Roma Connection

Tras un atentado de la Mafia, un arrepentido de la organización criminal entrega a un equipo de televisión una cinta que demuestra la implicación en actividades ilegales de varios políticos y el director de la propia emisora televisiva. “Roma Connection” es una de las películas más brillantes realizadas en los primeros noventa por Mario Salieri, antecedente más próximo de sus obras maestras.

Roma Connection. Italia. 1991.

Intérpretes: Gabriella Dari, Ashley Nichols, Joy Karin’s, Cristina Stevens, Deborah Wells, Piero Dionisi, Roberto Malone, Walter Carrera, Richard Voicin, Christoph Clark, Domenico Desi, Ubaldo Litteri, Nicola Darino, Paolo Orace.

Producción: Mario Salieri.

Dirección: Mario Salieri.

Mario Salieri nunca ha ocultado sus deseos de filmar cine convencional. De hecho, sus películas son lo más parecido al cine que vemos en las salas comerciales, con la particularidad de que, en las escenas de sexo, hay sexo real. “Roma Connection” pertenece a la primera época del director napolitano, cuando, tras seis años dirigiendo y produciendo filmes con presupuestos muy ajustados, comenzaba a manejar algo más de dinero para elaborar sus películas.

Con una estructura que podría prescindir perfectamente de las escenas de sexo, dado lo trabajado del guión y la puesta en escena, “Roma Connection” es un extraordinario relato de intriga sobre los métodos oscuros de la Mafia siciliana en el que Salieri pone en juego un entramado de chantajes, venganzas e intereses cruzados donde las mujeres sirven como moneda de cambio, las vidas tienen un valor muy relativo y el poder maneja a su antojo los hilos de la vida social. Antecedente próximo de sus obras maestras, que empezarían a desgranarse un año después con la magnífica “Toda una vida”, la película ensambla en una historia apasionante, de la que es difícil abstraerse, algunos de los mejores números de sexo filmados por el director napolitano. Claro que, para ello, dispuso de tres de sus actrices fetiche, Gabriella Dari, Joy Karin’s y Deborah Wells, en la plenitud de sus carreras.

GABRIELLA DARI

Una de las actrices más hermosas que ha dado el cine X europeo, la húngara Gabriella Dari (Budapest, 1971), trabajaba como camarera en una heladería de la capital magiar cuando tuvo conocimiento de que la productora Magma organizaba un casting para reclutar actrices. Dari, que ganaba despachando helados un tercio de lo que le ofrecían por un día de rodaje, se presentó y logró el papel. Así arranca la leyenda de una de las indiscutibles figuras del porno europeo, que filmó una cincuentena de películas durante los tres años en los que estuvo en activo en el cine X y cuya retirada, para casarse con un compatriota con el que más tarde tuvo un hijo, dejó huérfana a una ingente legión de admiradores.

Publicado en Interviu en julio de 2005.

Flesh & Fantasy

Trece años después de su obra maestra, la pesimista «El diablo en la señorita Jones», Gerard Damiano volvió a visitar el infierno con su cine, aunque esta vez en clave de comedia y de la mano de un divertido Ron Jeremy que vende su alma al diablo para gozar del sexo.

Flesh & Fantasy. EEUU. 1986.

Actores: Ron Jeremy, David Scott, Taija Rae, Scarlett Scharleau, Sarah Bernard, Sharon Kane, Marita Ekberg, Satin Summer, Tasha Voux.

Producción: Gerard Damiano.

Dirección: Gerard Damiano.

Pasados sus años de esplendor, cuando pretendía erigirse como un verdadero «autor» en el cine X, Gerard Damiano sobrevivió en los 80 con la añoranza de que cualquier tiempo pasado había sido mejor. Su personal manera de entender el porno exigía la utilización del soporte de cine como condición indispensable para construir imaginativas historias en las que el sexo estuviera presente, aunque tuviera que abandonar las ambiciones artísticas de sus primeros filmes, convertidos en clásicos con el tiempo.

Pero Damiano conservaba en la recámara un particular pesimismo vital que, escondido en un tono de comedia, seguía haciendo de su cine un vehículo indispensable para entender el sexo más allá de un simple ejercicio gimnástico. Sobre esa base, Damiano volvió sus ojos hacia uno de los tópicos más exitosos de sus tiempos gloriosos para, revirtiendo el papel de protagonista, ofrecer una dimensión diferente a su amargada visión del infierno en la tierra. «Flesh & Fantasy» comienza de manera similar, al menos temáticamente, que «El diablo en la señorita Jones», pero en lugar del lirismo del suicidio de Georgina Spelvin dentro de una bañera aquí hay comedia pura y dura, con un Ron Jeremy cenizo y poco diestro en cumplir su siniestro destino.

Con el tono de autoparodia bien delimitado, «Flesh & Fantasy» revisa, trece años después de la tormentosa travesía de la señorita Jones, la relación del sexo con el infierno, en un divertido juego que tiene más de mágico que de trágico. El protagonista (también llamado señor Jones) sólo tiene que pronunciar una palabras mágicas («¡arriba polla!») para tener a su disposición los placeres carnales apetecibles, mientras discute con el enviado diabólico sobre los pormenores de su condenación. Y, saciado de tanto sexo, encontrará el infierno de la misma manera que su homónima años ha: con la ausencia del sexo.

«Flesh & Fantasy» entusiasmará a todos aquellos que encontraron excesivamente negra la visión del mundo de la señorita Jones, pues aquí el sexo nunca tiene ese rictus pesimista que se adivinaba en el clásico de Damiano. Contiene magníficas escenas de sexo (sobre todo la protagonizada por una impagable Taija Rae) y propone un simpático entretenimiento para olvidar que, como dijo Sartre, el infierno son los otros.

