Roma Connection

Tras un atentado de la Mafia, un arrepentido de la organización criminal entrega a un equipo de televisión una cinta que demuestra la implicación en actividades ilegales de varios políticos y el director de la propia emisora televisiva. “Roma Connection” es una de las películas más brillantes realizadas en los primeros noventa por Mario Salieri, antecedente más próximo de sus obras maestras.

Roma Connection. Italia. 1991.

Intérpretes: Gabriella Dari, Ashley Nichols, Joy Karin’s, Cristina Stevens, Deborah Wells, Piero Dionisi, Roberto Malone, Walter Carrera, Richard Voicin, Christoph Clark, Domenico Desi, Ubaldo Litteri, Nicola Darino, Paolo Orace.

Producción: Mario Salieri.

Dirección: Mario Salieri.

Mario Salieri nunca ha ocultado sus deseos de filmar cine convencional. De hecho, sus películas son lo más parecido al cine que vemos en las salas comerciales, con la particularidad de que, en las escenas de sexo, hay sexo real. “Roma Connection” pertenece a la primera época del director napolitano, cuando, tras seis años dirigiendo y produciendo filmes con presupuestos muy ajustados, comenzaba a manejar algo más de dinero para elaborar sus películas.

Con una estructura que podría prescindir perfectamente de las escenas de sexo, dado lo trabajado del guión y la puesta en escena, “Roma Connection” es un extraordinario relato de intriga sobre los métodos oscuros de la Mafia siciliana en el que Salieri pone en juego un entramado de chantajes, venganzas e intereses cruzados donde las mujeres sirven como moneda de cambio, las vidas tienen un valor muy relativo y el poder maneja a su antojo los hilos de la vida social. Antecedente próximo de sus obras maestras, que empezarían a desgranarse un año después con la magnífica “Toda una vida”, la película ensambla en una historia apasionante, de la que es difícil abstraerse, algunos de los mejores números de sexo filmados por el director napolitano. Claro que, para ello, dispuso de tres de sus actrices fetiche, Gabriella Dari, Joy Karin’s y Deborah Wells, en la plenitud de sus carreras.

GABRIELLA DARI

Una de las actrices más hermosas que ha dado el cine X europeo, la húngara Gabriella Dari (Budapest, 1971), trabajaba como camarera en una heladería de la capital magiar cuando tuvo conocimiento de que la productora Magma organizaba un casting para reclutar actrices. Dari, que ganaba despachando helados un tercio de lo que le ofrecían por un día de rodaje, se presentó y logró el papel. Así arranca la leyenda de una de las indiscutibles figuras del porno europeo, que filmó una cincuentena de películas durante los tres años en los que estuvo en activo en el cine X y cuya retirada, para casarse con un compatriota con el que más tarde tuvo un hijo, dejó huérfana a una ingente legión de admiradores.

Publicado en Interviu en julio de 2005.

34. Un tren de alta velocidad

En 1992 la industria de cine X en Europa es una gozosa realidad. Impulsado por una potente locomotora en la que figuran Alemania, Italia y Francia, el tren del porno europeo transita velozmente para competir con el expreso americano. Dos años antes, el magnate sueco de la revista Private, Berth Milton había decidido retirarse y ceder su fastuoso imperio a su hijo, Berth Milton Jr. El joven Milton retomó la vieja aspiración de su padre de dotar de animación a las sugerentes imágenes explícitas de la revista, que a finales de los 60 ya había fracasado en el intento de entrar en el mercado del cine X a causa de la piratería y de la precaria situación del mercado. Pero en la década de los 90 el entorno era muy diferente. Mario Salieri en Italia, Michel Ricaud en Francia y Hans Moser en Alemania habían triunfado con un modelo cinematográfico que se adaptaba plenamente a las características de Private: formato de vídeo, cuidada fotografía, atrayente escenografía y actores profesionales. El propio Berth Milton dirigió ‘Private Video Magazine 1’, una cinta de dos horas de duración que logró vender más de 50.000 copias en todo el mundo. A partir de entonces, Private compaginaría la edición de su video-revista con la producción de películas con sólidas tramas argumentales.

