Buttman: Vacaciones en Europa

El primer viaje a Europa del personaje de Buttman descubrió a los americanos el increíble potencial del porno del Viejo Continente. Con un reparto plenamente europeo, John Stagliano realizó una película dinámica y excitante en la que brillaban con luz propia los actores.

Buttman’s European Vacation. EEUU. 1991.

Actores: Zara Whites, Rocco Siffredi, Silver Forrest, Sunny McKay, Noelle Budvar, Veronica Doll, Natalie Streb, Joy Karins, Debbie, Christophe Clark, Phillip, John Stagliano.

Producción: John Stagliano.

Dirección: John Stagliano.

La esencia del gonzo reside en una cámara de vídeo y un par de actores que practiquen el sexo de manera supuestamente improvisada. Es un subgénero minimalista, porque no exige grandes costes de producción en escenarios, actores o dirección artística, y en eso estriba su éxito. John Stagliano lo inventó con su personaje de Buttman, un curioso obseso de los culos que utiliza su videocámara para penetrar en la intimidad de los cuerpos como representación altiva del mirón y como metáfora del propio espectador de porno. Y John Stagliano lo perfeccionó sacando el gonzo de su hábitat natural (las calles de su ciudad) para convertirlo en un viajero en gira que recorre el mundo haciendo del mundo entero un gran decorado para el cine X.

Su primer destino fue Rio de Janeiro en 1990. Allí, Stagliano se integraba en el calor del clima y el ambiente filmando a quien encontraba en las playas, por las calles o en medio de un desfile de Carnaval para verlos después en la intimidad de las habitaciones de hotel. Brasil sería el lugar favorito de las aventuras de Buttman durante muchos años y, irónicamente, el último escenario fuera de los Estados Unidos en el que Stagliano trabajaría después de contraer el SIDA en uno de sus periplos cariocas. Pero en 1991, cuando ya había filmado dos entregas de sus aventuras brasileñas, Stagliano aprovechó la pujanza del porno europeo para trasladarse a Europa como continuación de su conquista gonzo del mundo. Tuvo mucho que ver en su elección que el director hubiera conocido el año anterior a Rocco Siffredi y Zara Whites, quienes participaron en el rodaje de «Culitos amorosos», su película de la serie Buttman más brillante. Con Rocco y Zara de anfitriones, Stagliano se trasladó al Viejo Continente en dos ocasiones para realizar ‘Buttman: Vacaciones en Europa’.

En mayo de 1991, John Stagliano acudió al festival de Cannes, caldo de cultivo perfecto para reclutar nuevas estrellas para el porno. Allí filmó dos secuencias, una de ellas con la casi debutante Deborah Welles (oculta bajo uno de sus primeros seudónimos como Noelle Budvar) y su novio Christophe Clark, y la otra con la australiana Sunny McKay que se encontraba trabajando en Italia. Pero el grueso de la película lo realizó Stagliano en agosto del mismo año en Holanda. Allí, gracias a la colaboración de Zara Whites y el apoyo de Rocco, Stagliano desveló parte del mítico ambiente de permisividad holandés que tanto adoran los norteamericanos. Como el guión del filme sólo recogía las aventuras de un turista americano en busca de sexo por la vieja Europa, no le resultó excesivamente difícil a Stagliano ensamblar los dos pedazos de película que había realizado en una suerte de road movie sexual por Centroeuropa.

La primera entrega de las aventuras de Buttman por Europa (un año después filmó otra en Londres y París, y en 1995 una tercera parte de Barcelona y Praga) sorprendió al público y la crítica estadounidenses, que descubrieron el enorme portencial del porno transoceánico. Stagliano había contado para su reparto únicamente con actores europeos o que trabajaban regularmente allí y, en algunos casos (la debutante Silver Forrest o la sensual Deborah Welles) las consecuencias serían inmediatas. Ambas fueron reclutadas para trabajar en América a la vez que ‘Buttman: Vacaciones en Europa’ era considerada para la XRCO (Asociación de Críticos de Cine X) como el mejor vídeo de 1991.

SILVER FORREST, TULIPÁN INGENUO

La holandesa Silver Forrest debutó en el porno con ‘Buttman: Vacaciones en Europa’, película con la que conquistó el corazón de la industria norteamericana. De aspecto ingenuo, Silver marcharía a los Estados Unidos siguiendo la estela de su compatriota Zara Whites para participar en una veintena de películas entre 1991 y 1993. Tras intervenir en ‘Pasión letal’, de Buck Adams, y ‘Raunch 4’, de F.J. Lincoln, protagonizó una serie de películas en las que el reclamo comercial era su propio nombre en el título, como ‘Silver Seduction’, ‘Silver Elegance’ o ‘Silver Sensations’. En 1992, la compañía Penthouse la contrató para trabajar en la serie para televisión por cable ‘Satin & Lace’, pero poco después decidió volver a Europa donde sus apariciones en películas X han sido cada vez más esporádicas.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Buttman se traslada de vacaciones a Europa para conocer el sexo en el Viejo Continente. En compañía de su amigo Jork, pasea por las calles de Amsterdam, donde contactan con una hermosa prostituta que los acompaña a su hotel. Más tarde, Buttman se traslada a París y conoce a una chica en las inmediaciones del Arco del Triunfo. Ésta lo invita a su apartamento y comparte sus experiencias con una amiga lesbiana. El recorrido continúa en Cannes, durante el festival de cine, y allí una joven starlette con aspiraciones de estrella le cuenta, en presencia de su novio, sus sueños. En Cannes, Buttman se reencuentra con Jork y ambos, de paseo por Niza, ligan con una chica. De vuelta a Holanda, Jork y Buttman se reunirán con viejas amigas en Rotterdam y Amsterdam.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en febrero de 2002.

Face Dance IV: Acierta en el blanco

Como en las grandes películas de larga duración, ‘Face Dance’ reserva los mejores momentos sexuales para su última parte. En ella, podemos apreciar la capacidad de Stagliano para explorar en la sexualidad humana a través de unas escenas eróticas que figuran entre lo mejor del porno de los 90.

Face Dance Part Two. EEUU. 1992.

Actores: Rocco Siffredi, Tiffany Million, Joey Silvera, Tina Tyler, Kiss, Rebecca Bardoux, Brittany O’Connell, Cody O’Connor, Francesca Le, Angel Ash, John Stagliano, Sheila Stone, Sierra, Tiffany Minx, Chrissy Ann, Tony Tedeschi, Steve Drake, Nick East, Kris Newz, Tom Byron.

Producción: John Stagliano.

Dirección: John Stagliano y Patrick Collins.

A primera vista, una película de John Stagliano se caracteriza por la particular concepción del sexo que posee el realizador de Chicago. Obsesionado por los traseros femeninos, Stagliano presta una especial atención a dicha parte del cuerpo y se recrea, en ocasiones con exceso, en mostrar las posaderas de las actrices que participan en sus películas. Pero los filmes de Stagliano no son simplemente un interminable desfile de culos servido en bandeja por la mirada perversa del director. Poseen algunas de las más intensas escenas sexuales que ha dado el cine X contemporáneo.