EL PORNO EN EL INFIERNO

Debe de ser por la tradición cristiana que sitúa en el infierno el feudo de lo prohibido, pero el caso es que el Reino de las Tinieblas es el tema fundamental en la historia del porno desde su legalización a principios de los 70. Lo era en «El diablo en la señorita Jones», la primera película que relacionaba los dominios del diablo con el sexo, y todas sus secuelas, cada vez más abigarradas en la visión del universo satánico. Lo fue en «Bajada al infierno», una de las películas más personales del italiano Mario Salieri con una Zara Whites condenada a vagar por una Divina Comedia sexual, y lo han sido las últimas versiones que del mito de Fausto ha ofrecido el porno europeo más reciente: la de José María Ponce basada en el personaje de Goethe y la inédita del mismo Salieri con la obra teatral de Christopher Marlowe como referente literario.

RON JEREMY

Cómo un tipo gordinflón y cubierto de pelos por todo su cuerpo ha podido convertirse en uno de los actores más conocidos de la historia del cine X es una irónica pregunta que sólo tiene respuesta en la personalidad de Ron Jeremy. Con su físico antagónico con el prototipo convencional del actor porno, Jeremy ha sobrevivido a generaciones de figurines de gimnasio a base de simpatía, carácter y fiabilidad. De todo ello hay en su encarnación del señor Jones en este «Flesh & Fantasy», donde el orondo neoyorkino ofrece sus mejores registros como actor de comedia. Pero, sobre todo, hay un carisma que ha hecho de Ron Jeremy un personaje emblemático en la California de las estrellas: mantiene una buena relación con muchos actores de cine convencional, ha aparecido en diversas películas de Hollywood y es, probablemente, el actor en activo más respetado por la industria.

Publicado en Interviu en mayo de 2002.

Sex World

El primer gran éxito comercial de Anthony Spinelli es una versión X del filme «Almas de metal» que recrea las fantasías sexuales de los enfermos de una clínica especializada en sexo y que se caracteriza por su fina ironía, su sentido del humor y una ácida crítica a los comportamientos sociales.

Sex World. EEUU. 1977.

Actores: Abigail Clayton, Annette Haven, Sharon Thorpe, Leslie Bovee, Kay Parker, Desiree West, Amber Hunt, Cris Cassidy, Carol Tong, Maureen Spring, John Leslie, Joey Silvera, Kent Hall, Johnny Keyes, Jack Wright, Roberto Ramos, Peter Andrews.

Producción: Billy Thornberg.

Dirección: Anthony Spinelli.

Más de un decenio como realizador de cine «soft» convirtió a Sam Weston en uno de los pioneros de la «revolución sexual» que vivió el cine a comienzos de la década de los 70. En 1971, ya con el seudónimo de Anthony Spinelli con el que firmaría todas sus obras en el cine X, dirigió su primer porno, «Touch me», con Renee Bond y Ric Lutze como protagonistas, y un año después su película más polémica, «An act of confession», la turbadora historia de una monja con sueños eróticos.

En 1977, Spinelli realizaría su primer gran éxito comercial: «Sex World». Partiendo de la tradición de la comedia médica, establecida en el cine X desde sus comienzos legales, el director angelino desarrolló una excitante historia de fantasías sexuales a la carta para un grupo de enfermos, recluidos en un centro de salud, en un filme osado y arriesgado que constituiría un gran éxito de crítica y público. En parte porque el reparto de afectados por disfunciones sexuales estaba formado por lo más granado del panorama pornográfico de la época y, en parte, por su particular puesta en escena y sus apuntes de crítica social.

Y es que Spinelli mezcla en «Sex World» el humor, la tragedia y la fina ironía sobre los comportamientos de determinados individuos en la sociedad. Así, por ejemplo, el personaje interpretado por John Leslie es un racista sectario que sólo será capaz de encontrarse a sí mismo después de mantener relaciones sexuales con una mujer de color, algo que, en principio, le repugna pero que acabará por abrirle las puertas para la curación de sus problemas.

Basada en la película de Michael Chrichton, «Almas de metal» (1973), «Sex World» recrea una especie de parque temático de fantasías sexuales que cautivó a la crítica especializada en la época (fue designada por la revista «Screw» como el mejor porno del año), se distribuyó en 29 países de todo el mundo y, como rezaba su cartel promocional, era «definitivamente para adultos», lo que atrajo a las salas a un público ávido de encontrar en la pantalla todo tipo de variaciones sexuales.

LAS CLÍNICAS DEL SEXO

Una de las principales variantes de la comedia médica en el porno está en la localización de los filmes en clínicas relacionadas con problemas sexuales. Reunir a un grupo de enfermos bajo la excusa de las disfunciones en sus prácticas amatorias es el recurso que utiliza «Sex World» y que sería retomado, años después, por Bruce Seven en «Ginger’s Sex Asylum» para el lucimiento de Ginger Lynn y, en su vertiente más estrambótica, por Gregory Dark en «New wave hookers 3». Michael Ninn utilizó también este recurso para recrear la pesadilla futurista del protagonista de «Latex» y el cine europeo contemporáneo lo explotaría al máximo en filmes como «Clínica anal», de Steve Perry, «La clínica de Joy», de Giancarlo Bini, «Diario de una enfermera», de Michel Barny, o «La clínica de la vergüenza», de Mario Salieri.

ABIGAIL CLAYTON

Cuatro años de carrera en el porno y una veintena de filmes han situado a Abigail Clayton, cuyo nombre real era Gail Wezke, en uno de los lugares predominantes dentro del «star system» de la edad de oro del porno norteamericano. Dotada de una belleza terrenal, Clayton debutó en el cine X en 1976 de la mano del director Steve Brown en «Dixie», en la que interpretaba a una joven con problemas sexuales. Ese año participaría también en una de sus películas más destacadas, «Femmes de Sade», de Alex de Renzy, y, hasta su retirada en 1980, estuvo presente en el reparto de algunas cintas míticas de la época, como «Desires within young girls», «Seven into snowy» o «Love lips», e incluso consiguió un pequeño papel en la producción de cine convencional «Adiós al macho», de Marco Ferreri. Tras un puñado de breves apariciones en papeles secundarios en los primeros 80 se retiró de la industria del porno definitivamente en 1985.

Publicado en Interviu en noviembre de 2003.

