La naturalidad de Claudia Bomb

«Hola, mis nenes!”. Asomarse a la página web de Claudia Bomb o entrar en su Twitter garantiza al aficionado al porno ser tratado como miembro de una especie de clan infantil. Claudia llama “nenes” a sus seguidores pese a que la mayoría de ellos tiene más edad que esta catalana de 23 años, de aspecto inocente y rotundas curvas. Y es que ese, probablemente, es el secreto de Claudia Bomb. Una extraña combinación entre lo salvaje y lo tierno que la ha convertido en una de las actrices más seguidas por los usuarios de las webcams para adultos.

“Yo concibo la webcam como algo muy cercano a la gente, algo más íntimo y más amateur que los trabajos que se hacen generalmente en el porno. A mí, la verdad es que me pone mucho que la gente se conecte conmigo”. En las distancias cortas, Claudia Bomb no difiere mucho del prototipo de chica de veintipocos años que no presta demasiada atención a su imagen, sabedora de que la juventud es suficiente tesoro para atraer a la gente. En su rostro no hay maquillaje (“no suelo maquillarme para salir a la calle”, dice) y viste de manera informal, con ropa ancha y zapato plano.

¿La gente se conecta a la webcam contigo solo para desfogarse? Sí y no. A veces, la gente busca algo más que sexo. Contar sus problemas, hablar con alguien. Hace un tiempo se conectó un chico que estaba muy deprimido porque había pillado a su novia enrollada con su propia madre. Poco a poco, empezamos a hablar y yo acabé metiéndome en su problema. No sé cómo lo hice, pero adquirimos bastante confianza. Le aconsejé como pude y, al final, él pudo romper con su novia.

Pero imagino que la mayoría de la gente no utiliza la webcam para contarte sus problemas. Para eso ya está el teléfono de la esperanza… No, claro. Hay mucha gente que viene con parafilias muy raras y te pide que las hagas. No sé si es solo la gente que se conecta a las webcams, pero me he dado cuenta de que la gente tiene gustos muy raros. Pero no te creas que me escandalizo. Cuando me piden cosas raras que no quiero hacer, lo comento con la persona que me lo ha pedido, y ya está. Lo importante es el respeto.

En todo caso, tu mayor reclamo son el par de tetas naturales que tienes. ¿Eres consciente de ello? Por supuesto, pero también creo que hay gente que va mucho más allá de mis pechos, que le interesa mi personalidad. Aunque muchos no se lo crean, he vivido sensaciones increíbles con mi trabajo, y eso lo he logrado porque no solo muestro lo bueno de mi personalidad. Me gusta mostrarlo todo, no solo lo bueno.

¿Quieres decir que Claudia Bomb no es un personaje? Es un personaje, evidentemente, pero también está en mi forma de ser. Quiero mostrarme a los demás más allá del personaje. Mira, por ejemplo, si tú tienes diez fotos para colgar en la web y solo seleccionas las dos o tres en que estás fantástica, todo el mundo te va a ver divina. A mí me gusta colgar más de dos o tres fotos, aunque no esté perfecta, y eso, de alguna manera, me abre mucho más a los demás. Sé que, desde el punto de vista profesional, parece raro, porque normalmente solo seleccionamos lo mejor para exhibirlo, pero yo prefiero mostrarme tal como soy.

Quizás ese es el secreto, la diferencia… Yo creo que, si me va bien, si hay tanta gente que me sigue, es porque me ven como alguien amateur, alguien cercano a ellos y, por lo tanto, accesible.

Claudia Bomb en la sesión para Primera Línea (Fotos: Xavi Smoke).

Parets del Vallés es un pueblo de algo menos de 20.000 habitantes del interior de Barcelona. Su cercanía con la gran ciudad, de la que la separan apenas 23 kilómetros, no impide que sea un lugar tranquilo, pero también un sitio en el que “todo el mundo se conoce”. En Parets del Vallés creció Claudia Bomb, hija de padres separados, y vivió hasta los 18 años, cuando se independizó para hacer su propia vida lejos del hogar familiar.

¿Cómo entró el porno en tu vida? Yo miraba porno desde que estudiaba,desde primero de ESO, y disfrutaba con ello. Siempre me ha excitado mucho. Me fijaba sobre todo en las actrices, en cómo se lo pasaban, pero nunca tuve la ambición de convertirme en una de ellas.

¿Y qué ocurrió para que cambiaras de parecer? Un día, chateando en el ordenador, me encontré con una persona que trabajaba en una productora. Poco a poco fui haciendo amistad con él, aunque no lo había visto en mi vida, y me propuso hacer porno. Yo lo pensé mucho. Ya trabajaba, no vivía con mi familia y sabía que me iba a gustar, pero quería ocultar mi imagen. Personalmente no tenía problema en hacerlo, el problema era el qué dirán. Estuve un año dándole vueltas, hasta que me decidí a probar.

