Roma Connection

Tras un atentado de la Mafia, un arrepentido de la organización criminal entrega a un equipo de televisión una cinta que demuestra la implicación en actividades ilegales de varios políticos y el director de la propia emisora televisiva. “Roma Connection” es una de las películas más brillantes realizadas en los primeros noventa por Mario Salieri, antecedente más próximo de sus obras maestras.

Roma Connection. Italia. 1991.

Intérpretes: Gabriella Dari, Ashley Nichols, Joy Karin’s, Cristina Stevens, Deborah Wells, Piero Dionisi, Roberto Malone, Walter Carrera, Richard Voicin, Christoph Clark, Domenico Desi, Ubaldo Litteri, Nicola Darino, Paolo Orace.

Producción: Mario Salieri.

Dirección: Mario Salieri.

Mario Salieri nunca ha ocultado sus deseos de filmar cine convencional. De hecho, sus películas son lo más parecido al cine que vemos en las salas comerciales, con la particularidad de que, en las escenas de sexo, hay sexo real. “Roma Connection” pertenece a la primera época del director napolitano, cuando, tras seis años dirigiendo y produciendo filmes con presupuestos muy ajustados, comenzaba a manejar algo más de dinero para elaborar sus películas.

Con una estructura que podría prescindir perfectamente de las escenas de sexo, dado lo trabajado del guión y la puesta en escena, “Roma Connection” es un extraordinario relato de intriga sobre los métodos oscuros de la Mafia siciliana en el que Salieri pone en juego un entramado de chantajes, venganzas e intereses cruzados donde las mujeres sirven como moneda de cambio, las vidas tienen un valor muy relativo y el poder maneja a su antojo los hilos de la vida social. Antecedente próximo de sus obras maestras, que empezarían a desgranarse un año después con la magnífica “Toda una vida”, la película ensambla en una historia apasionante, de la que es difícil abstraerse, algunos de los mejores números de sexo filmados por el director napolitano. Claro que, para ello, dispuso de tres de sus actrices fetiche, Gabriella Dari, Joy Karin’s y Deborah Wells, en la plenitud de sus carreras.

GABRIELLA DARI

Una de las actrices más hermosas que ha dado el cine X europeo, la húngara Gabriella Dari (Budapest, 1971), trabajaba como camarera en una heladería de la capital magiar cuando tuvo conocimiento de que la productora Magma organizaba un casting para reclutar actrices. Dari, que ganaba despachando helados un tercio de lo que le ofrecían por un día de rodaje, se presentó y logró el papel. Así arranca la leyenda de una de las indiscutibles figuras del porno europeo, que filmó una cincuentena de películas durante los tres años en los que estuvo en activo en el cine X y cuya retirada, para casarse con un compatriota con el que más tarde tuvo un hijo, dejó huérfana a una ingente legión de admiradores.

Publicado en Interviu en julio de 2005.

La princesa y la puta

Una inmersión en el intercambio de personalidades de dos mujeres proporcionó a Marc Dorcel la coartada perfecta para aproximarse a un universo sadiano en el que caben el sexo sofisticado, los fantasmas, el fetichsmo y las situaciones morbosas.

La princesse et la pute. Francia. 1996.

Actores: Laure Sinclair, Coralie, Olivia del Rio, Roxanne Hall, Christophe Clark, Philippe Soine, Elodie Chérie, Maeva, Tanya Larivière, David Perry, Eva Bond, Roberto Malone, Richard Langin, Mike Foster, Philippe Dean.

Producción: Marc Dorcel.

Dirección: Marc Dorcel.

Cinco películas de calidad y el reconocimiento por parte de la crítica habían convertido a Marc Dorcel, en 1996, en uno de las vacas sagradas del cine X europeo. Con un estilo cinematográfico que añadía sofisticación visual a la estética que él mismo había creado, en compañía de Michel Ricaud, para reflotar el porno francés, Dorcel era ya un director indispensable en el panorama del hard continental y un productor con un amplio bagaje profesional a sus espaldas.