Roommates

Considerada la película que dio a conocer el mundo del cine X a un público poco habituado a ver sexo explícito en el cine, «Roommates» es la obra maestra del director Chuck Vincent, un infatigable luchador por la normalización del porno como un género cinematográfico más.

Roommates. EEUU. 1982.

Actores: Samantha Fox, Jamie Gillis, Veronica Hart, Kelly Nichols, Gloria Leonard, Jerry Butler, Bobby Astyr, Jack Wrangler, Phil Smith.

Producción: Chuck Vincent.

Dirección: Chuck Vincent.

«Si usted cree que las estrellas porno no saben actuar, si cree que los directores de cine X no saben contar historias, si cree que ver practicar el sexo no puede ser fascinante de ver, entonces no se pierda esta película». Así de contundente se muestra el crítico Robert Rimmer al hablar de «Roommates» antes de denominarla como «la mejor película X jamás filmada». Puede ser una cuestión de gustos, pero lo innegable es que la cinta de Chuck Vincent supone la aproximación más certera del porno al cine convencional porque se construye con los cimientos del cine comercial, a partir de un elaborado y trabajado guión cinematográfico en el que las escenas de sexo se encuentran supeditadas a la acción.

El mérito de todo ello corresponde a Chuck Vincent, un veterano realizador de filmes eróticos cuya carrera discurrió a la largo de la frontera que divide el «soft core» del «hard core». Poco prolífico como director de cine X, Vincent dejó para la posteridad un puñado de pornos de buena factura en los que se adivina su preocupación por la vertiente narrativa de un género que comenzaba a perder su literalidad con el advenimiento del soporte de vídeo y que combatió con películas como «Jack & Jill», «In love» o «Voyeur».

Pero es en «Roommates» donde Vincent saca lo mejor de sí mismo para articular la historia de tres compañeras de piso que llegan a la ciudad de Nueva York con las mismas ambiciones y el mismo sentimiento de soledad. A través de la aventura de las protagonistas, el espectador asiste a una aguda reflexión sobre las dificultades de relacionarse en el ser humano salpicada por unas escenas de sexo, siguiendo a Rimmer, «realistas, aventureras, frecuentemente románticas, bien filmadas y magníficamente interpretadas por el elenco de actores».

No es de extrañar, por ello, que «Roommates» abriera el camino al sexo en la televisión por medio de los canales por cable y que catapultara a su director a ser uno de los realizadores estrella del Playboy Channel en una carrera ascendente que se truncó en 1991 cuando murió en Ecuador víctima de las secuelas del SIDA que había contraído años antes.

EL ETERNO FEMENINO

Una de las razones que convirtieron a «Roommates» en un clásico del cine X fue la utilización de un denominador común en los filmes de la época dorada del género: las historias de mujeres. Algunas de las mejores cintas de los ochenta en el porno americano se articulan a través de una historia coral en la que los personajes femeninos cuentan sus experiencias cotidianas, sus fantasías sexuales o sus anhelos profesionales en los que nunca falta el sexo. Es el caso de películas como «Babylon Pink», de Henri Pachard, «Toda mujer tiene una fantasía», de Edwin Durell, «Small Town Girls», de Tom Janovich, o «Maraschino Cherry», de Henri Paris. En todas ellas, como en la obra maestra de Chuck Vincent, el eterno femenino se convierte en narrador de un mundo orientado comercialmente al consumo masculino.

KELLY NICHOLS

12.000 razones de forma de dólares convencieron a Marianne Walter (Los Angeles, 1959) para iniciar su carrera en el porno, bajo el nombre de Kelly Nichols y pese a las reticencias de su marido. De la mano de Chuck Vincent comenzaría entonces una brillante trayectoria en el cine X que le permitiría trabajar con los grandes directores de la «edad de oro» del porno norteamericano, como Robert McCallum («Society Affair»), Anthony Spinelli («Dixie Ray, estrella de Hollywood») o Henri Pachard («Se rueda un porno»), pero también en numerosas producciones eróticas de serie B y como doble de Jessica Lange en el «remake» de «King Kong» que lanzó a la fama a la actriz americana. En 1986 decidió abandonar el porno para volver a él seis años después en películas especializadas en «bondage» y relaciones lésbicas, aunque tuvo una breve aparición en «Latex», de Michael Ninn. En 1997 se retiró definitivamente del cine X para trabajar como maquilladora.

Publicado en Interviu en enero de 2003.

Recuerdos inmorales de Mario Salieri

La isla de Mallorca fue el escenario elegido por Mario Salieri para rodar una de sus películas más personales y en la que trabajó con mayor presupuesto de todas las que había filmado hasta entonces. «Recuerdos inmorales de Mario Salieri» mostró al público español el perfeccionismo del maestro italiano.

Racconti immorali di Mario Salieri. Italia. 1995.

Actores: Selen, Eva Orlowsky, Masha Kley, Anita Dark, Nathalie Romel, Dalila, Michela Soavi, Silvia de Clarck, Giongi Fador, Diana Stevenson, Ron Jeremy, Jolth Walton, Valentino, Steven St. Jaques, Andrew Barrinson, Joe Calzone, Walter Midolo, Don Fernando, David Perry.

Producción: Mario Salieri.

Dirección: Mario Salieri.

Un equipo técnico y artístico formado por casi 50 personas, un presupuesto cercano a los 60 millones de pesetas, dos barcos, una masía mallorquina y un moderno chalet junto a la costa. Estos son los elementos de los que se proveyó la productora Black & Blue para rodar en diversas localizaciones de la isla de Mallorca, durante la segunda quincena de junio de 1995, «Recuerdos inmorales de Mario Salieri».

La prensa española se apercibió de la importancia de que el rey del porno europeo hubiera elegido nuestro país para filmar su película con mayor presupuesto hasta ese momento. Aparte de los medios mallorquines, que dedicaron diversos artículos al rodaje del filme, el periodista Joan Oleaque fue el único profesional acreditado para convivir dos días con la «troupe Salieri» con el fin de elaborar un amplio reportaje para la revista «El temps». Oleaque quedó sorprendido por «la minuciosidad con la que trabaja Salieri, que es capaz de pasar 18 horas para rodar una escena erótica que luego se reproducirá en la película en sólo tres o cuatro minutos de cinta».