Una decisión meditada… Pues, aun así, creo que me faltaba información. Hice mi primera escena y me decepcioné mucho, no era lo que esperaba. Probablemente es que no di con la productora adecuada en aquel momento, pero tuve muchas dudas. Además, perdí el trabajo que tenía entonces, por otras circunstancias, y tuve que decidir si quería seguir o no. Y entonces, por un error de la persona que me había introducido en este mundo, mis datos personales se revelaron en las redes sociales. Todo lo que yo había querido evitar desde el principio salió a la luz. Fue muy duro.

Aquello sucedió en el verano de 2009 y Claudia lo recuerda como quien rememora una etapa de la vida que hubiera deseado que jamás sucediera: “Mi mundo cambió a partir de ahí”.

Pero el caso es que aquella primera experiencia negativa te ha servido para llegar hasta aquí. Sí, yo nunca le he echado la culpa al porno de aquello que pasó, porque sabía dónde me metía y los riesgos que corría. Creo que no di con las personas indicadas y ya está. No le doy más vueltas.

¿Qué conclusiones sacas de todo aquello? ¿Qué has aprendido? La conclusión es que he avanzado, he hecho cosas diferentes y me han gustado. Estoy muy orgullosa de cosas como el vídeo que hice para el Getafe [el corto que sirvió como campaña promocional del club de fútbol en 2011] o los vídeos de publicidad, como el del Klic-Klic o el Fortiplús. Y me he dado cuenta de que me gusta mucho la fotografía, la imagen audiovisual, y, en un futuro, me gustaría crear algo en ese sentido que sea chulo.

¿Como el porno que se hacía antes? Exacto. Antes había mucho más erotismo, se transmitía más lo que hacías. A mí me ponía verlo, porque me dan morbo las situaciones, no las personas.

¿Con quién te has sentido más a gusto? Cada productora tiene su forma de trabajar y hay sitios en los que te sientes mejor y en otros, peor. Cada uno lo ve de una manera.

¿Quién ha tenido más culpa en esa recuperación de la que hablabas? Mis fans, sin duda. Me han ayudado mucho. Mientras sigan ahí, yo estaré y el día que no me motive hablar con ellos lo dejaré. No voy a engañar a nadie. Llevo cuatro años en esto, empecé sin ninguna información y, con el tiempo, me he hecho más autónoma, más mía, menos dependiente. Me ayuda mucho hablar en mi trabajo y eso me motiva para seguir adelante. Además, aprendo cosas. Alucinarías de las cosas en las que se fija la gente. Hace poco una tía me dijo que, cuando me corría, se me contraían los dedos de los pies. Se había fijado en algo que yo ni siquiera sabía.

Pese al enganche que demuestra tener por sus seguidores, pocos conocen realmente quién es Claudia Bomb, qué le gusta y qué le disgusta. La parte final de nuestra conversación intenta traspasar esa barrera que a menudo erigen las actrices X para ocultar su verdadera personalidad ante el público.

¿Qué tipo de hombre te gusta? Casi todas las parejas que he tenido en mi vida no eran hombres guapos. Más bien lo contrario. No me he enamorado nunca de una persona por el físico, sino que tiene que transmitirme algo que me haga temblar. De hecho, no soporto a los chicos que son muy creídos. En una mujer, lo puedo entender, pero en un tío…, no, por favor.

Eso da esperanzas a muchos feos para ligar contigo… Pues no es fácil. Hace falta mucha madurez y entender lo que hago y a qué me dedico. En fin, respetar mi trabajo y mi forma de ser. Cuando tienes una relación con alguien y no te entiende, es imposible. Una pareja ha de tener cariño y entender cuáles son las prioridades de la vida, porque no todo el mundo va con buenas intenciones. No es tan fácil como parece a simple vista.

¿Qué cosas te entretienen? Pues mira, me gustan mucho las series de televisión españolas, como ‘Aquí no hay quien viva’, ‘La que se avecina’ o ‘Aída’. Las que reflejan de forma exagerada la vida diaria.

¿Y qué cosas detestas? Las injusticias, como por ejemplo en el tema de los desahucios. No soporto a los que van de divos, ni a los que son excesivamente materialistas. Y, sobre todo, a la gente que trata el sexo de manera vulgar. Eso me produce un rechazo instantáneo.

Pues debes sentir mucho rechazo en tu trabajo diario. Existe la costumbre de llamar putas a las actrices porno con una facilidad… Es que se puede ser puta, pero con estilo. Nosotras interpretamos un papel y lo importante de ese papel es que la gente vea tu manera de hacer las cosas, que tengas un estilo, que no seas vulgar.

Publicado en Primera Línea en febrero de 2014. Puedes descargar el original aquí:

Una hermosa piedra negra de Lesbos

A través de la pantalla del ordenador, los ojos grises de Ónix Babe parecen todavía más grandes y su mirada, más profunda. Acaricia su gato, posado sobre sus piernas, mientras hablamos de la sesión de fotos que ilustra este reportaje, en la que la actriz recrea algunas de las fantasías fetichistas que pueden verse en la película ‘50 sombras de Grey’. “Es algo tan insípido que, cuando la vi, creía que estaba ante una peli de las que dan por las tardes en Antena 3, pero creo que incluso estas tienen más intriga”, me suelta antes de apostillar que todo el fenómeno generado a partir del libro y la película tiene poco que ver con el BDSM: “Dudo mucho que E.L. James lo haya practicado en su vida real”.

