado la mente humana: Jamie Gillis.

El actor neoyorquino fue Drácula en las dos primeras aproximaciones del cine X al mito del vampiro. ‘Lust at First Bite’ (1978), de Phil Marshak, y ‘Dracula exotica’ (1980), de Warren Evans, han pasado a la historia como las mejores adaptaciones que ha ofrecido el porno sobre el personaje no sólo por su calidad como largometrajes, sino por la extraordinaria actuación de Gillis, que expresa perfectamente la mezcla entre melancolía e instinto salvaje del personaje de Drácula. ‘Dracula exotica’ es, de las dos, la que más fielmente se acerca a la novela de Stoker. Partiendo de una leyenda del siglo XVIII por la cual el conde se enamoró de una muchacha y la perdió en el curso de una sugestiva orgía, la acción nos traslada a los tiempos modernos, donde el relato gótico y terrorífico se mezcla con los mejores ingredientes del thriller (el despistado conde es confundido con un espía del Este) para proporcionarnos una película divertida y bien construida gracias al oficio del veterano Warren Evans.

Pero, además de su corrección estilística y de su relativa fidelidad al original literario, ‘Dracula exotica’ nos enseña algunas de las virtudes que hicieron que los ochenta fueran denominados como la edad de oro del porno americano: su detallada estructura, la fijación de las escenas sexuales dentro de la historia y un espíritu transgresor que es difícil encontrar en el porno contemporáneo, en el que hay apuntes de necrofilia (en la secuencia entre Herschel Savage y Vanessa del Rio), de pedofilia (con una Samantha Fox disfrazada de niña enfrentada a Bobby Astyr) y de sadomasoquismo (de nuevo Rio y Roger Caine).

LOS VAMPIROS DEL SEXO

Herederos de los Christopher Lee, Frank Langella, George Hamilton, Jack Palance, Klaus Kinski, Udo Kier o Gary Oldman, los actores de cine X que han interpretado a lo largo de la historia al Conde Dracula han sabido mostrar la vertiente perversa que, por mor de la censura, ha evitado enseñarnos el cine convencional. Jamie Gillis, primer Drácula pornográfico, es el estandarte de un grupo de actores que ha dado a la historia del cine X caracterizaciones como el arrollador Rocco Siffredi de ‘Ejacula’, de Ralf Scott, el hierático Jolth Walton de ‘Dracula’, de Mario Salieri, el enigmático Jonathan Morgan de ‘Vampire kisses’, de Scotty Fox, o, sin duda el más sensual e irresistible de todos, el Drácula femenino que interpreta Tori Welles en ‘Sangre y sexo’, de Paul Thomas.

JAMIE GILLIS

Dicen las malas lenguas que Jamie Gillis (Manhattan, 1943), de tanto interpretar al Conde Dracula en el cine X, adquirió del personaje vampiresco el don de la inmortalidad. Si no, nos se explica que Gillis, quien debutó en el mundo de la pornografía a finales de la década de los sesenta como protagonista de «loops» clandestinos de temática sadomasoquista, continúe en activo más de 35 años después de sus primeras aventuras como actor porno y con 60 años sobre sus espaldas. Pero Jamie Gillis no parece un ser de este mundo. Su increíble voracidad sexual le granjeó una bien merecida fama de «animal sexual» ya en los 80, cuando se consagró como la gran figura masculina del cine X tras el declive de John Holmes. Y su extraña capacidad para captar los recovecos más perversos del sexo lo han hecho un referente obligado para las nuevas generaciones de realizadores, sobre todo los especializados en el cine «gonzo».

Publicado en Interviu en abril de 2003.

Ultra Flesh

La segunda película de la atípica realizadora de origen ucraniano Svetlana es un porno de ciencia-ficción con algunos apuntes políticos y muchas dosis de ironía. Además, ‘Ultra Flesh’ reúne uno de los repartos más extensos de la historia del cine X, encabezado por Seka, Serena y Kelly Nichols.

Ultra Flesh. EEUU. 1980.