España descubrió el exhaustivo método de trabajo de Mario Salieri en una de sus películas más personales, un filme en el que el realizador napolitano comenzó a experimentar con la fotografía en blanco y negro (en aquellos secuencias que reproducen la filmación de vídeo amateur) al lado del color, en el que desarrolló una de sus obsesiones favoritas (la trama gira en torno a una red de poderosos hombres de negocios que reclutan jóvenes para registrar en vídeo sus prestaciones sexuales), y sobre el que impregnó un mensaje de denuncia social basado en la utilización del sexo como instrumento de poder.

El resultado de todo ello es un filme espléndido que, además, ejemplifica como pocos el cambio generacional que se estaba produciendo en Europa en las estrellas del género. Junto a las veteranas Selen, Dalila y Eva Orlowsky, participa en la cinta un pelotón de actrices de extraordinaria belleza, surgido de la inagotable cantera del Este de Europa, que estaba llamado a convertirse en la alternativa al «star system» imperante a mediados de la década de los 90.

ESPAÑA, PLATÓ PORNO

«Recuerdos inmorales de Mario Salieri» no fue la primera producción de cine X internacional que se rodó en España. Desde que, a finales de los años 70, Hans Moser se atreviera a filmar una de sus películas durante unas vacaciones en Mallorca y tuviera serios problemas con la Guardia Civil, nuestro país ha servido como improvisado plató porno para aquellos filmes ambientados en playas paradisíacas durante los ochenta (Private localizó algunas de sus primeras producciones en la Costa Blanca y en Ibiza), para muchas de las cintas protagonizadas por Sarah Young en los 90 (rodadas en la casa que poseía en Ibiza) o para ambientar la tercera entrega de «Buttman: Vacaciones en Europa», en la que John Stagliano aprovechaba su estancia en el Festival de Barcelona para mostrar «el clima lascivo del lugar».

DON FERNANDO

La nómina de estrellas masculinas de «Recuerdos inmorales de Mario Salieri» integra, junto al grupo de actores europeos jóvenes que comenzaban a abrirse paso en el porno continental, a dos ilustres veteranos del cine X norteamericano. Además del legendario Ron Jeremy, un habitual en los filmes de Salieri en esa época, participa en la película el mítico Don Fernando. Hijo de padres mexicanos, Donald F. Gómez se introdujo en la industria X en 1978 y, desde entonces hasta la actualidad, ha intervenido en más de un millar de películas, algunas de ellas tan relevantes como «Inside Desiree Costeau», de Leon Gucci, o «Pretty Peaches 3», de Alex de Renzy. Con 47 años, Fernando comenzó una aventura europea que le llevaría a rodar una decena de películas para la «factoría Salieri».

Publicado en Interviu en julio de 2002.

Maraschino Cherry

La sexta y última película realizada por Henri Paris es un divertido y desenfrenado álbum sobre la sexualidad masculina completado a través de los clientes que frecuentan un burdel de lujo. Esta obra maestra del género contó en su reparto con un trío femenino de excepción como protagonista.

Maraschino Cherry. EEUU. 1978.

Actores: Gloria Leonard, Constance Money, Annette Haven, Wade Nichols, Jenny Baxter, Waldo Short, Susan McBain, Eric Edwards, C.J. Laing, Leslie Bovee, Clea Carson, Conchita Costello, Michael Gaunt, Spalding Gray, Jenny Lind, Alan Marlow, Loren Michaels, Crystal Sync.

Producción: Morton Berman.

Dirección: Henri Paris.

Pocos cineastas han dejado una huella tan profunda en el porno como Radley Metzger. Con sólo seis películas X, rodadas entre 1974 y 1978, Metzger abrió una vía en el género que trataba de conjugar la calidad con un sentido del erotismo muy festivo, que consideraba al sexo como una actividad saludable y no exenta de ironía.

Tras «Sensuales tardes con Pamela», «Naked came the stranger», «Paraíso porno», «The Punishment of Anne» y «Barbara Broadcast», Metzger, pertrechado bajo el seudónimo de Henri Paris, cerró su aventura en el porno con «Maraschino Cherry», un filme de menor presupuesto que los anteriores y cuya realización se solapó con la preproducción de «El gato y el canario», el retorno de su director al cine convencional después de cuatro años consagrado al cine X.

Esta circunstancia ha hecho que muchos críticos consideren a «Maraschino Cherry» como una obra menor de Radley Metzger. Rodada en un fin de semana de diciembre de 1977, la película es un curioso estudio sobre la sexualidad masculina, a modo de fresco impresionista trazado sobre los arquetipos de los clientes de un lujoso burdel en el que cada uno de ellos elige su perversión favorita. Quizá este hecho haya marcado la película posteriormente, pues una parte de la crítica la considera como un filme «difícil de ver» por la complejidad de sus planteamientos.

Sin embargo, «Maraschino Cherry» es una cinta que ejemplifica la filosofía de Radley Metzger sobre el porno. Una mirada ácida e irónica sobre la capacidad del ser humano para subyugarse a cualquier tipo de dominación de tipo sexual que, vista con sus ojos, deviene un ejercicio liberador y divertido. Un excepcional reparto, encabezado por tres de las actrices emblemáticas de la «edad de oro» del porno norteamericano, una elaborada puesta en escena y el hecho de que éste fuera el testamento pornográfico de Metzger (desde 1978 su actividad cinematográfica es muy escasa), contribuyeron a situar al filme en su justo lugar, como uno de los indiscutibles clásicos del cine X de todos los tiempos.


EL MAESTRO DEL EROTISMO

Montador de películas para la censura, director de doblaje de filmes eróticos europeos, realizador de algunas de las mejores cintas eróticas de la década de los 70 y realizador de culto de cine X. Todo esto es Radley Metzger (Nueva York, 1929), probablemente la personalidad más brillante que ha conocido jamás el porno. Una veintena de filmes convencionales y seis películas X jalonan la trayectoria de un director que, durante más de 30 años, reivindicó el erotismo como una forma de vida y que, tras enfrentarse con la muerte (su mujer, Ava Leighton, falleció de cáncer en 1987), orientó su carrera a la realización de documentales sobre medicinas alternativas para curar enfermedades mortales. Pero que dejó su talento para el sexo marcado en la retina de millones de espectadores.