‘La princesa y la puta’ insiste en la preocupación de su director por pergeñar un cine X de estética burguesa y con ciertos toques intelectuales. Con un presupuesto de 700.000 francos (unos 18 millones de pesetas), muy superior a las cifras que habitualmente se mueven en Europa para rodar un vídeo porno, Dorcel acometió el proyecto rodeado de su equipo habitual de colaboradores: el guionista Michel Barny, el director de fotografía Serge de Beaurivage y su actor-fetiche Christophe Clark encabezando un equipo compuesto por 15 personas. Un castillo de la región parisiense y sus alrededores sirvió como escenario para los cinco días de rodaje de la cinta.

La trama del filme es tan antigua como la propia Humanidad. Desligar del entorno en el que han crecido a dos personajes para trasladarlos a ambientes completamente contrapuestos era uno de los recursos más utilizados por el teatro español del Siglo de Oro cuando los caracteres de una obra perseguían trabajos de amor perdidos. El cine ha incidido también en el tema, pero el antecedente más próximo a su argumento lo encontramos en la comedia de John Landis ‘Entre pillos anda el juego’. Allí, dos millonarios apuestan un dólar para comprobar si es posible intercambiar los roles de un «broker» neoyorquino y un mendigo hasta que la treta se vuelve contra ellos.

En ‘La princesa y la puta’ el intercambio de papeles tiene un matiz sexual, como no podía ser menos. Los potentados que apuestan ridículamente para extraer a un princesa del ambiente distinguido en el que se mueve con la intención de convertirla en una prostituta de lujo albergan, en el fondo, una intención sádica del sufrimiento, una de las constantes del cine de Dorcel, basado en el desamparo. Pero hay tantos apuntes sadianos en la integración de la princesa en el mundo del sexo como en la transposición de una prostituta ninfómana a los grandes salones de la nobleza. Como en otros filmes del director francés (‘El perfume de Mathilde’, ‘La ruée vers Laure’, ‘La emperatriz del vicio’), la película nos enseña, por una parte, el proceso de aprendizaje tan recurrente en la tradición erótica francesa y, por otra, las dos caras de la sexualidad femenina, revertidas en una sola imagen.

Al igual que la mayoría de las películas dirigidas por Marc Dorcel, ‘La princesa y la puta’ acaparó la gran mayoría de galardones en los Hot d’or que se celebran en Cannes. El conocimiento del público francés, con el que la cinta funcionó espléndidamente, convierten a Dorcel en un habitual de estos premios, independientemente de sus muchos méritos artísticos. Mejor director, mejor actriz (Coralie), mejor guión, mejor starlette (Laure Sinclair) y mejor película del año son los méritos que acumuló, en la edición de 1996, este filme de Dorcel, que se cuenta entre los más notables de su realizador.

OLIVIA DEL RIO, LA PERLA DE BRASIL

Nacida en Rio Casca (Brasil), en 1969, de una familia de 16 hermanos, Olivia del Rio es la actriz de origen brasileño más importante de la historia del cine X. Comenzó su carrera en Francia, donde después de debutar a las órdenes de Patrick Cabanel logró cierto prestigio como secundaria en cuatro películas de Marc Dorcel (entre ellas, ‘El deseo en la piel’ y ‘La princesa y la puta’). Su exótica belleza la haría popular en la industria europea, llegando a participar en filmes en Italia y España (‘Torero’). En 1997 dio el salto al cine X norteamericano, en el que se ha destacado como una de las más rutilantes estrellas de la última generación. Desde entonces, compaginó rodajes en América y Europa (principalmente para la compañía Private) hasta que, a principios de 2000 se tomó un respiro para tener un hijo. A mediados del año siguiente volvió al porno.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Como consecuencia de una estúpida apuesta, dos hombres de negocios, dueños del principado de Clito, idean intercambiar a Sofía, una dulce princesa, y Helga, una prostituta ninfómana considerada como la reina del sexo. Por dicho juego, Sofía se ve introducida en un burdel de lujo, donde se somete a los delirios sexuales de los clientes habituales. Por su parte, Helga, que no acaba de asimilar bien la «buena educación» que requiere su nueva posición, echa de menos la ausencia de hombres como los que estaba acostumbrada a tratar, aunque se siente atraída por la rigidez del protocolo que exige la vida principesca en el castillo en el que se encuentra confinada. Sin embargo, ambas será inducidas a coincidir.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en diciembre de 2001.