Al contrario que muchos de sus compañeros de profesión, John Stagliano no recurre prácticamente al montaje para planificar sus secuencias sexuales. Es el suyo un sexo real, en el que todo lo que se muestra sucede en perfecta cronología con la situación, en el que no hay elipsis temporales para marcar los cambios de postura entre los actores, y en el que se puede palpar la intensidad de los encontronazos entre los participantes como si la cámara se inmiscuyera indiscretamente entre ellos. De ahí que la duración de las escenas sexuales en sus filmes sea muy superior a lo habitual en el género. Actores como Rocco Siffredi o Tom Byron y actrices como Zara Whites, Alexandra Quinn o Sabina han ofrecido lo mejor de sus carreras a las órdenes del antiguo bailarín de Illinois.

«Face Dance» presenta un muestrario del mejor Stagliano en sus números eróticos. Las cuatro partes de las que consta el filme están repletas de secuencias de sexo en grupo (entre ellas la mayor orgía jamás filmada por el director), parejas con desmedida voracidad y tríos dispuestos a quemar todas sus hormonas. Pero, en opinión de los críticos, ‘Acierta en el blanco’, la última parte de la cinta, reserva para los más exigentes paladares las mejores raciones de sexualidad de la larga película. Entre la secuencia inicial, en la que Brittany O’Connell, Francesca Le, Cody O’Connor y Tina Tyler descomponen a Rocco en un sugerente baile erótico, y el brutal apareamiento entre el italiano y la tórrida Tiffany Million, ‘Face Dance 4: Acierta en el blanco’ ofrece la mejor escena sexual de la bellísima Sierra (que incluye su estreno en el sexo anal) y una imponente secuencia de sexo en grupo protagonizada por ocho intérpretes.

Después de ‘Face Dance’, Stagliano retomó el personaje de Buttman como hilo conductor de sus películas para seguir profundizando en el camino del gonzo. En 1998, durante el rodaje de una de sus aventuras en Brasil, el director americano se infectó del virus del SIDA tras mantener una relación ocasional con un travesti. Desde entonces, Stagliano no tiene participación activa en sus filmes, aunque sigue dirigiendo. El año pasado contrajo matrimonio con la actriz Tricia Deveraux, una de las daminificadas por la epidemia de SIDA que propagó el actor Marc Wallice. Ambos luchan unidos desde entonces contra la fatal enfermedad.

JOEY SILVERA, UN DIRECTOR REAL

Tres años antes de dirigir sus propias películas X, Joey Silvera interpretó en ‘Face Dance’ el papel de realizador de un filme porno. Ya entonces este actor italoamericano era un veterano con más de 15 años de profesión y 1.000 películas sobre sus espaldas. Secundario en los filmes de la década de los 70, Silvera saltó a la fama a mediados de la década siguiente a causa de su porte latino y su infalibilidad ante las cámaras. Sencillo y discreto, Joey Silvera participó en algunas de las películas más interesantes de aquellos años (‘The Dancers’, ‘Trinity Brown’) para entrar con fuerza en los 90, donde, aparte de ‘Face Dance’, destacó junto a directores como Paul Thomas, John Leslie o Gregory Dark. Como uno de los mitos masculinos del cine X de todos los tiempos, Silvera continúa en activo como director y actor.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Darío se ve obligado a participar en una secuencia en la que sus compañeras de reparto actúan bajo los efectos de las drogas. Esta circunstancia aumenta la irritación del italiano acerca de la producción en la que participa. Lo comenta con su John, quien siempre tiene consuelo para su amigo con algunas de sus amigas. Harto de todo, Darío mantiene una fuerte discusión con el director de la cinta y con la productora y abandona definitivamente el rodaje para volver a Europa, no sin antes haber sufrido el acoso sexual de la jefa de producción. Así, su sueño americano termina de forma inesperada.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en febrero de 2002.

Face Dance III: Todo a lo grande

La combinación en una misma película del elemento narrativo del porno tradicional con los mecanismos de dirección en las escenas de sexo del gonzo hizo de ‘Face Dance’ la película más premiada del año y una de los filmes más laureados de la historia del cine X.

Face Dance, Part Two. EEUU. 1992.

Actores: Rocco Siffredi, Tiffany Million, Joey Silvera, Tina Tyler, Kiss, Rebecca Bardoux, Brittany O’Connell, Cody O’Connor, Francesca Le, Angel Ash, John Stagliano, Sheila Stone, Sierra, Tiffany Minx, Chrissy Ann, Tony Tedeschi, Steve Drake, Nick East, Kris Newz, Tom Byron.

Producción: John Stagliano.

Dirección: John Stagliano y Patrick Collins.

Con su amigo Rocco como primera figura y su socio Patrick Collins como inestimable colaborador, John Stagliano rodó en ‘Face Dance’ su más ambiciosa película. A través de la mirada del italiano, la cinta pretende ser, en palabras de su creador «la oportunidad de explorar la sexualidad en una elaborada historia dramática con especial émfasis en la inmediatez erótica del momento».

Con un alto presupuesto (cercano a los 200.000 dólares), Stagliano trabajó para su propia compañía -Evil Angel- con toda la libertad creativa de los grandes cinematógrafos. De tal manera que pudo reunir a un amplio elenco de 12 de las más importantes estrellas femeninas del género en su época, contratar a Rocco Siffredi y Joey Silvera para los principales papeles masculinos y hasta reservarse un pequeño guiño a su propia personalidad incluyendo en el guión un papel para sí mismo interpretando a su querido Buttman. Pero esa libertad creativa y la tendencia de Stagliano a improvisar en las escenas eróticas de sus filmes alargó el metraje de la película hasta dimensiones poco aconsejables para una distribución comercial que permitiera recuperar lo invertido. El montaje final del filme (en el que se incluyen escenas sexuales de duración superior a 20 minutos) rozaba las cinco horas de duración, por lo que Evil Angel decidió distribuirla en dos partes, de 145 minutos cada una, en los videoclubes de los Estados Unidos y que se convirtieron en cuatro entregas, de una hora y cuarto de duración, en los demás países.

Aunque Stagliano había dirigido películas X en las que se separaba del gonzo por medio de una trama en la que solía integrar escenas de baile, recalcando otra de sus grandes pasiones, el realizador de Chicago llevaba cuatro años centrando sus películas en la figura de Buttman, su alter ego perseguidor de culos y buscador de planes espontáneos por la ciudad. Por ello, la crítica y el público quedaron gratamente sorprendidos cuando observaron que John Stagliano no había perdido su capacidad para contar historias y, metidos en una trama, tampoco despreciaba su querencia a dejar que las relaciones sexuales fluyeran entre los protagonistas con la libertad que solía permitir en sus filmes gonzo.

El resultado de este collage entre cine narrativo y gonzo causó tan grata impresión que ‘Face Dance’ se convirtió, durante la entrega de los premios anuales de la revista AVN en Las Vegas en el vídeo más galardonado de aquel año y una de las películas X más premiadas de la historia. Mejor película (por delante de ‘Justine’, de Paul Thomas, o ‘Esclava de amor’, de Alex de Renzy), mejor director, mejor fotografía, mejor escena de sexo en grupo, mejor escena de sexo en pareja y mejor actor secundario fueron las seis estatuillas que cosechó la película, que también fue considerada la mejor cinta del año por la revista Adam Film World y ganó dos premios más de los que otorga anualmente la Organización de Críticos de Películas X (XRCO).