Private Video Magazine 1.

El primer director en el que pensó Milton para realizar películas X con el sello de Private fue Michel Ricaud. El prolífico realizador francés aceptó la propuesta de la revista aunque siguió trabajando a las órdenes de Marc Dorcel, su inseparable compañero de producción. Con presupuestos más elevados que en años anteriores y la presencia de actrices americanas en el reparto, el dúo Ricaud-Dorcel filmó ‘Constat d’adultère’ y ‘Les menteuses’, dos obras con un intenso ritmo sexual.

Que el dinero había llegado al porno europeo lo demuestra el hecho de que el italiano Mario Salieri pudo confirmar definitivamente el talento que había apuntado, con menores presupuestos, en anteriores filmes. ‘Arabika’ fue la primera superproducción del director napolitano para contar una atractiva historia de trata de blancas en la que la australiana Sunny McKay era la protagonista. La siguiente película de Salieri, ‘Toda una vida’, refrendó la maestría de su realizador. Ambientada en la Segunda Guerra Mundial, ‘Toda una vida’ es un majestuoso monumento cinematográfico sobre el fascismo cotidiano gracias al cual la holandesa Zara Whites y la húngara Gabriella Dari ascendieron al pedestal de reinas del porno continental. Mientras Zara trabajaba a caballo entre Europa y América (donde ya era una estrella del nivel de sus colegas estadounidenses), Gabriella permanecería en el Viejo Continente hasta el final de su carrera, en 1993, con la única excepción de ‘The Fisherman’s Wife’, dirigida por Raven.

Gabriella Dari fue también la protagonista de la más cinta más celebrada del año para los aficionados al porno sin argumento. Dirigida por Nicky Ranieri, seudónimo tras el que se esconde Josette, la mujer de Mario Salieri, ‘Los amores de Gabriella’ inauguraba el “star-system” europeo al presentar, del mismo modo que las películas “Inside” americanas de los 80, una entrevista con la actriz y algunos de sus números sexuales más atrevidos.

Inside Gabriella Dari.

A LA SOMBRA DE LOS MAESTROS

No sólo de Ricaud y Salieri vivía el porno europeo. A la sombra de sus dos máximas figuras comenzó a crecer un grupo de realizadores que fueron perfilando las señas de identidad del género. En Italia, Alex Perry contó con un reparto de estrellas del cine X norteamericano (Deidre Holland, Jon Dough, Rocco Siffredi) en su debut con ‘Escandalosa señora de provincias’, una película en la que hacía su presentación la joven Selen, llamada a convertirse en la reina del cine X europeo en los años siguientes. En Francia, por su parte, Richard Romain dirigió a la norteamericana Madison en ‘Noces rituelles’, una costosa producción que incluía orgías con acento gastronómico y una buena ración de potentes escenas de sexo.

MAGMA ES OTRO MUNDO

La productora alemana Magma, dirigida por Nils Molitor, más conocido como Moli, representa el paradigma del porno germánico. Con una producción destinada al consumo en las cabinas de los sex-shops, Magma fue creando series temáticas de subgéneros que gozaron de gran predicamento entre el público. La gerontofilia, la lluvia dorada y otras modalidades alejadas del porno convencional son los pilares de su catálogo. Películas como ‘Ágata, la abuela incestuosa’ o ‘Jovencita cachonda busca abuelito’ ejemplifican uno de los subgéneros más insólitos de Magma. Sin embargo, el mérito de Moli como director es haber descubierto a algunas de las actrices que, posteriormente, dieron el salto al porno europeo con prácticas sexuales menos osadas. Es el caso de Anita Mendoza, Tenessy, Elodie, Tabatha Cash, Babette o la mismísima Gabriela Dari.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en diciembre de 2000.

Toda una vida

A partir de una trágica historia de chantajes y pasiones, ambientada en la Segunda Guerra Mundial, el realizador italiano Mario Salieri desplegó en ‘Toda una vida‘ su sapiencia cinematográfica para crear una de las películas X míticas en los años 90.