El deseo en la piel

Una comedia mágica sobre los poderes sobrenaturales de un trozo de cuero sirvió a Marc Dorcel para reflexionar sobre la inverosímil facilidad con que el cine X presenta los encuentros sexuales. Pero también para realizar una de las películas más atractivas de los últimos años.

Le désir dans la peau. Francia. 1996.

Actores: Laure Sainclair, Olivia del Río, Élodie Chérie, Colarie, Magelia, Peneloppe, Ava, Kelly Trump, Sandra, Andschana, Veronique Lefai, Magalie, Christophe Clark, Roberto Malone, Jean-Yves LeCastel, Richard Lengin, Mike Foster, Bruno Aissix, David Perry, Hervé-Pierre Gustave, Philippe Dean, Rodolphe.

Producción: Marc Dorcel.

Dirección: Marc Dorcel.

Lo que en un principio fue una especie de reto, motivado por la desaparición de Michel Ricaud, acabaría convirtiéndose para Marc Dorcel en una gozosa obligación. Dos años después de asumir la dirección de “El perfume de Mathilde”, Dorcel había realizado ya cuatro películas X con notable éxito entre el público y la crítica. Ganador año tras año de los prestigiosos Hot d’Or que se entregan en Cannes coincidiendo con el Festival Internacional de Cine, Dorcel se había consolidado como el principal impulsor del porno galo ante unos aficionados que apreciaban su exquisita mezcla de perversión y refinamiento premiándolo en cada edición.

Su quinta película fue ‘El deseo en la piel’, una comedia mágica, rodada con 700.000 francos de presupuesto, en la que recogía la tradición del cine pornográfico de incluir objetos fantásticos para facilitar la seducción. Filmes como ‘El espejo de Pandora’ de Warren Evans ya habían desarrollado el tema desde una perspectiva psicoanalítica. Pero Dorcel buscó un referente más cercano en el mundo del cómic. ‘El click’ de Milo Manara fue el punto de partida para introducir un mecanismo de seducción externo que, además, subrayara la inverosímil facilidad con la que los personajes de las películas X establecen contacto carnal. Si en el mítico tebeo de Manara era un control remoto el que excitaba los sentidos femeninos, en ‘El deseo en la piel’ será un antiestético pellejo el que levante pasiones incomprensibles entre la población femenina. Todo ello no es gratuito. La arbitrariedad del deseo en la representación del cine porno es puesta en entredicho mediante un elemento ajeno a él, que refuerza los mecanismos de ficción del género a través de una historia fantástica. Por eso, ‘El deseo en la piel’ ofrece una moraleja final que tiene una doble lectura: la de la sublimación del sentimiento amoroso y la de la explicitación de que el sexo en el cine X no es más que una representación.

Los pilares del cine de Dorcel son la escritura y la elegancia de la imagen. Recurre a un buen guión para desarrollar un torrente de imágenes que no dejan impasible al espectador. El director francés es un excelente contador de historias, pero además posee la experiencia suficiente para saber sacar el máximo partido a cada uno de los números sexuales que salpican la acción. En ‘El deseo en la piel’, Dorcel introduce la cámara subjetiva, que realza el punto de vista del protagonista, para reforzar la identificación con el espectador. Todo ello es fruto de un intenso trabajo previo que comprende una preparación de las escenas poco usual en el porno moderno. Esta labor de preproducción se plasmará después en cinco intensos días de rodaje.

Convertido en paradigma del nuevo porno francés, Marc Dorcel es uno de los pocos directores actuales que intenta adaptar la tecnología del vídeo a un lenguaje cinematográfico específico surgido en el esplendor del cine X, a finales de los años 70. Su obsesión por dotar de dramatización a las situaciones sexuales y de revestirlas de una historia atractiva, que enganche al espectador tanto o más que la vacía presencia del sexo puro y duro, hacen de esta película, y en general de toda su filmografía, un movimiento de resistencia frente a las nuevas tendencias del género.