Actores: Seka, Jamie Gillis, John Leslie, Marian Walter (Kelly Nichols), Lisa de Leeuw, Nancy Racetor (Angel Cash), Laurie Smith, Serena, Candida Royale, Kandy Barbour, Piper Smith, Little Oral Annie, Cathy Ebelt, Bonnie Benson, Delphy Meade, Pam Bowman, Sparky Vasc, Cathy Remund, Brenda Darling, Eve Byrna, Gloria Verver, Molly Manning, Jerilyn Hirsch, Camilla Bryant, John Seeman, Tyler Horne, Short Stud, Mike Ranger, Sue Perlman (Tawny Pearl), Georgie Vegas, Clyde Wilcox, Doug Lear, Ken Conard, Ken Milo, Misha Boyko, Sanyen Sunny, Sergei Novotny, Sonny, Buddy Owen, Terri Dolan, Jesse Adams, David Rosen, George Mitchell, Andrea Parducci, Chris Garland, Ron Jeremy, Jesse Chacan.

Producción: Svetlana.

Dirección: Svetlana.

Procedente de Ucrania, desde donde llegó a los Estados Unidos con sus padres a la edad de 12 años, Svetlana Marsh estudió interpretación en el Actor’s Studio de Lee Strasberg y tuvo la oportunidad de debutar en el cine convencional, en 1969, interpretando un pequeño papel en ‘Myra Breckinridge’, de Michael Sarne. La carrera como actriz de Svetlana se completó con diversas apariciones en películas de terror de serie B durante los años 70 y finalizó cuando, en 1979, abandonó el cine convencional, disgustada por los favores sexuales que algunos productores o directores de casting exigían a las actrices como pago para que las incluyeran en sus películas.

Animada por su marido, el guionista David Frasier, Svetlana entró en el mundo del porno con ‘800 Fantasy Lane’, un filme de 100.000 dólares de presupuesto escrito por ella misma. Su arrolladora personalidad le hizo exigir un control total de toda su obra, desde la concepción originaria hasta la distribución, por lo que las películas de Svetlana son una rara excepción dentro del panorama del cine X americano de los ochenta.

En su segunda cinta, ‘Ultra Flesh’, Svetlana trabajó con un presupuesto algo más elevado, principalmente a causa de la constelación de estrellas del porno con la que contó en el reparto. 50 actores, más una decena de bailarines y más de un centenar de extras forman parte del elenco de una ambiciosa producción que ligaba una historia de ciencia-ficción, con algún apunte de tipo político, con sabrosas escenas de sexo.

Así, ‘Ultra Flesh’ es un porno cuya contemplación tiene algo de lisérgico, en el que aparecen desde el presidente de los Estados Unidos o el de un país caribeño, sospechosamente parecido a Fidel Castro, hasta los extraterrestres y una heroína sideral que parece sacada de un cómic de los años 50; que representa una especie de catálogo de actores y actrices de la edad de oro del cine X norteamericano y cuya asombrosa concepción visual sigue sorprendiendo a los que, más de 20 años después de su realización, la ven hoy en día con la nostalgia de una época en la que películas como ésta eran posibles en el porno.

POLVOS DE ESTRELLAS

Debido a la complejidad que comporta la dirección artística de las películas de ciencia-ficción, el cine X ha osado pocas veces inmiscuirse en un terreno tan resbaladizo como el futuro. O lo ha hecho con parábolas existencialistas que no necesitaban de demasiados efectos especiales para representar un porvenir poco halagüeño, tipo ‘Café Flesh’, de Rinse Dream. Sin embargo, hay un puñado de filmes que han sustituido los grandes presupuestos por un saludable sentido del humor para imaginar el sexo alienígena. Desde la aproximación al cómic de ‘Las aventuras de Flesh Gordon’, de Howard Ziehm y Michael Benveniste, hasta la superproducción con animación digital generada por ordenador ‘Latex’, de Michael Ninn, el cine X ha recurrido a vestuario digno de la peor serie B para escenificar las aventuras espaciales, como es el caso de ‘Penetrator’, de Georgie Orgie.