GLORIA LEONARD

Con 37 años, la neoyorquina Gloria Leonard encarnó a la madame Maraschino Cherry en la película homónima de Henri Paris. Pese a su edad, Leonard era casi una debutante en el género, al que había llegado en 1975 después de haber trabajado en Wall Street durante años, y que ya no abandonaría nunca, pues sigue ligada actualmente a tareas de producción y como representante de asociaciones de defensa de la libertad de expresión. Pero más que a la luchadora por la dignificación del porno, el público recuerda a la Gloria Leonard actriz, una mujer especialmente dotada para la interpretación y que, en sus 53 películas, supo encontrar siempre los registros más adecuados para cada papel. Entre sus créditos figuran, además de esta «Maraschino Cherry», sus inolvidables actuaciones en «Paraíso porno», también de Paris, o «Taboo American Style», de Henri Pachard.

Publicado en Interviu en noviembre de 2002.

Fantasías imposibles en París

La primera película en la historia del porno producida por un canal de televisión no especializado la dirigió Yannick Perrin como homenaje al vigésimo aniversario de Canal + Francia y es un tributo al cine comercial y a la industria del porno francés de la actualidad.

Le plaisir à 20 ans. Francia. 2004.

Actores: Katsumi, Francesco Malcom, Francis Mischkind, Nomi, Sebastian Barrio, Rodolph Antrim, Nina Roberts, Phil Hollyday, Tiffany Hopkins, Joachim Kessef, Ovidie, Adeline Lange, Delfynn Delage, Tony Carrera, H.P.G., Ian Scott, Adrianna Laurenti, Richard Langin, Axelle Mugler, Anastasia Kas, Philipe Duroc, William, Katia de Val.

Producción: Francis Mischkind.

Dirección: Yannick Perrin.

En 2004, la cadena de televisión de pago francesa Canal + cumplió veinte años. Para celebrarlo, el principal canal europeo encriptado preparó una serie de actos en los que se recordarían los dos decenios de actividad de la cadena. Y no se olvidó del porno. Para ello, en una iniciativa inaudita, Canal + encargó al productor Francis Mischkind la realización de una película que conmemorara el aniversario.

Y Mischkind, que se ha caracterizado por ser uno de los productores más inteligentes del porno europeo, se puso a trabajar en un proyecto que sirviera a la vez como tributo al porno francés contemporáneo y homenaje a la cadena. Con guión del veterano Michel Barny y dirección de Yannick Perrin surgió “Fantasías imposibles en París”, un filme sobre el proceso de creación de una película X que se estrenaría oficialmente el 4 de noviembre de 2004, el día del 20 cumpleaños de Canal +.

“Fantasías imposibles en París” se rodó durante 13 días (un plazo de tiempo inusual para una película X) en la capital francesa. En ella intervienen 20 actores y actrices, que representan a la flor y nata de la interpretación en el porno francés contemporáneo, y, en pequeños papeles sin escenas de sexo, aparecen algunas caras conocidas del canal de pago galo. Pero, más que estos datos anecdóticos, “Fantasías imposibles en París” es un completo homenaje al cine con mayúsculas a través de 14 escenas de sexo que homenajean a otras tantas películas de cine comercial, desde “Nueve semanas y media” hasta “Pulp Fiction”, y que incluso se permite parodiar películas de culto como “El proyecto de la bruja de Blair” o “Cómo ser John Malkovich”. El resultado es uno de los filmes más sobresalientes que se han filmado en Europa en los últimos 20 años, precisamente el periodo de tiempo al que rinde tributo la película.

KATSUMI

En enero de 2006, Katsumi (Lyon, 1979), hija de padre francés y madre vietnamita, recibió el Premio a la Mejor Actriz Extranjera en los AVN Awards de Las Vegas. Unos meses antes, había ganado el mismo galardón en el Festival de Cine Erótico de Barcelona por su portentosa participación en “Las intimidades de Rocco en Barcelona”. Esta francesa de ojos rasgados que antes de convertirse en una de las grandes estrellas del porno europeo, estudió literatura y soñaba con ser profesora, se convirtió en actriz porno pese a que, hasta los 19 años, no había tenido experiencias sexuales. Desde 2001 trabaja en el cine X y ha rodado con la mayoría de los grandes directores europeos (Salieri, Payet, Perrin, Adamo, Bosch) además de haber viajado a los Estados Unidos a participar en producciones en aquel país y ser una de las principales protagonistas del “star system” europeo.

YANNICK PERRIN

A finales de la década de los 90, un realizador con el ridículo seudónimo de Stan Lubrick se convirtió en uno de los referentes del porno francés al demostrar, pese a trabajar con presupuestos bajísimos, una extraordinaria capacidad para optimizar sus recursos y filmar películas de calidad. En 2003, cuando Fred Coppula, la imagen de marca de la productora Blue One, dejó la compañía para fundar su propia empresa, su propietario, Francis Mischkind, confió en Stan Lubrick para que siguiera la línea que había trazado Coppula. Lubrick cambió su nombre por el de Yannick Perrin, con el que se ha erigido como el más firme valor del porno galo en la actualidad en sólo tres años de trabajo para la mítica productora de Mischkind.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Un director de cine X, un productor y su secretaria debaten sobre la realización de una película porno que refleje el placer a los 20 años. “Fantasías imposibles en París”, que supuso un hito en el cine X mundial al ser la primera película producida por un canal de televisión convencional, Canal + Francia, es un brillante homenaje al cine convencional y a la industria porno francesa contemporánea.

Publicado en Interviu en enero de 2007.

La leyenda de Lady Blue

A través de una historia romántica, «La leyenda de Lady Blue» supuso la mayor aproximación entre el cine convencional y el porno en una época en la que ambos convivían pacíficamente en las salas de proyección, pues en el filme el sexo aparece retratado de manera muy diferente a lo habitual.