LAURE SAINCLAIR, LA MUSA DE DORCEL

La francesa Laure Sainclair era modelo de revistas de moda y eventualmente de publicaciones eróticas cuando decidió introducirse en el cine X de manera un tanto especial. En julio de 1995, durante una fiesta X en Rennes, Laure subió al escenario y comenzó a bailar, convirtiéndose en la sensación del evento. En agosto de 1995, Marc Dorcel la contrataría para protagonizar tres películas dirigidas por él, entre ellas ‘El deseo en la piel’. Poco después, Laure firmó en exclusiva un contrato con Vidéo Marc Dorcel para convertirse en la musa del realizador galo. Desde aquel momento, la francesa ha sido una de las pocas actrices del Oeste de Europa que ha mantenido el tipo ante el empuje de las eslavas y ha llegado a dar el salto a los Estados Unidos para protagonizar ‘Wicked Weapon’, de Brad Armstrong, en la que compartía cartel con Jenna Jameson.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Tras un desengaño amoroso, un hombre pierde toda su fortuna. Solo y sin fortuna, entra por casualidad en una tienda de antigüedades donde el propietario, un hombre de escaso atractivo, parece tener un gran éxito con las mujeres. El anticuario le explicará que su secreto es, en realidad, un pedazo de cuero que tiene poderes mágicos. Basta con frotarlo para que todas las mujeres caigan rendidas a sus pies. Ante la insistencia del cliente, el anticuario acepta venderle la piel mágica, pero le advierte que cuanto más utilice sus poderes más pequeña se hará la piel hasta que al final su virilidad acabará perteneciendo al vendedor. Orgulloso de su compra, el hombre aprovechará la magia del objeto, pero se dará cuenta de que, finalmente, lo más importante de todo será recuperar a su amada.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en abril de 2001.

46. La llegada del DVD

En enero de 1998 se estrenó en las salas comerciales ‘Boogie Nights’, la recreación de la “época dorada” del cine X americano dirigida por Paul Thomas Anderson. Rodada durante el verano del año anterior, la película contó con el asesoramiento de Ron Jeremy y la presencia, en papeles de reparto, de Nina Hartley y Veronica Hart. Su descripción del submundo en el que creció la industria de cine X en la Costa Oeste, con personajes perfectamente reconocibles como el director entregado a la causa o la estrella masculina implicada en asuntos de drogas, es la aproximación más sincera y veraz del cine de Hollywood al universo X.

Boogie Nights.

Muy lejos de los tiempos de ‘Boogie Nigths’ se encontraba la industria norteamericana del cine X, mucho más preocupada en mostrar sexo bajo cualquier pretexto que en envolverlas de historias interesantes. La crisis de guionistas que padece el porno contemporáneo tiene su reflejo en la gran cantidad de filmes que encadenan clips de impecable estética sólo sostenidos por un leve hilo argumental. No es de extrañar, pues, que una película como ‘Café Flesh 2’, de Antonio Passolini, en la que existía un sólido armazón cinematográfico, fuera una de las obras más celebradas en 1998. Antiguo guionista de las películas de los hermanos Mitchell y productor ejecutivo de los mayores éxitos de Michael Ninn, Passolini debutó como director en el porno con esta cinta que mezcla el artificio visual con la estética “retro” y le añade referencias culturales que entroncan con la primera parte, la mítica película dirigida en 1982 por Rinse Dream. Passolini también escribió y produjo ‘Perversa’, de Stuart Canterbury, una insólita adaptación al porno de ‘Macbeth’ de Shakespeare ambientada en la Segunda Guerra Mundial.

La segunda gran revelación del año fue Kris Kramski. Heredero de la estética enrevesada de Gregory Dark, Kramski se destacó como un perverso ideólogo sexual en ‘Klimaxx’, rodada en Budapest, con la que acuñó el término “porno-basura” para referirse a un cine poco convencional en el que se aúnan erotismo y fealdad. Las inquietudes de Kramski por buscar una estética novedosa no dependiente de la tecnología lo han convertido en uno de los realizadores más prometedores del porno americano.