SEKA

«Trabajar con Seka es un dolor de cabeza, porque ella es una estrella. Si trabajas con una estrella, tienes un problema, pero una vez estás en escena vale la pena, ya que lo hace muy bien». Esta declaración de Svetlana permite hacerse una idea de las dificultades con las que tropezó la directora de origen ucraniano en relación a la protagonista de ‘Ultra Flesh’. No obstante, Svetlana pareció anteponer el buen hacer delante de las cámaras de la rubia platino que sus excentricidades, porque Seka fue la protagonista de sus tres películas más importantes: ‘800 Fantasy Lane’, ‘F’ y ‘Ultra Flesh’. Estos títulos contribuyeron a reforzar la imagen de una de las indiscutibles estrellas de la edad de oro del porno norteamericano que, con su aspecto glamuroso, alcanzó la cima del cine X con el apelativo de «la mujer total de los 80» durante los diez años que duró su carrera.

Publicado en Interviu en septiembre de 2002.

Anytime, Anyplace

Kirdy Stevens mostró en «Anytime, any place» el reverso de la imagen glamurosa que se había labrado Seka durante los cuatro años en que se había convertido en «la mujer total de los ochenta», a través de un filme sobre un triángulo amoroso marcado por los robos y la huida.

Anytime, Anyplace. EEUU. 1982.

Actores: Seka, Mike Ranger, Jesse Atlanta, Nicole Noir, Tara Flynn, Lee Carol, William Margold.

Producción: Helen Terrie.

Dirección: Kirdy Stevens.

Gracias a una hábil campaña publicitaria ideada por su mánager, Dorothy Patton, una mediocre actriz secundaria de películas X, se convirtió de la noche a la mañana en Seka, «la mujer total de los ochenta». Ocurrió casi por casualidad, cuando Patton conoció a un maquillador que la persuadió para cambiar su físico apocado por el de una especie de diva intelectual, le aconsejó tomar lecciones de locución, aprender a cantar y bailar, leer a los clásicos ingleses y norteamericanos, y que su vestuario sólo estuviera compuesto por ropas de diseñadores de última moda. Además, Seka se decidió a aceptar sólo aquellos papeles en los que interpretaba a mujeres dominantes, como un añadido ideológico, de claro matiz progresista al mito que arrastraba: el de convertirse en el puente entre el cine convencional y el porno.

Durante cuatro años, Seka se labró esa imagen gracias a la complicidad de los medios de comunicación norteamericanos, que le dedicaron entrevistas y reportajes, y a una cuidada selección de papeles, muy acorde con lo que transmitía la actriz dentro y fuera de los platós. Pese a ello, varios directores intentaron hacer con Seka lo que Blake Edwards había hecho con Julie Andrews en ‘S.O.B’, mostrar en la pantalla el reverso de la gran superestrella del género en un personaje completamente contrapuesto a su propia imagen pública. El primero que lo consiguió fue Kirdy Stevens, el exitoso realizador de la serie «Taboo», al ofrecerle el protagonismo de ‘Anytime, Anyplace’, un drama romántico escrito por Helen Terrie en el que una mujer enamorada de un expresidiario se ve envuelta en un triángulo amoroso en medio de una huida hacia ninguna parte.

Flanqueada por tres actrices que no podían oscurecer su brillo, Seka aceptó el reto para brindar a su ingente legión de seguidores una de las actuaciones dramáticas más esplendorosas de su carrera. La actriz de Virginia se aleja en esta película de su glamurosa imagen de diva intocable para sumergirse en un espiral de robos y escapadas que, por añadidura, contiene un buen número de escenas eróticas en las que Seka demuestra el porqué de su bien merecida fama.