TIFFANY MILLION, LA MADAME DEL PORNO USA

La musculosa Tiffany Million interpreta en ‘Face Dance’ el papel de una productora de cine X agobiada por los caprichos de su director y la estela de su protagonista. De tardío debut en el mundo del porno (fue actriz de películas para televisión y deportista de lucha libre antes de entrar en la industria X), Tiffany Million era la actriz favorita de los grandes realizadores para interpretar papeles con gran carga dramática en los que ejercía como una especie de «madame» de las actrices más jóvenes que ella. Entre 1992 y 1996, Million trabajó en un centenar de filmes (entre ellos ‘Sex’ y ‘Latex’, de Michael Ninn, y ‘New Wave Hookers 3’, de Gregory Dark) en los que compaginaba una bizarra pasión en las escenas de sexo con excelentes interpretaciones en las partes dialogadas.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Tras unos días de rodaje de la película porno para la que fue contratado y que vino a protagonizar desde Italia, Darío acude a la casa de su amigo John para relajarse un rato. Sin embargo, John ha convocado a una amigas para que la estancia de Darío en su casa sea más agradable. A la mañana siguiente, en el set de rodaje, la grabación de la película continúa al mismo ritmo: la productora interviene en todas las secuencias e intenta acaparar el protagonismo con su voracidad sexual y los problemas entre Darío y los responsables de la cinta se hacen cada vez más evidentes. Por su parte, en la oficina de producción, el ambiente también se va caldeando con la presencia de Darío y algunas de las participantes en la película.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en enero de 2002.

Face Dance II: Dis-puta limpia

La colaboración entre John Stagliano y Rocco Siffredi, iniciada tres años antes, llegó a su punto culminante en ‘Face Dance’, donde Stagliano reconstruye la llegada del italiano a los Estados Unidos para desentrañar la maraña de mecanicismo que imperaba en el porno americano.

Face Dance. EEUU. 1992.

Actores: Rocco Siffredi, Tiffany Million, Tina Tyler, Kiss, Rebecca Bardoux, Brittany O’Connell, Cody O’Connor, Francesca Le, Angel Ash, Sierra, Tiffany Minx, Sheila Stone, Chrissy Ann, Joey Silvera, Tony Tedeschi, Steve Drake, Nick East, Tom Byron, Kris Newz, Woody Long, Rick Smears, Brockton O’Toole, Roscoe Bowltree, Bruce Seven, John Stagliano.

Producción: John Stagliano.

Dirección: John Stagliano y Patrick Collins.

John Stagliano conoció a Rocco Siffredi en 1989 durante uno de sus viajes por Europa. El director quedó impresionado por la estampa del actor italiano y lo contrató inmediatamente para protagonizar «Culitos amorosos», la primera película en la que el personaje de Buttman compartía aventuras sexuales con Darío, el alter ego de Rocco con el que Stagliano lo bautizó para sus filmes «gonzo». Más tarde, Rocco sería el anfitrión de Stagliano en sus viajes por Europa (‘Buttman: Vacaciones en Europa’) y el compañero de correrías del veterano exbailarín en su desarrollo del gonzo como vehículo creativo.

De aquel encuentro y de sus múltiples colaboraciones nació una sólida amistad que perdura a lo largo de los años. Rocco se introdujo en la competitiva industria americana de la mano de Stagliano y, con los años, llegaría a ser el actor de cine X más importante del mundo. Pero, de aquel choque de trenes sexuales nacería una escuela de hacer cine, desarrollada posteriormente por el propio Rocco en una serie de gonzos de factura similar y cuyas características estilísticas son muy similares a las del realizador de Chicago.

La llegada de Rocco a los Estados Unidos produjo un auténtico estallido en la industria americana. Precedido por la fama que ya tenía en Europa, el italiano supuso para el porno americano lo que 60 años antes había significado Rodolfo Valentino para el cine convencional. Su imponente presencia acaparaba la pantalla y su forma de actuar en las escenas de sexo, basada en la fuerza bruta de su indomable personalidad, hechizó a productores y directores. Sin embargo, la experiencia americana de Rocco no sería un camino de rosas. Capitanear, de la noche a la mañana, la más importante fábrica de sexo del mundo trajo a Rocco demasiados dolores de cabeza: fue incomprendido por muchos productores y directores, y hasta tuvo un altercado, suficientemente aireado por los medios de comunicación especializados, con la actriz Hyapatia Lee, que le reprochaba su falta de tacto en las escenas de sexo.

Stagliano tomó la experiencia de Rocco en los Estados Unidos para realizar ‘Face Dance’, un filme que tiene muchos elementos reales de la llegada del semental transalpino a América. Con la ayuda de Patrick Collins, su socio desde aquel año tras la fusión de las productoras de ambos, Evil Angel y Elegant Angel, Stagliano escribió una historia en la que combinaba el relato lineal tan del gusto de Collins, con la inclusión del personaje de Buttman, característico de Stagliano. El resultado es un filme que, partiendo de una historia real narrada en tercera persona, introduce escenas en cámara subjetiva para desarrollar la odisea de un actor de fama mundial lanzado al vacío de una industria establecida en la que los clichés profesionales dominan a la personalidad de quienes la sustentan.

REBECCA BARDOUX, REINA DEL PORNO ANAL

La neumática Rebecca Bardoux se encontraba en el mejor momento de su carrera en el porno cuando participó en ‘Face Dance’. Con una infancia infeliz a rastras y el deseo de convertirse en estrella, Bardoux llegó a California desde su Pittsburgh natal a los 18 años y entró en la industria X de la mano de su amigo, el actor negro Sean Michaels, después de haber trabajado como stripper en diversos locales. Entre 1992 y 1995, Rebecca fue una de las dominadoras de la escena americana y la indiscutible reina del porno anal y participó en una 200 películas, entre ellas ‘Erotika’, de Robert McCallum, y ‘Roba este corazón’, de Paul Thomas. A principios de 1996 abandonó el cine X para trabajar como bailarina erótica y para regentar una tienda de cosméticos en Los Angeles.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Una vez llegado de Italia como estrella de una de las producciones de cine X más ambiciosas de los últimos años, Darío entra en contacto con el equipo de producción del porno para el que ha sido contratado. Su primera anfitriona será la productora de la película, una mujer sin escrúpulos que intima fácilmente con él. Pero, a la hora de ponerse a trabajar, empezarán los problemas, ya que las órdenes del director del filme no se pueden ejecutar correctamente cuando Darío debe hacer el amor con una actriz. Mientras tanto, la productora y el director de la cinta seguirán demostrando su voracidad sexual con todos aquellos que rodean al equipo artístico del filme.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en enero de 2002.

Face Dance I: Mete la marcha atrás

La obra maestra del inventor del gonzo, John Stagliano, recoge, en una película de cinco horas de duración, gran parte de las experiencias vitales de este visionario del porno moderno, que fue bailarín, stripper y editor de una revista pornográfica antes de convertirse en un mito del cine X.

Face Dance. EEUU. 1992.

Actores: Rocco Siffredi, Tiffany Million, Tina Tyler, Kiss, Rebecca Bardoux, Brittany O’Connell, Cody O’Connor, Francesca Le, Angel Ash, Sierra, Tiffany Minx, Sheila Stone, Chrissy Ann, Joey Silvera, Tony Tedeschi, Steve Drake, Nick East, Tom Byron, Kris Newz, Woody Long, Rick Smears, Brockton O’Toole, Roscoe Bowltree, Bruce Seven, John Stagliano.

Producción: John Stagliano.

Dirección: John Stagliano.