Fuera de estos dos outsiders, el porno americano se vio notablemente influido por la aparición del DVD como sistema de reproducción de las películas. El DVD se empezó a comercializar en 1998 y permitía al espectador seleccionar su propio montaje, lo que potenció, más si cabe, el carácter fragmentario de las cintas. El mercado estaba saturado de filmes de temática “100 % sexual” en la que se encadenaban las escenas de sexo sin intervalos dramáticos. Hasta el otrora innovador Andrew Blake cayó en la tentación de realizar ‘Tacones de aguja’, un filme de temática lésbica conformado sólo por escenas de sexo. En este contexto, sólo aquellos realizadores que intentaban desmarcarse de los duros tiempos de un género abocado a convertirse en un catálogo de prácticas eróticas, aportaban algo de originalidad. Era el caso de Michael Ninn quien realizó ‘Cazadoras de hombres’ como vehículo de lucimiento de la holandesa Helen Duval, Michael Zen, que expuso en ‘Satyros’ su particular visión de la mitología griega, Paul Norman, que sacó sus impulsos fetichistas en ‘Fetish’, o Paul Thomas, quien con su habitual sistema de producción de tintes burgueses dirigió ‘La esposa de la Mafia’.

Tommy Lee y Pamela Anderson.

LAS VACACIONES DE PAM Y TOMMY

El vídeo porno más vendido en el mundo durante 1998 no fue curiosamente una película X. Fue el vídeo doméstico filmado por Tommy Lee, batería del grupo musical Mötley Crue, durante unas vacaciones por los lagos del Norte de los Estados Unidos junto a su esposa, la exuberante actriz Pamela Anderson. En él aparecía la estrafalaria pareja entregada a diversas prácticas conyugales. El vídeo fue robado de la mansión del matrimonio Lee-Anderson y comercializado como película X con el título ‘Pam & Tommy Lee Uncensored’, además de ser ampliamente difundido por Internet. A pesar de la poca calidad de las imágenes, la cinta cosechó una importante cifra de ventas debido al morbo de ver a una estrella de la televisión, como la siliconada Pamela Anderson, entregada sin remilgos a quehaceres propios de una actriz porno.

CLARK CONQUISTA AMÉRICA

Dicen los entendidos que el sexo anal no interesa al público norteamericano. Así fue durante muchos años, cuando los realizadores esadounidenses se permitían incluir alguna escena de sodomía si la película iba a comercializarse en Europa. Tuvo que ser un francés el que acabara con el mito. El actor Christophe Clark conquistó el mercado americano con sus películas gonzo, basadas en el sexo anal, y producidas con bajos presupuestos y “castings” reclutados en la inagotable cantera húngara. Con filmes como ‘Túnel caliente’, ‘Túnel húmedo’ o ‘Euro Angels 10: Anal Decadence’, Clark se convirtió en el rey del gonzo americano al mostrar actrices lejanas a la estética convencional yanqui, exentas de retoques quirúrgicos y dispuestas a practicar la sodomía.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en marzo de 2001.

Citizen Shane

La adaptación al porno del clásico ‘Ciudadano Kane’ fue la segunda película que dirigió Marc Dorcel desde la muerte de su inseparable socio Michel Ricaud. Con un guion de Michel Barny, ‘Citizen Shane’ es una dignísima transposición al porno de la mítica película de Orson Welles.

Citizen Shane. Francia. 1994.

Actores: Christophe Clark, Anita Rinaldi, Draghixa, Erica Bella, David Perry, Andschana, Jean-Yves Le Castel, Eric Weiss, Maeva, Élodie, Paul Beauvais, Erika Stone, Ophélie, Pierre-Hervé Gustave.

Producción: Marc Dorcel.

Dirección: Marc Dorcel.

Con la trágica desaparición de Michel Ricaud en 1993, durante el rodaje de una película para la productora Private en las islas Seychelles, el cine X francés quedaba huérfano. El principal artífice de la revitalización del porno francés murió accidentalmente sin que se vislumbrara un heredero de su arte.

Marc Dorcel, que había sido el productor de los filmes de Ricaud desde 1988, no encontró ningún realizador con capacidad para continuar el trabajo iniciado por ambos y decidió asumirlo él personalmente. No era una tarea fácil, pese a que Dorcel poseía cierta experiencia como director de cintas eróticas. En 1981, Marc Dorcel se había convertido en uno de los pioneros de la filmación en soporte de vídeo cuando dirigió “Jolies petits garces”, una película protagonizada por Marilyn Jess, en el momento en el que la mayoría de los filmes del género se rodaban en soporte cinematográfico. 13 años después de aquella experiencia, que había aparcado para centrarse en su trabajo como productor, Dorcel la retomó para dar continuidad a la exitosa fórmula que había patentado en compañía de Ricaud.