EL ESCASO RECORRIDO DE LAS «ROAD-PORN»

Se conoce como «road-movie» a aquellas películas en las que los protagonistas viven en la carretera, en continuo tránsito hacia un destino que muchas veces no conocen, y que alcanzaron su plenitud en la contracultural ‘Easy rider’, dirigida por Dennis Hopper a finales de los sesenta, un filme que cambió el sistema de producción de Hollywood. Aunque el cine X nació de los mismos presupuestos transgresores que empujaron a Hopper a realizar ‘Easy rider’, la historia ha demostrado que el porno es un género cinematográfico primordialmente estático, en el que las «road-porno», o pornos de carretera, no funcionan demasiado bien cara al espectador. Pocos ejemplos nos ofrece el cine X de películas en las que los protagonistas vaguen sexualmente en busca de su destino o huyendo de algo, más allá de esta ‘Anytime, anyplace’, ‘La frontera’, de Paul Thomas, ‘American Pie’, de Jeffrey Fairbanks, o la estrafalaria ‘Neon Nights’, de Cecil Howard.

MIKE RANGER

Aunque su fama no haya alcanzado la de algunos de sus contemporáneos, como John Leslie, Paul Thomas o Jamie Gillis, Mike Ranger es una de las leyendas de la edad de oro del porno norteamericano, gracias a su participación en películas como ‘Ultraflesh’, de Svetlana, ‘Furor insaciable’, de Godfrey Daniels, o ‘Taboo’, de Kirdy Stevens. Ranger debutó en el cine X en 1974 como protagonista de loops y pornos de bajo presupuesto, para pasar seis años de su vida interpretando pequeños papeles en filmes menores y bajo diferentes seudónimos. El reconocimiento le llegaría a partir de 1980, cuando alcanzó papeles protagonistas que propiciarían que crítica y público lo considerasen algo más que un actor de buena planta. Su noviazgo con la exmodelo de Penthouse Loni Sanders lo convertirían en un personaje popular en la industria hasta su retirada, en 1985, con más de 150 películas sobre sus espaldas.

Publicado en Interviu en mayo de 2004.

Satisfiers of Alpha Blue

El mítico realizador Gerard Damiano realizó en 1980 esta parábola futurista que ha pasado a la historia del cine X como uno de los filmes más significativos para ilustrar su concepción del sexo y que permanece viva más de 20 años después de su realización por su insólita atmósfera.

Satisfiers of Alpha Blue. EEUU. 1980.

Actores: Richard Bolla, Herschel Savage, Lysa Tatcher, Sharon Mitchell, Annie Sprinkle, Hillary Summers, Tiffany Clark, George Payne, Jody Maxwell, Ron Hudd, Scott Mallory, Maria Tortuga, Monique, Holly Page, Michael Morrison, Lee Carroll, Coral Cie, Carlyn Sand, Lynx Cannon, Erica Eaton, Jeanne Montanan, Jann, Cookie French, Lindy, Marilyn Gee, Chantell, Ted Devin, Bill McKean, Blake Palmer.

Producción: Gerard Damiano.

Dirección: Gerard Damiano.

Pese a que su nombre figura con letras de oro entre los pioneros del cine X norteamericano, la carrera como realizador de Gerard Damiano inició una cuesta abajo a finales de la década de los 70 a causa de las exigencias del público. Cansado de las películas «de autor», de las que el director de Nueva York fue el máximo exponente, el espectador quería ver en las pantallas filmes que le contaran historias menos intelectuales y más cercanas al cine comercial no pornográfico.

A partir de 1978, Damiano intentó reciclar su cine adaptándolo a los gustos del público, pero sin abandonar su personalísima concepción del erotismo. El propio director ha declarado en alguna ocasión que su motivación para hacer películas X no ha sido nunca económica, sino el deseo de transmitir a sus contemporáneos su pasión por el erotismo.

Fruto de ese deseo, Gerard Damiano realizó en 1980 una de sus películas favoritas y la que significaría un puente entre su anterior filmografía y la que desarrollaría en los años venideros. ‘Satisfiers of Alpha Blue’ ofrece una visión idílica y burlona del futuro (algún año del actual siglo XXI) en el que los problemas humanos han desaparecido y los hombres y las mujeres tienen mucho más tiempo para disfrutar del sexo. La película pone en escena a las «satisfacedoras», unas mujeres genéticamente programadas para proporcionar placer sexual a los hombres y cuya incardinación en la historia resulta completamente creíble.