Nacido en Chicago en 1951, John Stagliano se graduó en Económicas y marchó, con 22 años, a California para perfeccionar sus estudios en UCLA. Alumno aplicado, Stagliano descubrió en Los Ángeles que su verdadera vocación estaba muy lejos de las teorías económicas y las hojas de cálculo. Viendo un espectáculo televisivo de baile, quedó admirado por los espléndidos traseros de aquellas bailarinas que tenían la capacidad de contorsionar sus cuerpos hasta extremos insospechados y decidió apuntarse a clases de baile en su propia universidad.

Durante la década de los 70, Stagliano se convirtió en un experto bailarín que aprovechaba su nueva pasión para mantener relaciones con sus compañeras de aprendizaje. Especializado en jazz moderno y ballet, el futuro director de cine X descubrió los vínculos que existían entre el sexo y el baile para empezar a diseñar lo que sería su vida unos años más tarde. En 1979 se le presentó la oportunidad de trabajar en los que más le agradaba cuando, mientras buscaba trabajo como bailarín, leyó un anuncio en el Daily Variety en el que se solicitaban strippers masculinos para un nuevo espectáculo en la sala Chippendales. Inmediatamente contestó al anuncio y fue contratado para desnudarse en público cinco días a la semana. Durante cuatro años, John Stagliano sería uno de los bailarines eróticos más apreciados de la Costa Oeste.

En 1982 comenzó a compaginar su trabajo en los escenarios con la publicación de una pequeña revista de noticias sobre porno. No era la primera vez que Stagliano entraba en contacto con la industria X. Ocho años antes, se había presentado a unas pruebas para reclutar intérpretes y guionistas en la incipiente industria del porno norteamericano y había incluso intervenido en un puñado de «loops», rodados en 8 mm., mientras completaba sus estudios de danza. En la revista en la que trabajaba, Stagliano era el encargado de escribir historias eróticas para que luego se transformaran en películas X. Pero los costes de filmar una película en soporte cine (40.000 dólares en aquella época) hicieron que todos los guiones de Stagliano fueran desestimados.

Aquella experiencia le serviría para que, en 1983, la compañía VCR le propusiera realizar un vídeo X en los albores de dicho soporte fílmico. Desde su primera película, ‘Bouncing Buns’, Stagliano demostró una singular obsesión por los culos femeninos que le llevaría, seis años después, a convertirse en el inventor del género gonzo a través de su personaje de Buttman (literalmente, «el hombre culo») en la película ‘Las aventuras de Buttman’.

Tres años después, cuando Buttman ya era un sosías del propio Stagliano y el término gonzo (cuyo origen se atribuye al periodismo practicado por Hunter S. Thompson, quien superponía en sus crónicas sus propias vivencias a los hechos) se había convertido en un subgénero dentro del cine X, el realizador de Chicago dirigió y escribió su obra maestra ‘Face Dance’, dividida en dos partes (cuatro en su distribución europea), en la que aparecen todos los elementos autobiográficos de su agitada experiencia personal.

TINA TYLER, SECUNDARIA DE LUJO

La canadiense Tina Tyler estudió ballet hasta los 14 años con la intención de convertirse en una artista de la danza. Con ese propósito se trasladó a California y llegó a participar en algunas películas de Hollywood como secundaria, entre ellas ‘Star 80’, el filme de Bob Fosse donde se narraba la vida de la antigua playmate Dorothy Stratten, después de trabajar como bailarina erótica en su Canadá natal. En 1992 debutó en el porno y su figura estilizada y su bello rostro fueron determinantes para que se convirtiera en una de las starlettes más deseadas de su época. Pese a su notable belleza, Tyler nunca ha sobrepasado el status de secundaria de lujo al lado de las grandes estrellas del género y continúa en activo, a sus 35 años, completando una de las carreras más extensas de las actrices modernas, con más de 150 películas sobre sus hombros.

SINOPSIS ARGUMENTAL

En los estudios de una famosa productora de cine porno se rueda una película en la que las cosas no funcionan como su director quisiera. Tras hablar con la productora del filme, el realizador decide contratar a Darío, un actor italiano conocido mundialmente, para que la cinta gane en calidad. Una vez contratado Darío, la asistenta de producción acude al aeropuerto a buscarlo, pero en un principio no lo encuentra, ya que el italiano, que lleva varios días de abstinencia sexual, ha descargado su tensión con una de las pasajeras. Finalmente, la representante de la productora lleva a Darío a bordo de una limusina blanca a casa de Buttman, donde en su honor se celebra una fiesta de bienvenida para la estrella europea que deviene en multitudinaria orgía.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en enero de 2002.

42. La segunda edad de oro

La industria americana de cine X alcanzó su máximo esplendor bajo la presidencia de Bill Clinton. El talante liberal del primer mandatario norteamericano provocó un importante auge de la producción que se vio acompañado por un significativo aumento del consumo entre el público estadounidense. En 1996, según un reportaje publicado en U.S. News & World Report, los americanos gastaron más de 8 billones de dólares en vídeos porno, peep-shows, televisión por cable para adultos, aparatos sexuales, porno por ordenador y revistas eróticas.

Parte de la aceptación del porno entre el contradictorio público americano se debió a la extraordinaria diversidad de la oferta. El aficionado podía encontrar en las estanterías de su video-club o sex-shop prácticamente todo lo que deseara. Como tres lustros antes, pero a gran escala, el mainstream abarcaba géneros tan diversos como la aventura (‘The Temple of Poon’, de Stuart Canterbury), el thriller (‘The Dream Team’, de Jim Enright), la comedia (‘Night Shift Nurses 2’, de Jim Holliday), la ciencia-ficción (‘Penetrator 2’, de Nic Cramer) o las películas de piratas (‘Conquest’, de Greg Steel y Brad Armstrong). Por no hablar de los diferentes subgéneros creados a partir de la corriente principal, tales como el interracial, el gonzo o los filmes de sexo extremo.

Sex Freaks.

Ante tan vasta oferta, la alternativa de los directores más avispados para destacar era la originalidad. Gregory Dark lo había entendido desde hace años pero llevó su transgresión hasta lindes insospechados en el género con ‘Sex freaks’, una película en la que utilizaba actores con malformaciones físicas para edificar una estética similar a ‘La parada de los monstruos’ de Tod Browning. ‘Sex freaks’, elegida mejor película del año por AVN, fue la obra más personal de Dark en un año en el que también triunfó entre la crítica con ‘Shocking Truth’ y ‘Flesh’. En la misma línea de Dark, pero tamizada por su obsesión por los culos, John Stagliano dirigió una de sus películas más surrealistas: ‘Buttman in the crack’. Stagliano sigue a una extraña chica y acaba entrando en el interior de un enorme ano, poblado de insólitos habitantes.