The legend of Lady Blue. EEUU. 1978.

Actores: Gloria Leonard, John Leslie, Maureen Spring, John Smith, Billy Dee, Faye Young, Phaedra Grant, Lauren Black, Ken Scudder, Joey Silvera, Richard Pacheco, Blair Harris, David Bock, Eileen Welles.

Producción: John Brown.

Dirección: A. Fabritzi.

El loable intento de no permanecer arrinconado en un gueto cultural llevó al cine X, durante sus primeros años en la legalidad, a abrazar un modelo cinematográfico de similares características al cine convencional. La única gran diferencia entre un porno y una cinta de distribución comercial era que en la primera se explicitaban las escenas sexuales mientras que en la segunda operaba la elipsis para evitar la contemplación del acto sexual. Fue, al fin y al cabo, una apuesta por la dignificación del género que terminaría por venirse abajo cuando hizo su aparición el soporte de vídeo y se abarataron los costes de producción dando la alternativa al sexo puro y duro.

El mejor ejemplo de lo que pudo ser y nunca fue el cine X es «La leyenda de Lady Blue», un melodrama de tinte romántico, envuelto en una fotografía luminosa, que cuenta, a lo largo de hora y media de metraje, la vida de una inocente muchacha de la América profunda que llega a una gran ciudad dispuesta a triunfar pero que, en un fiel reflejo de la realidad, acaba dedicándose al negocio del sexo. El contraste entre la placentera vida en el campo y la agitada supervivencia en la gran ciudad se erige en la columna vertebral de una película que, si no contuviera sexo, parecería una versión mejorada por la industria americana del mito de Martínez Soria.

Pero lo más destacable de la cinta de Fabritzi es la curiosa integración de las escenas eróticas en el desarrollo de la trama. El director filma los encuentros carnales con la misma planificación que el resto de secuencias, lo que constituye un interesante experimento en un género que cambia inmediatamente de registro cada vez que el sexo aparece en la pantalla. Esta innovación narrativa produjo tal conmoción en la crítica que «La leyenda de lady Blue» se convirtió en el paradigma de lo que podía ser un puente entre el cine X y el convencional a causa de su capacidad para narrar una bella historia de amor sin caer en la vulgaridad, una circunstancia que le produjo una lluvia de galardones en la tercera edición de los Annual Erotic Film Awards: mejor guión original, mejor montaje, mejor vestuario y, sobre todo, mejor película de 1979.

LEYENDAS DE PASIÓN

Una gran cantidad de chicas procedentes de zonas rurales acude cada año a Los Angeles y Nueva York atraidas por el señuelo del éxito. La ambición de convertirse en estrellas de cine las atrae a los centros de producción cinematográfica o teatral con la idea de abandonar su rutinaria vida en el campo. Pero la mayoría de ellas no logra su objetivo y acaba ocupada en tareas marginales dentro de la industria del entretenimiento o como actrices de cine X. De hecho, la realidad supera a la ficción en este aspecto y grandes figuras del porno, como Annette Haven, Savannah, Ginger Lynn, Shauna Grant o Tracey Adams emprendieron ese camino iniciático que acabó en rodajes porno, como la protagonista de «Erotica», de Robert McCallum, o la heroína de «La leyenda de Lady Blue», de Aldo Fabritzi, dos ejemplos de que, en muchas ocasiones, el cine no sólo imita a la vida sino que termina por superarlo.

MAUREEN SPRING

Cuatro películas en algo menos de dos años de carrera certifican el paso de Maureen Spring por la industria del cine X americano. Dotada de grandes dotes interpretativas y de una belleza muy humana, alejada de los cánones que ha reclamado el espectador del porno a lo largo de la historia, Spring debutó en el género en 1978, en un pequeño papel en «Sex World», de Anthony Spinelli. Unos meses después asumiría el mejor papel de su carrera al encarnar a la joven protagonista de «La leyenda de Lady Blue». Hasta su retirada, en 1980, Maureen Spring participó en dos filmes más, la disparatada comedia «Boiling point», dirigida por Paul Levis, y uno de los filmes realizados para el lucimiento de John C. Holmes, «Stormy», de Joseph Blaniski. En ellos demostró esa extraña mezcla entre sensualidad y credibilidad que la ha convertido en una actriz de culto para muchos aficionados a pesar de su fugaz presencia en el género.

Publicado en Interviu en enero de 2006.

Hot Rats

La gran película de la historia del porno español es una sucesión de viñetas ideadas por la maquiavélica mente de Narcís Bosch, el director estrella del cine X nacional, que cuenta con un plantel de figuras del género en todo el mundo capitaneadas por Nacho Vidal.

Hot Rats. España. 2003.

Actores: Michelle Wild, Stacy Silver, Ana Nova, Bamboo, Silvia Lancome, Bibian Norai, Carmen Vera, Manela Conde, Lea de Mae, Sophie Evans, Nacho Vidal, Steve Hopper, Ian Scott, Ramón Nomar, Jose Play, Torbe, Andrea Moranty.

Producción: Salvador Diago.

Dirección: Narcís Bosch.

La evolución del porno español pasa por Narcís Bosch, probablemente el director con más talento de cuantos trabajan actualmente en nuestro país. Bosch dispone de los mayores presupuestos y ha creado un estilo propio, con múltiples referencias a la cultura “underground” y a sus conocimientos del cine X, que lo hacen singular incluso en las comparaciones con los autores norteamericanos. Desde que, en 1999, la compañía International Film Grup fichó en exclusiva a Narcís Bosch para que se convirtiera en el realizador estrella de la firma catalana, el director gerundense ha realizado un filme de gran presupuesto al año que, indefectiblemente, le ha llevado a ser premiado en los principales festivales internacionales. Pero ninguna de esos premios tuvo la trascendencia de los obtenidos por “Hot Rats” que, además de arrasar en el apartado nacional de los galardones del Festival de Cine Erótico de Barcelona, se convirtió en la primera película española que ganaba el AVN Award al mejor filme extranjero en la gala anual que se celebra en Las Vegas cada año. Fue a comienzos de 2005 y Bosch también ganó el premio al mejor director extranjero. Y es que este filme, rodado durante una semana en el antiguo hospital para enfermos de tuberculosos de Terrassa, tiene una fuerza en sus imágenes que sólo está al alcance de los grandes filmes y posee la que, para muchos críticos, es la mejor escena de sexo jamás filmada en la historia del cine X español, la que se desarrolla en un ring de boxeo con Bibian Norai y Malena Conde como impenitentes luchadoras.