Damiano reconoció en una entrevista a la revista Hot Video que ‘Satisfiers of Alpha Blue’ era una de las películas de las que más se sentía orgulloso, porque ejemplifica su visión del cine X: «para mí, lo más importante en mis películas consiste en crear una situación donde el sexo intervenga de manera natural. Las historias en las que la muchacha le hace una mamada al tipo de la tienda de ultramarinos porque no tiene dinero no tienen ningún sentido. ¡Y son tantos los filmes basados en ese principio!».

Así, ‘Satisfiers of Alpha Blue’ se convirtió en una declaración de principios de la filosofía sexual de su realizador, quien incluso, según algunos críticos, introduce en la historia un elemento romántico a causa de sus convicciones católicas. Un romanticismo que, en medio de esta delirante y excitante cinta, resulta hasta irónico.

LA MUJER OBJETO

Según un sector de la crítica norteamericana, ‘Satisfiers of Alpha Blue’ es una de las películas X más detestadas por la población femenina. Al escenificar el futuro femenino en forma de «satisfacedoras» al servicio del hombre, Damiano tropezó con la incoprensión de los expertos, que vieron una buena dosis de machismo en dicho gesto. Sin embargo, la trayectoria de Damiano no es nada sospechosa de machismo, ya que en sus anteriores películas la mujer ocupaba un papel casi dominador con respecto al hombre. Lo que hizo en realizador neoyorkino en este filme fue adelantarse a su tiempo al retratar un papel, el de la mujer, que el cine porno acabaría relegando a mero objeto, como el tiempo se ha encargado de demostrar. Para muestra de ese vaticinio, basta con echar un vistazo a los filmes contemporáneos «gonzo» de Max Hardcore, Rocco Siffredi o Christophe Clark, en los que el papel de la mujer es solamente el de instrumento placentero.

HERSCHEL SAVAGE

El único hombre del futuro que todavía cree en el amor fue interpretado en ‘Satisfiers of Alpha Blue’ por Herschel Savage, uno de los actores mejor considerados en la industria por su respeto hacia los compañeros de trabajo. Nacido en 1955, Savage, de ascendencia judía, entró en el mundo del porno en marzo de 1976 por recomendación de su amigo Richard Bolla, después de haber sobrevivido unos años en el off-Broadway. Pronto, su apariencia de normalidad le hizo ganarse el favor de la critica y el público y se convirtió en uno de los actores más apreciados del circuito. Hasta su retiro, en 1988, participó en más de 500 películas, entre ellas ‘Debbie Does Dallas’, ‘Amanda de noche’ y ‘Pretty Peaches 2’. Nueve años después volvería al porno, en la misma forma que lo dejó y todavía permanece en activo.

Publicado en Interviu en septiembre de 2002.

Fantasías de noche

La primera película X del antiguo realizador de vídeos soft Andrew Blake supuso una revolución en el género sólo comparable a la que había producido, 17 años antes, el estreno de ‘Garganta profunda’. ‘Fantasías de noche’ cambió la historia del porno y su legado perdura hoy en día.

Night Trips. EEUU. 1989.

Actores: Tori Welles, Porsche Lynn, Randy Spears, Victoria Paris, Peter North, Ray Victory, Jamie Summers, Tanja de Vries, Marc de Bruin.

Producción: Patti Rhodes, Art Bloom, Howard Klein y Andrew Blake.

Dirección: Andrew Blake.

A finales de la década de los 80, el porno norteamericano había iniciado una peligrosa curva descendente desde su cima, en la edad de oro de su consolidación como género cinematográfico. Herida todavía por las repercusiones del escándalo de Traci Lords y falta de alternativas con las que sorprender al público, la industria de cine X bastante hacía con sobrevivir gracias a los bajos costes que el hegemónico soporte de vídeo había impuesto a las películas.