En los antípodas del sexo onírico de Dark y Stagliano, Paul Thomas se convirtió en 1996 en un realizador valorado por la crítica con dos cintas. ‘Bobby Sox’ contaba la historia de un actor alcohólico y pervertido que topa con dos hermanos ambiciosos que planean producir un filme de serie B. “La frontera” contaba con una trama más convencional: la fascinación de una pareja de amantes por el cálido ambiente de un pueblo mejicano. Gracias a estas dos películas, Steven St. Croix se erigió como el actor fetiche de Thomas. Sin embargo, los caminos del porno más convencional de calidad apuntaban en otras direcciones. Michael Ninn filmó la secuela de ‘Latex’, titulada ‘Shock’, en la que volvía a insistir en el tema del control de la mente y la influencia de la realidad virtual sobre los hombres. El debutante Michael Santangelo desafió a la corriente dominante en el género, preocupada de la imagen más que del argumento, con ‘The palace of pleasure’, una intrincada historia ambientada en la “ley seca”. La pareja de directores de moda en el porno americano, Greg Steele y Brad Armstrong, pergeñaron una trama de traiciones y sexo en ‘Double Cross’. Y el maestro Andrew Blake retornaba al porno después de casi tres años dedicado al softcore, con ‘Libertad’, un película producida por su recién creada compañía.

Shock.

LA RESURRECCIÓN DE SAVANNAH

Dos años después de su trágica muerte, Savannah resucitaría para el porno en ‘Little girl lost’, un filme que reconstruía su tortuosa vida y las circunstancias que la llevaron al suicidio en julio de 1994. Bajo la dirección del actor Buck Adams, el biopic sobre la groupie más famosa del cine X distaba mucho de ser la amable biografía de una actriz porno incapaz de soportar la presión de la fama, como ya había ocurrido con las biografías de Traci Lords o Shauna Grant. Era más bien un descarnado y arriesgado retrato del mundo del porno en el que pocos salían bien parados. Rebecca Wild, una neumática rubia con la misma angelical mirada que la diva muerta, interpretó a Savannah y el propio Buck Adams, en un ejercicio de autocrítica, se reservó un papel en la película interpretándose a sí mismo.

EL ESPEJO DEFORMADO DE LA REALIDAD

El actor y director Ron Jeremy, un personaje muy respetado entre sus compañeros de la industria, siempre ha manifestado un afilado olfato para recoger aquellos hechos reales que podían ser susceptibles de ser adaptados al porno. Si en 1994 convenció a John Wayne Bobbitt para que reprodujera su castracción en una película X, en 1996 aprovechó un incidente de gran impacto en los medios de comunicación para realizar ‘Taken for Granted’. El filme estaba basado en la detención, en un suburbio de Los Angeles, del actor Hugh Grant en compañía de una prostituta con la que estaba practicando sexo oral. Jeremy contrató a Divine Brown, la prostituta protagonista de la felación más publicitada de los últimos años, con el propósito de que reprodujera ante las cámaras los 9 minutos de conocimiento carnal con el actor británico. Sin embargo, Jeremy no se atrevió a llamar a Grant para proponerle el papel protagonista.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en febrero de 2001.

33. Las grandes sagas

Con objeto de rentabilizar al máximo la inversión, la productora Vivid comenzó a trocear sus productos, creando un buen número de sagas en las que las segundas partes seguían el hilo argumental de las primeras. Películas con tramas endebles, como ‘Victim of love’, de Paul Thomas, o ‘El jardín secreto’ de Michael Zen, eran alargadas casi como un chicle para poder ser comercializadas en dos cintas de vídeo. Con este patrón, el éxito de la serie televisiva ‘La ley de Los Ángeles’ animó a Paul Thomas a rodar un extenso filme, dividido en cuatro partes, sobre los problemas judiciales con los que topaba una película porno. ‘Bajo juramento’ era una película de casi cinco horas de duración que contaba con el protagonismo de Savannah, la chica terrible del firmamento X a principios de los 90. La explosiva rubia oxigenada también trabajó a las órdenes de Thomas en las dos entregas de ‘Sinderella’, una lujosa recreación del cuento infantil ‘La Cenicienta’ en la que compartía cartel con Racquel Darrian, otra escultural actriz cuya cotización había alcanzado cifras exorbitantes.

Y es que, en 1992, el cine X norteamericano se encontraba entregado a las actrices. Una impresionante generación de bellísimas mujeres había tomado los platós para revitalizar un género en el que volvía a imperar el “star-system”, como una década antes. La factoría Vivid aprovechó el tirón comercial de sus estrellas y fue dosificándolas convenientemente en películas que se vendían sólo por el reclamo de su protagonista. Fiel al espíritu de la productora, Paul Thomas dirigió a Racquel Darrian en ‘Raquel desnuda’, a Jamie Summers en ‘The Phoenix’ y a Savannah en ‘Indian Summer’ y ‘House of Sleeping Beauties’.

Esclava de amor.

En los antípodas de Thomas, John Stagliano también realizó una mastodóntica saga que se ha convertido en objeto de culto para los seguidores del director de Chicago. ‘Face Dance’ constaba de cuatro partes y cinco horas de duración, en las que se desarrollaban los problemas de un actor europeo (Rocco Siffredi) en la industria americana. Asentado en el mercado estadounidense, Rocco era la única alternativa masculina a la legión de actrices de ensueño que invadía el mercado. De la mano de Stagliano, había protagonizado la segunda entrega de ‘Buttman: Vacaciones en Europa’, en la que, en su periplo por Inglaterra y Francia, dejaba a los espectadores la sensación de que se encontraban ante un verdadero torbellino sexual. Sin el apoyo de Rocco, el personaje de Buttman se enfrentó a su sosías femenino en ‘Buttman vs. Buttwoman’, donde la asociación entre Stagliano y el perverso Bruce Seven hizo saltar los plomos del subgénero “gonzo”.

Uno de los hechos más gozosos del año para el porno fue la recuperación del talento de Alex de Renzy, uno de los pioneros del género. En ‘Esclava de amor’, Renzy retomaba sus viejas obsesiones sobre la adicción sexual en un filme inspirado en la novela erótica ‘Historia de O’, de Pauline Reage. La sensual Sierra, una de las pocas actrices que no habían recurrido a la cirugía estética para realzar su busto, era la protagonista de la cinta. Fue la última película notable del veterano realizador en una año en el que otro clásico del cine X, Anthony Spinelli, también diría adiós a la elite del género con ‘The Party’.

EL CAMALEÓN CAMBIA DE COLOR

La película más exitosa de 1992 fue, sin duda, ‘Camaleones del amor’, de John Leslie. Rodada en 35 mm. con un presupuesto inusual para el género y novedosos efectos especiales, la cinta rescataba la esencia de ‘Camaleón’, el magnífico filme de Leslie producido en 1988 (aunque no pretendía ser su secuela), para convertir a los protagonistas en vampiros extraterrestres que adoptaban diferentes formas para seducir a sus víctimas. Ashlyn Gere, Rocco Siffredi y Deidre Holland encarnaban a los extraños mutantes y ejecutaban algunas de las escenas sexuales más tórridas del año. ‘Camaleones del amor’ fue la película más vendida y alquilada en los Estados Unidos en 1992 y recibió los más importantes galardones en la gala de entrega de los Oscar del porno celebrada en Las Vegas. Leslie rodó también ese año ‘Anything that moves’, la transposición a la pantalla de la trágica historia de los hermanos Mitchell.

Moana, solo para hombres.