En 1994, Marc Dorcel dirigió ‘El perfume de Mathilde’, una sensual historia sobre la dominación que le valió el reconocimiento entre la crítica y el público como digno heredero de la técnica cinematográfica de su antiguo colaborador. El éxito cosechado por esta cinta animó a Dorcel a continuar su trabajo tras las cámaras y unos meses después ya estaba trabajando en su nuevo proyecto. Se trataba de llevar al cine X una de las películas convencionales más famosas de todos los tiempos: ‘Ciudadano Kane’, de Orson Welles. Al igual que había hecho en su anterior filme, Dorcel recurrió a un guionista profesional para que escribiera la historia. El elegido fue Michel Barny, un antiguo realizador de filmes X de la década de los 70 (‘Délires porno’, ‘Mes nuits avec Alice, Pénélope, Arnold, Maude et Richard’) que había sobrevivido a la crisis del porno galo como guionista. Barny construyó una trama atractiva que, partiendo de las mismas claves que el mítico filme de Welles, privilegia la vertiente sexual del personaje, y dirigió algunas secuencias de la cinta.

‘Citizen Shane’ se rodó en cinco días al intenso ritmo de catorce o quince horas diarias de trabajo y con un equipo técnico compuesto por quince personas, según el plan establecido previamente por el productor de la cinta. El prestigio adquirido por Dorcel en la producción y la calidad de su primera película como realizador facilitaron que el reparto estuviera conformado por tres de las actrices más importantes de su tiempo: la francesa de origen serbio Draghixa y las húngaras Anita Rinaldi y Erica Bella, dos de las pioneras de la invasión magiar que comenzaba a llegar al cine X europeo.

Las dos horas de sexualidad intensa y referencias cinéfilas de ‘Citizen Shane’ ganaron el reconocimiento de la crítica en la gala de los premios Hot d’or que se celebra anualmente de Cannes. En mayo de 1995, la segunda película de Dorcel fue premiada como mejor filme europeo del año, el director fue nombrado mejor realizador europeo y el protagonista, Christophe Clark, obtuvo el galardón de mejor actor europeo de 1994.

CHRISTOPHE CLARK, EL ARISTÓCRATA DEL PORNO

Durante unas vacaciones en Ibiza, un fotógrafo erótico propuso al joven Christopher Clark participar en una película. Clark, que entonces contaba con 20 años de edad, aceptó el reto y se convirtió en actor de cine X. Su primera película importante fue ‘Le fruit défendu’, en la que figura con el seudónimo de Christoff Dubet. Desde entonces, la carrera de este actor parisino de aspecto aristocrático ha sido imparable. Sus actuaciones en algunas de las películas míticas del porno europeo, como ‘La mujer de negro’, de Michel Ricaud, ‘Adolescencia perversa’, de Mario Salieri o ‘Aladin X’ de Luca Damiano, lo llevaron a ser considerado la máxima estrella del género en el Viejo Continente junto a Rocco Siffredi. Pero fue a partir de sus interpretaciones en los filmes de Marc Dorcel (‘El perfume de Mathilde’, ‘Citizen Shane’) cuando demostró sus innegables dotes de actor dramático. Desde 1993 dirige sus propias películas, especializadas en sexo anal.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Después de hacer el amor con una prostituta el magnate de la prensa Victor Henry Shane muere pronunciando unas enigmáticas palabras: “Botón helado”. La prensa se pregunta por el significado de ellas y el público quiere saber qué hay detrás de esa declaración. Shane ha llevado una vida de playboy entregado al sexo, ha poseído a las mujeres más bellas del planeta y se ha casado con las más ricas herederas. Una investigación sobre los secretos de su vida descubrirá a la opinión pública una realidad mucho más peligrosa de lo que nadie había imaginado. Victor Henry Shane era un pervertido que utilizaba el sexo como válvula de escape para desatar sus más oscuras perversiones y estimular su imaginación. La vida oculta de Shane estaba dominada por ese botón helado.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en febrero de 2001.

El perfume de Mathilde

Una exquisita puesta en escena y la sofisticación del mejor cine X rodado en Francia han hecho que ‘El perfume de Mathilde‘ se haya erigido como uno de los títulos emblemáticos del porno en la década de los 90. La sabia realización de Marc Dorcel y la arrolladora actuación de Draghixa han contribuido a agrandar su mito.