NARCÍS BOSCH

Narcís Bosch (Salt, Girona, 1972) colaboró en sus inicios en el mundo de la publicidad, en la realización de video-clips y como ayudante en dos cortometrajes dirigidos por Jaime Balagueró. Desde 1998 se dedica a la dirección de películas X, de las cuales ha realizado más de 80 títulos de todos los subgéneros. Comenzó trabajando para la compañía Interselección, como director de películas de diversas temáticas, desde filmes con mujeres maduras hasta cintas 100 % sexo. Su verdadero estilo personal lo adquirió a partir de 1999, cuando comenzó a dirigir en exclusiva para IFG, productora con la que debutó en “Taxi Hard”, aunque un año antes había filmado una de las películas emblemáticas del X español con compañía del periodista Marco Aurelio Beviá, “Caspa Bros.” Es el realizador de cine X más laureado internacionalmente y, en enero de 2005, “Hot Rats”, consiguió en los AVN Awards, los Oscar del porno, el premio a la mejor película extranjera y al mejor director extranjero.

NACHO VIDAL

El actor porno español más famoso del mundo nació en Mataró (Barcelona) en 1973, aunque gran parte de su infancia se desarrolló en Enguera (Valencia), donde su familia poseía una fábrica. Después de trabajar como transportista o enrolarse en la Legión, en 1996 Nacho comienza a practicar el sexo en vivo en la sala Bagdad de Barcelona junto a su entonces novia, la actriz Sara Bernat. Esa ocupación le abre las puertas del cine X, en el que debuta con “Clases de coito anal para colegialas”, de Paco López. Poco a poco, Nacho Vidal comienza a destacar como el principal semental de su generación, hasta que, en 1999, se marcha a América a rodar sus propias películas bajo el auspicio de John Stagliano y Rocco Siffredi. Gracias a su carisma, a la fiabilidad de su trabajo y a su simpatía en las apariciones públicas, Nacho se convertirá desde entonces en un auténtico “boom” mediático, un personaje que trasciende las fronteras del cine X, como lo demuestran sus pinitos en el cine convencional o sus colaboraciones con cantantes como Miguel Bosé o artistas plásticos como Alberto García Álix.

Publicado en Interviu en noviembre de 2005.

Femmes de Sade

El primer gran éxito comercial de Alex de Renzy, uno de los pioneros y principales instigadores de la revolución pornográfica en Estados Unidos, es un excelente descenso a los infiernos del sexo más sórdido de la mano de un ex-convicto dispuesto a poner en práctica sus más osadas perversiones.

Femmes de Sade. EEUU. 1976.

Actores: Annette Haven, Lesllie Bovee, Gail Lawrence, John Leslie, Justine Lynne, Candida Royale, Joey Silvera, Monique Starr, Ken Turner, Desiree West, Linda Wong.

Producción: Alex de Renzy

Dirección :Alex de Renzy.

Entusiasta activista de la contracultura californiana y defensor de la libertad sexual en todos los órdenes de la vida, Alex de Renzy es considerado como una figura fundamental en la lucha por la legalización del cine X en los Estados Unidos. Fue él quien distribuyó por toda América las primeras películas en que se mostraban escenas de sexo explícito de forma legal, los documentales «Sexual Freedom in Denmark» y «Pornography in Denmark», a finales de la década de los 60. Fue también él el autor del mejor recopilatorio de cortometrajes clandestinos realizados en Norteamérica, la brillante compilación «A History of a Blue Movie», un filme que abrió las puertas de la legalización del género en su país y que desató la fiebre de rescate de viejas cintas sicalípticas rodadas para uso y disfrute en la intimidad.

Alex de Renzy fue el principal ariete para derribar el portón de la censura que atrapaba al porno americano, pero, al revés que otros pioneros, no se quedó en el quicio esperando que otros sacaran provecho de un campo que él había labrado con su esfuerzo. A partir de 1971, comenzó una fructífera carrera como director de cine X que se prolongaría, con más de un centenar de títulos, hasta 1996, cinco años antes de su fallecimiento, en junio de 2001.

Su primer gran éxito no lo alcanzaría hasta 1976, cuando dirigió una de sus obras más personales, el descenso a los infiernos del sexo en la ciudad de San Francisco de un ex-convicto cuyas preferencias sexuales alcanzan un grado de perversidad superior al del resto de los mortales. «Femmes de Sade» es un crudo y sombrío retrato de la sexualidad más sórdida en el que Renzy incluyó, en una escena orgiástica final que ha alcanzado gran notoriedad con el paso de los años, algunas prácticas sexuales poco habituales en el porno de su tiempo, como el «fist-fucking» (o penetración con el puño), el «bondage» o la «lluvia dorada».

Servido por la mano maestra de Alex de Renzy, el menú nunca puede ser indigesto y se aleja notablemente del porno más oscuro que impera actualmente cuando el cine X se sale de los cauces más convencionales, principalmente porque «Femmes de Sade» es un filme espléndidamente bien construido y con una narrativa digna de los mejores directores de cine.

PLACER Y DOLOR

La irrupción del cine X en la legalidad provocó una avalancha de películas que, bajo el común denominador del sexo, incluían diversas prácticas carnales que, con el tiempo, se han catalogado como subgéneros. El sadomasoquismo fue una de ellas y caminó de la mano del porno convencional hasta que, ya en los 80, pasó a configurar una especialidad erótica poco relacionada con el «mainstream». Películas como «Femmes de Sade», «The Punishment of Anne», de Radley Metzger, o «Defiance», de Armand Weston, introdujeron en sus secuencias escenas de sadomasoquismo que convivían con otras más convencionales. Hoy en día, el sadomaso o «bondage» se comercializa perfectamente diferenciado del porno convencional y sólo aparece, en su versión más ligera, en filmes como «Marqués de Sade», de Joe D’Amato, o las producciones de Private dirigidas por Kovi.