EL PODER ITALIANO

Si el italiano Rocco Siffredi era el actor más cotizado del mundo en 1992, su compatriota Moana Pozzi daría el salto al porno americano de la mano de uno de los más prestigiosos directores. Gerard Damiano había conocido unos meses antes a la actriz y decidió convertirla en su nueva musa, pese a que Moana ya había hecho sus pinitos, un año antes, al otro lado del Atlántico en ‘Beefeaters’, de Jim Reynolds. Damiano la dirigió en ‘Moana, solo para hombres’, un filme en el que Pozzi se interpretaba a sí misma intentando triunfar en el porno americano pese a las zancadillas de los miembros de la industria. La película relanzó la carrera de Damiano, hijo de emigrantes italianos, e inició una fructífera relación entre el veterano director y la estrella europea que se truncó en septiembre de 1994 cuando Moana falleció a causa de un cáncer de hígado.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en diciembre de 2000.

32. Chicas de silicona

En 1991, Loretta Sterling dirigió el documental ‘Girls of Silicone Valley’, un curioso filme que alternaba escenas eróticas de las actrices April Rayne, Viper y Jamie Leigh, antes y después de pasar por el quirófano para dotar de más volumen a su perímetro pectoral. Este atípico documento se hacía eco de la moda que, a principios de los 90, había cautivado a muchas mujeres norteamericanas. Casi dos millones de mujeres habían visitado el quirófano para colocarse implantes de silicona en los pechos para aumentarlos de tamaño. El porno no solo no fue ajeno a esta moda, sino que lo asumió de tal manera que la silicona se convirtió en un protagonista más de las películas, hasta el punto de que, hoy en día, es difícil encontrar una actriz de primera fila que no haya aumentado artificialmente sus pechos. Una de ellas, Teri Weigel, pasaría a la historia en 1991 por ser la primera chica que había aparecido en las páginas centrales de la revista Playboy que daba el salto al porno. Su debut se produjo en ‘Inferno’, de F.J. Lincoln, un mediocre filme que tuvo una importante acogida entre los aficionados por la presencia de la bellísima modelo.

Teri Weigel en la portada de Playboy.

Para la revista Adam Film World, la que otorga anualmente los Oscar del porno, la mejor película de 1991 fue ‘Wild goose chase’, de John Stagliano. Rodado en 35 mm, el filme del director de Chicago recuperaba la tradición de cine negro adaptada al género en una historia convencional, muy alejada de las inquietudes “amateurs” de su creador. Junto a ella, Stagliano realizó aquel año tres vídeos fundamentales para el desarrollo de su “alter ego”: la primera parte de ‘Buttman: Vacaciones en Europa’, ‘Buttman en Rio’ y ‘Las aventuras de Buttwoman’. En la primera, Buttman y su amigo Rocco Siffredi visitaban Holanda y Francia y trababan amistad con algunas actrices del Viejo Continente, como Zara Whites, Silver Forrest y Joy Karin’s. En la segunda, Stagliano se lo pasa en grande en Brasil. Y la tercera supone el encuentro entre tres de los personajes más perversos del porno americano, el propio Stagliano como director, y Patrick Collins y Bruce Seven como productores. Con Tianna encarnando a la heroína de la cinta, ‘Las aventuras de Buttwoman’ sería el punto de partida para que Collins y Seven desarrollaran el “gonzo” más atrevido.

Dejando aparte las películas de Stagliano y la vuelta al porno de Gregory y Walter Dark con ‘New wave hookers 2’, seis años después de la primera parte y con el plantel de estrellas completamente renovado, la característica dominante del cine X de principios de los 90 es la escasez de buenos guionistas. Ante tal circunstancia, los productores optan por recuperar una moda que tímidamente había nacido dos décadas antes y que consistía en parodiar los filmes convencionales. El mercado de cine X se llena de versiones porno de algunos de los títulos más famosos del cine contemporáneo. De manera que pocas películas taquilleras quedan sin su parodia X, aunque, en muchas ocasiones, esta sea un remedo cutre de su modelo, cuando no una mera anécdota para atraer al público a los video-clubes. ‘Terminator’, de James Cameron, se convierte en ‘Penetrator’, de Orgie Georgie, con unos “cyborgs” más bien penosos; ‘Un pez llamado Wanda’, de Michael Chrichton, en ‘Un gatito llamado Wanda’, con Diedre Holland como protagonista; ‘Eduardo Manostijeras’, de Tim Burton, en ‘Eduardo Manospenes’, de Paul Norman, con una Sikki Nixx provista de unos singulares dedos; y ‘Bailando con lobos’, de Kevin Costner, en ‘Bailando con zorras’, de Herschell Savage, aunque en ella solo aparecieran indios en la carátula promocional de la cinta.

Los hermanos Mitchell.

MUERTE ACCIDENTAL DE UN CINEASTA

Los hermanos Jim y Artie Mitchell llevaban cinco años sin dirigir una película X a causa de sus turbias relaciones. Desde que Artie se convirtió en novio de Missy Manners, hija de un asesor del Partido Republicano y protagonista de su último filme ‘Tras la puerta verde 2’ en 1986, el “feeling” que tenía con su hermano Jim se había ido al traste. Missy no podía ver a su cuñado y Artie agudizó sus problemas con la cocaína y el alcohol. Pasaba horas en el O’Farrell Theatre consumiendo coca e intentando seducir a las bailarinas que allí actuaban mientras Jim dirigía como buenamente podía el negocio. Las violentas discusiones entre ambos terminaron cuando, el 21 de febrero de 1991, tres disparos efectuados con un rifle del calibre 22 empuñado por Jim Mitchell acabaron con la vida de Artie. Tras el correspondiente juicio, Jim fue absuelto del cargo de asesinato y el caso cerrado con la etiqueta de “muerte accidental”.

LA LUCHA CONTRA EL SIDA

En 1991, el cineasta Chuck Vincent moría en Ecuador a causa del SIDA. Al contrario que el fallecimiento de John Holmes, tres años antes por la misma causa, la opinión pública no aireó su final con la dosis de morbo que conectaba la fatal enfermedad con el mundo del porno. En la industria, sin embargo, el SIDA comenzó a ser un problema al que había que poner solución rápidamente. Algunas actrices, como Vanessa del Rio, ya habían encendido la luz de alarma negándose a seguir trabajando si no se imponía el uso de preservativos con carácter obligatorio. Las consecuencias más inmediatas fueron la generalización de los controles mensuales por parte de los actores y la aparición de un curioso fenómeno: las parejas artísticas. En una mezcla de fidelidad religiosa y terror al SIDA, comenzaron a proliferar los dúos que solo trabajaban juntos (Kasha y François Papillon, Racquel Darrian y Derrick Lane) con el consiguiente reclamo comercial cuando se rompía esa alianza.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en diciembre de 2000.

29. La revolución del X-Chic

Si la dictadura del vídeo parecía abocar al porno hacia una vuelta a los loops de su edad primitiva, con la preeminencia de las escenas de sexo sobre cualquier atisbo de trama argumental, el antiguo fotógrafo y director de vídeos eróticos del canal de televisión de la revista Playboy Andrew Blake encabezaría una auténtica revolución en el género con su primera película X. ‘Fantasías de noche’ utilizaba los mecanismos del loop para vestirlos de lujo potenciando su aspecto visual de manera que su estructura, a modo de viñetas enlazadas por una especie de “MacGuffin” erótico, se asemejaba a un mosaico de escenas sexuales rodadas con una factura visual impecable.

Fantasías de noche.

Además, Blake recuperó el formato de cine para estrenarse como director de largometrajes pornográficos. En el momento en el que el vídeo menoscababa la calidad de las producciones de la industria, el realizador californiano apostó fuerte con un filme arriesgado, lleno de imágenes impactantes, recurriendo a la estética del vídeo-clip. El porno ya no era sólo una sucesión de imágenes sexuales, era también la traslación a la pantalla del sexo hecho belleza.