Le parfum de Mathilde. Francia. 1994.

Intérpretes: Draghixa, Julia Chanel, Christophe Clark, Maeva, Élodie, Simona Valli, Elisabeth Stone, Eric Weiss, Richard Langin, David Perry, Thomas Smith, Manon, Kathy.

Producción: Marc Dorcel.

Dirección: Marc Dorcel.

Como en tantos otros aspectos del ámbito cultural, Francia es el país europeo que abanderó la vanguardia de la producción de cine X en el Viejo Continente. En 1975, cuando se legalizó el porno en el país vecino, los aficionados abarrotaban las salas en las que se exhibían las películas de corte erótico con la avidez de quien busca descubrir nuevas formas de expresión artística. El cine porno francés viviría al final de la década de los setenta su “âge d’or” con una serie de originales propuestas cinematográficas servidas por veteranos del cine sexy, como José Bénazéraf, Lucien Hustaix o Max Pecas, y por jóvenes realizadores dispuestos a rivalizar, en inferioridad de condiciones técnicas pero con una enorme dosis de imaginación, con los grandes directores norteamericanos, como Claude Mulot, Francis Leroi o Jean-François Davy. Ellos forman lo que podríamos denominar la “nouvelle vague” del cine erótico galo. Sin embargo, una estricta legislación administrativa, la aparición del vídeo doméstico como soporte para la distribución de las películas y cierto desinterés del otrora apasionado público francés provocaron una regresión en la producción cuya principal consecuencia, ya en plenos años ochenta, fue la pérdida de calidad de las películas. A mediados de esta “década oscura” el productor Marc Dorcel y el realizador Michel Ricaud fueron los primeros en apercibirse de la caída libre en la que se encontraba el porno galo y su pérdida de competitividad respecto a la invasión de filmes americanos. Después de rodar casi ochocientas películas durante un decenio, Michel Ricaud falleció trágicamente durante un rodaje en las islas Seychelles. Su productor, Marc Dorcel, se enfrentó con el reto de dotar de continuidad al proyecto iniciado por los dos y, al no encontrar a nadie que se acomodase a su estilo de producción, decidió dirigir sus propias películas. Su primer trabajo como realizador fue ‘El perfume de Mathilde’, un porno que respeta fielmente los presupuestos de trabajo de Ricaud y que supuso un hito dentro de la renacida producción X francesa. Marc Dorcel asumió la dirección de ‘El perfume de Mathilde’ como una prueba de su capacidad, tras más de dos lustros apartado de tales quehaceres. La película se rodó en una semana en escenarios naturales, con un equipo técnico de quince personas y con un coste cercano a los quince millones de pesetas, un presupuesto muy elevado para un filme X rodado en vídeo. Animado por el éxito de la cinta (cosechó un importante éxito de público y conquistó varios galardones en festivales especializados), decidió continuar con su trabajo detrás de las cámaras. En ‘La princesa y la puta’, ‘El deseo en la piel’, ‘La fiebre de Laure’ o ‘Las siete pruebas. Iniciación de una virgen’, Dorcel demuestra su apuesta por la calidad y su interés por hacer un cine X de excelente factura que atraiga al aficionado más exigente.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Con guión de Jean Rollin, escritor y realizador que procede del cine fantástico y de ciencia-ficción, a partir de una novela erótica suya publicada por el propio Dorcel en sus tiempos de editor, ‘El perfume de Mathilde’ cuenta la historia de Eva, una joven virgen que es llevada por sus tíos al castillo de Sir Remy, un libertino atormentado por el recuerdo de su primera esposa, para casarse con éste. La inocente doncella acude al castillo pensando en que su matrimonio será una aburrida balsa de aceite de aroma burgués, con un marido condescendiente y protector, pero encuentra un clima lascivo entre la servidumbre y las amistades de su futuro marido. Sir Remy, que planea una venganza diferida sobre Eva de la promiscuidad de su ex-esposa Mathilde (sorprendentemente parecida a la que va a ser su mujer), acabará sucumbiendo a la perversidad de su nueva esposa, transformada por el intenso perfume del recuerdo de su antecesora, en una réplica de aquélla, en vicio y perversión, para tormento de su infeliz marido.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en mayo de 2000.