LESLLIE BOVEE

Tras unos años trabajando como bailarina erótica, Lesllie Bovee se introdujo en la incipiente industria del porno californiano en 1975. En los cuatro años siguientes, Bovee se reveló como una de las actrices más frenéticas de la escena erótica norteamericana, ya que a sus expresivos ojos y su mirada felina añadía una pasión en cada secuencia sexual que le procuraron el reconocimiento de los grandes directores de su tiempo. Rodó a las órdenes de Robert McCallum («Ecstasy Girls»), Alex de Renzy («Femmes de Sade), Radley Metzger («Maraschino Cherry») y Chris Warflied («Champagne for breakfast») antes de su retirada, a mediados de 1978, para dedicarse a la producción y distribución de cine X. Hoy en día es reconocida como una leyenda del género y su nombre figura en el «Salón de la Fama» de la industria para adultos.

Publicado en Interviu en diciembre de 2002.

Dixie Ray, estrella de Hollywood

Realizada en un principio con la idea de que se distribuyera como una película convencional, los problemas de distribución que hubo de padecer convirtieron a ‘Dixie Ray, estrella de Hollywood’ en una de los grandes filmes X de la historia y una muestra de la sapiencia narrativa de Anthony Spinelli.

Dixie Ray, Hollywood Star. EEUU. 1983.

Actores: John Leslie, Lisa de Leeuw, Cameron Mitchell, Juliet Anderson, Kelly Nichols, Veronica Hart, Samantha Fox.

Producción: Billy Thornberg.

Dirección: Anthony Spinelli.

Tras haber realizado algunas de las mejores películas de la edad de oro del porno americano de comienzos de los ochenta (‘Talk dirty to me’, ‘The Dancers’), Sam Weston acometió, en los primeros meses de 1983, la tarea de realizar un filme de sexo que pudiera comercializarse en los circuitos convencionales sin las cortapisas que ya empezaba a encontrar el género para su distribución en las salas de proyección. Para ello, Weston filmó una intrincada historia de cine negro, con detectives en el más puro estilo del cine clásico americano, mujeres fatales y estrellas venidas a menos, en la que las escenas sexuales funcionaban como contrapunto para aquello que la trama quería contar. La película, con conexiones estéticas y argumentales con obras maestras del cine americano como ‘El crepúsculo de los dioses’, de Billy Wilder, o ‘El sueño eterno’, de Howard Hawks, pretendía sacar al cine X de sus catacumbas y demostrar a la sociedad que el porno podía funcionar como un género cinematográfico con valores propios.

Sam Weston, o Anthony Spinelli, como firmó la mayoría de sus cintas de cine X, dirigió ‘Dixie Ray, estrella de Hollywood’ con la idea de que fuera un softcore. Pese a que en las escenas de sexo los actores tenían un contacto físico real, utilizó los emplazamientos de cámara y demás recursos cinematográficos para obviar al espectador la contemplación de lo explícito. En los títulos de crédito del filme figuraban los actores porno con sus nombres reales y la película se aprestó a una distribución comercial en los cines de los Estados Unidos. Sin embargo, la estrategia de distribución fracasó estrepitosamente a causa del poco interés de los exhibidores en ofrecer al público un tipo de cine anatemizado por la creciente ola de conservadurismo que estaba invadiendo a la sociedad americana.

Spinelli decidió tirar la toalla: incluyó, en un nuevo montaje del filme, numerosos planos de sexo explícito y devolvió a los títulos de crédito los seudónimos de las estrellas del cine X que habían participado en el proyecto. La tentativa de devolver el porno al mundo del cine fracasó, pero dejó como herencia una de las mejores películas de la historia del género, no sólo por su concepción fílmica sino por su insólita estructura narrativa, compeltamente alejada de los convencionalismos del porno moderno.

DETECTIVES MUY PRIVADOS

La crítica especializada define a Nick Popodulis, el personaje que interpreta John Leslie en ‘Dixie Ray, estrella de Hollywood’, como el auténtico paradigma del héroe de cine negro dentro del porno. El personaje de Popodulis, único semental activo en la película, recoge así la tradición establecida en una década de filmes pornográficos del detective descarado y seductor que había triunfado en el thriller clásico norteamericano de la década de los 40 y que en el porno había representado como pocos John Holmes en el papel de Johnny Wadd, el personaje que lanzó a la fama al excéntrico actor. El cine negro ha sido desde entonces una cantera inagotable de ideas para el porno que, en esa línea, ha ofrecido al aficionado cintas como ‘Amanda de noche’ y ‘Trinity Brown’, ambas de Robert McCallum, o ‘American Pie’, de Jeffrey Fairbanks.

LISA DE LEEUW

Actriz de generosas carnes y cierta tendencia al sobrepeso, Lisa Trego (Moline, Ilinois, 1958) entró en el mundo del porno en 1978 cuando se trasladó a Los Angeles con la intención de triunfar en el mundo del espectáculo. Por consejo de la realizadora Svetlana, Lisa, que adoptó el apellido De Leeuw para trabajar en el cine X, se sometió a un intenso régimen de adelgazamiento que le haría modelar una figura redondeada y agresiva con la que se convertiría en una de las más solventes figuras del género en la década de los 80. Entre 1978 y 1987, participaría en más de 140 filmes, algunos de los cuales están considerados como clásicos del género, caso de «Ten little maidens», de John Seeman, o «Dixie Ray, estrella de Hollywood». Tras su retirada, De Leeuw siguió trabajando en el circuito de baile erótico, del que hubo de retirarse a comienzos de los 90 por su delicado estado de salud. Murió víctima del SIDA el 11 de noviembre de 1993.

Publicado en Interviu en mayo de 2003.