Esta corriente vanguardista recibió enseguida una etiqueta. Se la llamó “X-Chic” o “Porno Light”, por su capacidad para entroncar con un sector de la sociedad, el de mayor poder adquisitivo, que comenzaba a aborrecer el género, cada vez más proclive a mostrar la parte menos bella de las relaciones sexuales. A la vez, el filme de Blake asumía como propia la estética de las costosas producciones soft, para su distribución en vídeo, de los dos grandes imperios eróticos americanos: Playboy y Penthouse. Sólo que adaptándola al hard.

En su debut como realizador, Andrew Blake confió el papel principal a Tori Welles, probablemente el último gran mito erótico que ha dado el cine X. Welles, una joven descarada y voraz, protagonizaría aquel año algunas de las mejores producciones de la era del vídeo. ‘Camaleón’, de John Leslie, fue su mejor papel, al interpretar a una mujer insatisfecha que cambia de personalidad para poder ser infiel a su marido. En ‘The invisible girl’, de Scotty Fox, Tori era una estudiante de biología que, junto con una amiga, descubre el don de la invisibilidad. Y en ‘Confesiones muy íntimas’ da rienda a sus fantasías más procaces, escenificadas en la pantalla.

Pero no sólo de Tori y Blake vivía el cine X en el umbral de la década de los 90. La ingente producción de vídeos porno, acentuada por la aparición del subgénero “gonzo”, dio algunos filmes de calidad que merecen figurar en las antologías al uso. ‘The big thrill’, de Alex de Renzy, metía el sexo en un salón de belleza; ‘I do’, de Paul Thomas, removía las relaciones de pareja con la extraña perversión de un hombre que sólo se excita con las aventuras del pasado de su mujer; y ‘Pretty Peaches III’, también de Renzy, continuaba la exitosa saga de la joven aprendiz de sexo, esta vez con mucho más sentido del humor y una Keisha deslumbrante.

Camaleón.

BUTTMAN Y EL “GONZO”

Si el estreno de ‘Fantasías de noche’ marcó un hito en la historia del género, otra película de características contrapuestas abriría el camino a un subgénero que, con los años, se ha desarrollado poderosamente dentro de la industria. ‘Las aventuras de Buttman’, de John Stagliano, supone, para todos los estudiosos, el nacimiento del “gonzo”. De origen etimológico discutible (la versión más fiable señala que la palabra “gonzo” es una contracción de las voces inglesas “go and show” –ve y enseña), el “gonzo” se caracteriza por intentar producir en el espectador la sensación de que lo que está viendo es fruto de la improvisación. El realizador carga al hombro su cámara y se dedica a hablar con gente anónima que, finalmente, acaba demostrando sus habilidades sexuales. Así, en ‘Las aventuras de Buttman’, Stagliano inventa un personaje obsesionado por los traseros de las mujeres que se pasea por las playas californianas, habla con sus ocupantes y se ve envuelto en varias situaciones de tipo sexual. Pese a la apariencia de “amateurismo” de la cinta, Stagliano contó con actores profesionales como Jamie Gillis, Tracey Adams o Tom Byron en el papel de supuestos personajes anónimos. El mismo año, Ed Powers, un antiguo actor cómico que participaba en películas X pero que no protagonizaba escenas de sexo, filmó ‘Bus Stop Tales’, la historia de un aprendiz de director que busca protagonista para su película. Realizada con la estética de los vídeos aficionados, la cinta cosechó un gran éxito por la bisoñez de sus protagonistas y el socarrón temperamento de Powers. Poco después, el actor Jamie Gillis dirigiría ‘On the Prowl’, una curiosa experiencia que parece sacada de un programa de objetivo indiscreto: alquila una limusina, mete en ella a una bella mujer y la lleva a pasear por las calles de San Francisco, invitando a los viandantes a subir a bordo para disfrutar del paisaje y de la acompañante. Mientras Stagliano convirtió a Buttman en un personaje perfectamente identificable en su filmografía posterior, Powers y Gillis aunarían sus esfuerzos creando los Nasty Brothers, una extraña pareja de obsesos sexuales que buscan nuevos talentos por la ciudad.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en noviembre de 2000.

Buttman: Vacaciones en Europa 2

Un año después de su primera aventura europea, John “Buttman” Stagliano vuelve a Europa. Con su cámara y la compañía de Rocco, el director americano consigue un curioso seudodocumental sobre las aventuras de unos turistas yanquis en París y Londres.

Buttman’s European Vacation 2. EEUU. 1992.

Actores: Rocco Siffredi, John Stagliano, Nikki Pearce, Joy Karin’s, Louise Armani, Christine de Bausseand, Flavia Voltice, Sara Walker, Louise Pike, Tracy Gibb, Anthony Marko, Phillip.

Producción: John Stagliano.

Dirección: John Stagliano.

Cualquier turista que se precie viaja por el mundo arrastrando una cámara de vídeo. En ella plasma la realidad de lo que sucede a su alrededor durante el viaje para, a la vuelta a casa, recrearse en la visión de lo ya visto y filmado. Monumentos, paisajes y nativos quedan así registrados para la posteridad en la memoria del viajero.

Pero si uno cuando viaja sólo tiene la pretensión de ligar con chicas estupendas y llevárselas a la cama, ¿por qué no puede filmar estas aventuras en lugar de los aburridos “tours” de los mayoristas? John Stagliano tuvo esa idea en 1991 cuando marchó a Holanda y Francia a dirigir las vacaciones europeas de Buttman. Un año después, visto el éxito, repitió experiencia. Como se recordará, Buttman había nacido en 1989 de la morbosa imaginación del realizador italoamericano. Era un personaje pegado a una cámara que recogía en ella la realidad circundante. Stagliano, con Buttman, comprendió que la violenta irrupción del vídeo en la industria X debía ser aprovechada para dotar de realismo al sexo. Bajó a la cámara del trípode en el que estaba instalada desde hacía casi un siglo y se la cargó al hombro para inaugurar una forma de hacer cine que cambió el panorama del porno y que la crítica bautizó como “gonzo”.

‘Buttman: Vacaciones en Europa 2’ es el prototipo de película “gonzo”. Buttman y su amigo Darío recorren París y Londres hablando con las chicas, intentando ligárselas y, si acceden, llevándoselas a la cama. Es un acercamiento del cine aficionado, el que cualquiera puede practicar con su videocámara, a los presupuestos del cine profesional. El cine de Stagliano no tiene pretensiones artísticas, más bien se basa en una improvisación controlada, pero, a la hora del sexo, es de una meticulosidad sorprendente. Porque Stagliano ofrece al público lo que éste quiere ver (excelentes cuerpos, tórridos e interminables encuentros sexuales) eligiendo siempre los mejores emplazamientos de cámara, buscando planos imposibles que reflejen hasta los mínimos detalles y alargando cada secuencia hasta un tiempo casi de ficción.

Lo más notable de esa apuesta por el falso realismo cinematográfico es la capacidad para desmontar uno de los mecanismos que hacen del cine la representación de las fantasías: el montaje. Los números sexuales de ‘Buttman: Vacaciones en Europa 2’ son de una longitud desmesurada, obligados por la ilusión de la filmación directa a través del vídeo doméstico. Pero no por ello son aburridos. Dada la imaginación del realizador, que juega continuamente con los espejos para ver reflejada la imagen de quien filma y recurre a múltiples emplazamientos de cámara, una escena sexual de casi media hora de duración acaba resultando tan atractiva como aquellas que otros directores ventilan en poco más de cinco minutos.