En este desolador paisaje apareció Andrew Blake, un exquisito realizador y director de fotografía que se había curtido en las ediciones videográficas de la revista Playboy filmando episodios softcore con algunas de las más bellas «conejitas» de la popular revista. Blake decide dar el salto al cine X, algo que sus compañeros de profesión en la publicación de Hugh Hefner habían rechazado, con el propósito de reproducir en el porno los mismos esquemas narrativos que tanto éxito habían dado a los vídeos de Playboy. Este salto mortal incluía, además, rescatar para el cine X el soporte de 35 mm., que aseguraba una calidad de imagen y una nitidez fotográfica muy superior a la que entonces concedía el vídeo, pero que, evidentemente, suponía un mayor coste de producción.

La productora Caballero asumió el proyecto de Blake para financiar ‘Fantasías de noche’, una especie de remake de ‘Sueños de noche’, el filme que había servido a Rinse Dream para debutar en el porno ocho años antes y que había sido incomprendido por el público a causa de su carácter vanguardista. Sobre esta base argumental, Blake realizó un filme que ha trascendido más allá de sus innegables valores cinematográficos.

Acuñó un estilo, que más tarde se denominaría «X Chic», cuyas principales características son una esmerada fotografía, una exquisita puesta en escena, una ambientación de lujo, unos intérpretes con cuerpos de ensueño, una música relajante y un montaje final en el que se eliminaban sintomáticamente los cambios de postura en las escenas sexuales. El porno, así, se aproximaba a la estética del vídeo-clip al poder incluir, en una misma película, diferentes fragmentos relacionados entre sí por un marco argumental muy general.

Las consecuencias de esta nueva era del porno fueron inmediatas y perduran todavía trece años después del estreno de ‘Fantasías de noche’. La industria del cine X descubrió que se podía hacer un porno más amable, sin perder un ápice de mordacidad sexual, para que fuera contemplado en pareja, al reproducir un mundo irreal en el que la acción transcurre de manera casi coreográfica. El detonante de dicho descubrimiento fue el triunfo que ‘Fantasías de noche’ obtuvo en la edición de 1990 del Festival de Cine de Houston, uno de los más prestigiosos de la industria. Ese mismo año, la película de Blake también barrió en la ceremonia de los AVN Awards, los Oscar del porno, pero eso no fue lo más relevante. Lo realmente significativo es que ‘Fantasías de noche’ creó una corriente dentro del porno que se ha ido extendiendo a lo largo del tiempo y que ha convertido a esta representación de los transtornos oníricos de una mujer en el filme X más importante de la historia desde ‘Garganta profunda’.

VICTORIA PARIS, DEL BARRO AL CIELO

Dotada de unos espectaculares pechos no manipulados quirúrgicamente, Victoria Paris fue una de las actrices más sobresalientes del renacimiento del porno americano. Original de Montana, trabajaba como secretaria cuando su curiosidad la arrastró hacia la lucha de barro, espectáculo en el que estuvo trabajando durante un año. En 1988 haría su debut en el porno y, hasta su retirada en 1995, participó en unas 150 películas, algunas de ellas en Europa, entre las que destacan ‘Sexo tras el cristal’, de Michael Craig, ‘Camaleón’, de John Leslie, y ‘Las aventuras de Buttman’, de John Stagliano. Con su amiga Ashlyn Gere formó una de las parejas más tórridas del baile erótico en los circuitos de striptease hasta su definitiva retirada del mundo del espectáculo, a finales de la década de lo 90.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Una mujer que padece transtornos del sueño se somete a una revolucionaria terapia bajo la supervisión de un médico y una psicóloga. Tendida en un diván y con un complejo entramado de electrodos conectado a las partes más sensibles de su cuerpo, la pareja de científicos podrá observar en un monitor los sueños de Tori. En ellos, la mujer se muestra como observadora de los juegos amorosos de una pareja de amantes, retoza con un fornido culturista y participa activamente en un trío lésbico. A medida que el tratamiento da sus frutos, los médicos optan por que Tori vea sus propios sueños en el monitor para descubrir sus ocultas fantasías. Y en estas tendrá un papel protagonista el propio galeno.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en abril de 2002.