Tutta una vita. Italia. 1992.

Actores: Zara Whites, Gabriella Dari, Deborah Wells, Mario de Sica, Christophe Clarck, Letizia Stovinsky, Marina Rovelli, Robert Malone, Franco D’Alessi, Richard Voicin, Luigi de Giostri, Sergio Ruta, Rock Harrison.

Producción: Mario Salieri.

Dirección: Mario Salieri.

Aunque ya había realizado algunas películas de indudable calidad, el italiano Mario Salieri dio el salto definitivo hacia su consagración como el máximo exponente del cine X “de autor” con ‘Toda una vida’. Hasta entonces, sus filmes tenían una estructura más cerrada, sometida a los imponderables de la producción, que escatimaba en medios lo que derrochaba en sapiencia cinematográfica. ‘Toda una vida’ fue la primera “superproducción” (con las limitaciones que este término implica en el género) del realizador napolitano.

La tortuosa vida de una mujer madura, marcada por la fractura que supuso en su existencia el estallido de la Segunda Guerra Mundial en una pequeña población del Sur de Italia, es el hilo argumental perfecto para que Salieri ahonde en sus obsesiones. Narrada de forma autobiográfica, desde la mirada de la anciana que ha perdido su ilusión, ‘Toda una vida’ es un excelso monumento cinematográfico que exige una visión más allá de sus componentes sexuales. Principalmente porque su concepción es cinematográfica antes que pornográfica. Es un film sobre la soledad, las miserias del ser humano y el poder, en el que, además, hay escenas sexuales. Pero, contrariamente a la tendencia del porno ya en los 90, el sexo no condiciona la trama argumental, sino al contrario. Y, desde esa estructura cinematográfica, es un crudo retrato del fascismo, desde la parafernalia de sus manifestaciones públicas hasta ese fascismo que anida en el interior de los seres humanos al utilizar el poder como arma de humillación. Igual que Fellini nos desgranaba la cotidianeidad del totalitarismo en ‘Amarcord’, Salieri nos enseña la cara sexual del fascio en ‘Toda una vida’.

Pese a contar con más medios de los habituales para su producción, los méritos de ‘Toda una vida’ no hay que buscarlos en la dirección artística, los efectos especiales o la minuciosa elaboración de las secuencias, indudablemente notables, sino en la construcción de unos personajes que reflejan a la perfección la psicología humana en las situaciones más extremas. Desde la protagonista (espléndida Gabriella Dari en el mejor papel de su lamentablemente corta carrera) hasta el perverso tío que no duda en utilizar todas sus armas en conseguir lo que más desea, todos ellos escrutados por la mirada silenciosa de un espectador pasivo que mira pero nunca participa en el ritual del engaño.

Mario Salieri filmó ‘Toda una vida’ en dos semanas con un presupuesto superior a los 15 millones de pesetas. Contó con un reparto en el que figuraban las tres estrellas más rutilantes del género de la época, la holandesa Zara Whites y las húngaras Gabriella Dari y Deborah Wells, para una producción paneuropea que es el más comprometido alegato antifascista que ha dado el cine X en su historia.

GABRIELLA DARI, LA PERLA HÚNGARA

Nacida en Budapest en 1971, Gabriela Kovacs era una anónima camarera en una heladería cuando se presentó a unas pruebas de la productora alemana Magma que ofrecían trabajo como actriz porno en Alemania con un sueldo de 36.000 pesetas por día de rodaje. Fue aceptada y, con el seudónimo de Katy Kays, debutó en el cine X en 1991 a las órdenes de Nils Monitor. Después de poco más de un año trabajando en Alemania, Gabriella Dari posa para la revista Private y se traslada a Italia donde, a las órdenes de Mario Salieri, protagonizaría sus más brillantes intervenciones (‘Roma Connection’, ‘Toda una vida’). Convertida en Angelica Bella (su tercer heterónimo), todavía tendría tiempo de dar el salto a la potente industria norteamericana al intervenir en ‘Fisherman’s Wife’ (1992) antes de su prematura retirada del cine X. Las pocas noticias que se conocen de ella desde su desaparición de las pantallas hablan de que regresó a Hungría para casarse con un compatriota, con el que tiene un hijo.