JOHN STAGLIANO, EL HOMBRE CULO

Nacido en Chicago en 1951, el italo-americano John Stagliano es uno de los pocos actores y directores del género que no utiliza seudónimo. Trabajó como bailarín de striptease hasta que se introdujo en el negocio del porno en 1983 como director y actor en ‘Bouncing buns’. Pero en 1989 rodó un filme que marcaría su carrera, ‘Las aventuras de Buttman’. A partir de entonces, Stagliano y Buttman son la misma persona y han compartido más de un centenar de películas filmadas en los Estados Unidos (‘Culitos amorosos’, ‘Buttman’s Big Tits Adventure’), Brasil (las sucesivas entregas de ‘Buttman en Río’) o Europa (tres capítulos de ‘Buttman: Vacaciones en Europa’ y varias partes de ‘Buttman en Inglaterra’). Paralelamente a su trayectoria como gurú del “gonzo”, Stagliano ha realizado algunas películas de notable calidad, como el culebrón, distribuido en cuatro partes, ‘Face Dance’.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Buttman viaja a Londres en compañía de su amigo Darío para pasar unas placenteras vacaciones. Al llegar al hotel, es seducido por una atenta camarera que le mostrará algo más que los servicios del establecimiento. Decididos a pasarlo bien, Buttman y Darío pasean por los alrededores de Buckingham Palace y conocen a una chica que accede a acompañarlos a su habitación. Allí, ambos pasarán una tarde agradable en compañía de la solícita nativa. Pero Buttman debe marchar a París donde, en los salones de un palacio y en una cabaña situada en medio del campo, vivirá de cerca la fraternidad del pueblo galo. Al volver a Londres, Buttman consigue enganchar a Darío con una explosiva joven que le demostrará la hospitalidad británica ante las videocámara del excitado mirón.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en agosto de 2000.

Culitos amorosos

Una cámara al hombro y su enfermiza obsesión por los culos bastaron a John Stagliano para inventar el subgénero más “realista” del cine X. Con un afán casi de documentalista, su personaje más famoso, Buttman, recorre las calles de Los Ángeles buscando sexo.

Buttman’s ultimate workout. EE.UU. 1989.

Actores: Zara Whites, Rocco Siffredi, Patricia Kennedy, Alexandria Quinn, Darla Derriere, Sunny McKay, Talia James, Madison, Randy Spears, T.T. Boy, Bubba Brando, John Stagliano,

Producción: John Stagliano.

Dirección: John Stagliano.

Aunque el cine X pueda parecer que representa el paradigma del realismo cinematográfico (se llega “hasta el final” en las escenas de sexo), lo cierto es que, precisamente por ser cine, se presta a la manipulación de la realidad. Aparte de que el porno posee unos mecanismos escenográficos muy alejados de la vida real, las escenas sexuales suelen durar en una película X unos diez minutos de media, con numerosas elipsis temporales que eliminan para el espectador los molestos interludios derivados de la movilidad de los actores. En términos generales, una secuencia de diez minutos de duración viene a suponer un rodaje de una o dos horas en la realidad.

Preocupado por la falta de “realismo” del porno moderno, el realizador norteamericano John Stagliano decidió un buen día aprovechar al máximo las ventajas que le proporcionaba el formato de vídeo para transgredir las leyes cinematográficas del género y filmar el sexo en su integridad: “Yo lo que quería era mostrar los coitos de un modo natural, hacer que fueran creíbles, como si formaran parte de un documental, y dotar a la cámara de movimiento, de vida. Y también quería darle tanta importancia a los preámbulos como a la misma penetración”. Su verbo se hizo carne a partir de la mirada de Buttman (“El hombre culo”), un curioso personaje que vaga por el mundo con su cámara de vídeo para plasmar en ella su obsesión de perverso “voyeur”. Su fórmula, por sencilla, no es menos novedosa: Buttman se patea las calles de la ciudad en busca de contactos sexuales para él o para sus amigos. Cuando los consigue, filma con espíritu detallista hasta los más mínimos detalles de la relación sexual.

La vocación documental de los filmes de Stagliano en los que interpreta al personaje de Buttman va más allá del aspecto “fortuito” del ligue. Es una especie de disección pormenorizada del cortejo sexual, desde sus inicios hasta la culminación. Por ejemplo, en “Culitos amorosos”, segunda cinta de la serie, hay ligues frustrados y ligues consumados, acuerdos y desacuerdos. Y los números eróticos se ajustan a su duración “real”, conducidos por un montaje mínimo que no omite los cambios de postura ni suprime la reiteración. Pero, además, la mirada de la cámara de Stagliano/Buttman convierte al posterior espectador del film en un privilegiado mirón y, a la vez, en involuntario protagonista de éste.

Con ‘Las aventuras de Buttman’ y ‘Culitos amorosos‘, John Stagliano inventó un subgénero dentro del porno que se ha convertido, con el paso del tiempo, en predominante dentro de la industria: el “gonzo”. Con una cámara de vídeo, un grupo de actrices y actores dispuestos a representar el papel de espontáneos y un trabajo de postproducción sencillo, cualquiera puede filmar un porno de bajo coste. Pero nadie lo ha hecho nunca con el halo de verosimilitud y la capacidad de improvisación de Stagliano.

ROCCO SIFFREDI, EL SEMENTAL LATINO

Rocco Tano, nombre con el que figura en los créditos de sus primeras películas, nació en Ortona (Italia) en 1964. A los 21 años se trasladó a París, donde entró en contacto con el mundo del porno de la mano del veterano actor Gabriel Pontello. Un año después de su debut, en ‘Belle d’amour’, Rocco dejó el cine X para trabajar como modelo en Londres. Pero en 1987 retomó su carrera como actor a las órdenes de los más importantes directores europeos. En 1989, Rocco conoció a John Stagliano quien le dio la oportunidad de trabajar en el porno americano. Desde su apoteósico debut en ‘Culitos amorosos’, el semental latino por excelencia se ha convertido en el actor de porno más importante del mundo a causa de su extraordinario atractivo físico y la fogosidad que transmite en sus actuaciones ante la cámara.

SINOPSIS ARGUMENTAL

Buttman es un videoaficionado que gusta de filmar todo lo que ve. Ha conocido a una bella modelo que está locamente enamorada de su amigo Darío, un esbelto italiano que, sin embargo, no presta demasiada atención a la solícita joven y prefiere divertirse con otras chicas. En su papel de “celestino” moderno, Buttman recorre las calles de Los Ángeles para conocer chicas con las que pasar un buen rato él o sus amigos. Filma sus escarceos sexuales y no le importa ceder la cámara a los colegas cuando él participa del festín. Y en los ratos libres, Buttman trabaja en un gimnasio del barrio, donde observa los cuerpos turgentes de sus clientes, no sólo dedicados al endurecimiento muscular. Finalmente, ante tanta insistencia de su amigo, Darío acabará por dejarse conocer por la estilizada modelo en un encuentro tórrido al que Buttman acudirá como testigo y, con su vídeo, lo registrará para la posteridad.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en mayo de 2000