SINOPSIS ARGUMENTAL

En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, la casa de Gabriela, que vive con su padre, su hermana y el novio de ésta, recibe dos inesperados visitantes: su tío, destacado dirigente de los “camisas negras” y un prófugo paracaidista americano. Gabriela se enamora de éste último pero es descubierta por su tío, que la somete a chantaje sexual. Acabada la guerra, su hermana se ha casado y su padre ha muerto en la cárcel, por lo que Gabriela acepta irse a vivir con un abogado amigo de la familia aficionado a las orgías. Ella, que ha perdido la esperanza de reencontrarse con su amado paracaidista, se integra con emoción en las fiestas de su anfitrión, donde coincide de nuevo con su malvado tío. En una de las orgías, Gabriela, cansada del acoso del viejo, acabará asesinándolo. 45 años después, tras cumplir su condena, volverá a la casa donde se desarrolló su desdichada juventud.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en junio de 2000.

El paraíso húngaro

El desmembramiento del telón de acero convirtió a Budapest en la capital del porno europeo, gracias a sus infraestructuras, sus posibilidades técnicas y la belleza de sus mujeres.

A mediados de la década de los 90, algunas empresas europeas comienzan a ver las posibilidades de rodar sus películas en Hungría, un país que ofrece costes de producción más baratos y múltiples localizaciones en los castillos que circundan Budapest. Así, productoras como MGR Comunications, Private o Showtime convirtieron la capital de Hungría en su centro de operaciones, y directores como Steve Morelli, Salvo di Liberto o Silvio Bandinelli eligieron Budapest como escenario de la mayoría de sus producciones. Pero no sería hasta 1997 cuando la industria norteamericana descubrió Budapest como verdadero centro del porno europeo. La culpa la tuvo John Stagliano y su película “Buda”, un filme de cuatro horas de duración que reproducía un “thriller” de acción en los bajos fondos de la capital magiar.

En la actualidad, la mayoría de las producciones que manejan presupuestos medios o altos se ruedan en Budapest, a la que solo hace sombra Praga como centro neurálgico del porno continental.

La eclosión de Budapest como referente en el cine X mundial ha producido el nacimiento de una generación de técnicos, actores y directores procedentes de Hungría, un país con nula tradición pornográfica hasta los años 90. Directores como Kovi o Andrew Curtis, responsables de filmes como “Porn Wars” y “X Girls”, encabezan la revolución de los húngaros en el porno europeo.

Gabriella Dari.

Pero la aportación más interesante de Hungría al porno en los últimos años viene dada por la cantidad de actrices de aquel país que han invadido los platós de cine X.

Desde Gabriella Dari, una de las primeras actrices magiares en convertirse en leyenda del porno, hasta la actualidad, miles de húngaras han probado suerte en el cine X a través de las numerosas agencias de casting que existen en Budapest.

Quizás la más relevante haya sido Anita Rinaldi, quien, después de tres años como actriz y más de 30 películas en su haber, se convertiría en la directora de cine X más famosa del mundo, autora de películas como “Planet Sexxx” o “La provocación”.

Detrás de ella han llegado varias generaciones de actrices que han justificado el mito de que las húngaras son las brasileñas del Este de Europa, mujeres de una belleza extraordinaria y una excelente disposición para las escenas de sexo.

Nombres como Michelle Wild, de enigmática mirada, Dora Venter, quien compagina su trabajo como enfermera en un hospital de Budapest con los rodajes, Maria Bellucci, morena de cuerpo de ensueño, Anita Blond, rubia de curvas mareantes, Julia Taylor, de formas neumáticas o Wanda Curtis, instalada en los Estados Unidos desde hace años, confirman que el paraíso existe y está en Hungría.