Ónix Babe se convirtió en un personaje popular cuando la revista ‘Interviú’ la sacó en portada hace un par de años y la bautizó como “la reina del porno lésbico español”, un calificativo tan cierto como evidente: es la única actriz X española que solo graba escenas sáficas.

¿Tienes previsto alguna vez grabar escenas con hombres? Nunca digas de esta agua no beberé ni este cura no es mi padre. Pero de momento no me lo imagino.

¿Por qué? ¿Porque no te gustan los hombres? Sí que me gustan. Yo soy bisexual, pero lo cierto es que me tiran más las mujeres que los hombres. En la vida real estoy con hombres o con mujeres, pero en el porno solo hago lésbicos.

¿Y si te ofrecieran una cantidad de dinero escandalosa? Nunca se sabe. Todos tenemos un precio…

Ónix Babe para Primera Línea (Fotos: Antón & Mariam).

Insisto en esa exclusividad del lésbico en el porno porque el cine X posee un antecedente curioso de ‘virginidad heterosexual’. Se dio a comienzos de la década de los 90, cuando un puñado de actrices planeó una minuciosa estrategia en sus carreras con el fin de hacerlas más longevas: durante unos años, solo interpretaban escenas lésbicas y, en una fecha determinada y con un cheque de cinco cifras en el bolsillo, se pasaban al porno con hombres. La más famosa de todas ellas fue Janine Lindemulder, una escultural rubia de rostro angulado que se erigió en inesperada reina del triple X norteamericano pese a no haber conocido varón delante de una cámara. Años más tarde, cuando su estrella ya se había apagado, Janine se tatuó el cuerpo como un camionero desocupado, se puso piercings en las zonas de su anatomía inimaginables y se pasó al porno con pasó al porno con hombres para relanzar su carrera. “No sé si podría yo hacer algo así”, explica Ónix, “porque no sé si me cansaría o me agobiaría. La realidad es que me atraen más las mujeres y lo hago disfrutando. Me gusta que sea así y dudo que algún día grabe con hombres”.

Tengo la impresión de que el porno lésbico tiene poco o nada que ver con la realidad de una relación sexual entre dos mujeres. Las lesbianas se quejan precisamente de eso, de lo poco que esas escenas tienen que ver con lo que dos mujeres hacen en la cama. El porno es otra cosa, está hecho para hombres. En mi caso, yo busco mi propio placer y eso hace que me gusten las escenas lésbicas. Te pongo un ejemplo: a veces me dicen “chupa un dildo” y yo pienso ¿qué placer me da a mí chupar una cosa de plástico? Eso en realidad se hace para satisfacer al hombre, que se imagine que es su miembro.

¿Quieres decir que incluso el porno lésbico es machista? Claro que sí. No solo el lésbico. Todo. No se graba casi lésbico, en muchas escenas se humilla a la mujer y casi siempre el dominante es el hombre.

Muchas actrices que se definen como heterosexuales hacen escenas con mujeres. ¿Qué te parece esto? En mi caso, cuando voy a hacer una escena con una chica, a ella tienen que gustarle las mujeres. Si no le gustan, prefiero que grabe con otra, no conmigo. Porque, al final, se nota en el resultado. Una vez, en plena escena, me di cuenta de que a la chica con la que estaba no le gustaba aquello. Y a mí tampoco me gustó. Veo mal que hagas las cosas si no te gustan. Hay muchas chicas a las que les gustan este tipo de escenas y, si lo vives y lo transmites, queda mucho más realista. A mí me molesta trabajar con una chica si noto que no le gusta.

¿Cuando estás grabando una escena, a quién piensas que le va a gustar, a un hombre o a una mujer? No pienso en a quién va dirigida, sino que lo hago para pasarlo bien. Pienso en el morbo, pero no si es una mujer o un hombre el que estará mirando. Muchas veces pienso en que se va a masturbar una mujer viéndome, pero también en un hombre. Quiero que lo disfrute el espectador, sea hombre o mujer. De todas maneras, hay veces que estoy tan cachonda que me tiemblan las piernas y ni pienso [risas].

La mujer que se convirtió en Ónix Babe gracias al porno nació en Benidorm, hace 27 años. Benidorm no es un lugar cualquiera para crecer. Su fisonomía -atrapada entre las montañas y el mar, la especulación inmobiliaria la ha hecho expandirse hacia el cielo, como una metrópoli americana- y la sensación de que la noche nunca acaba, ya sea si los protagonistas son oriundos, guiris de turismo de borrachera barata o jubilados en busca del tiempo perdido, debe de marcar. “Hay mucha fiesta, puedes hacer muchos amigos y se tiende a vivir de una manera más alocada, más rápido de lo normal”, reconoce. Trabajó en múltiples oficios antes de que el porno le diera, hace ahora tres años, la oportunidad de convertirse en Ónix Babe.

¿Cómo fue esa entrada en el X? De casualidad. Estaba un poco harta de trabajar tantas horas y por poco dinero. Pensé que por qué no trabajar de webcamer, que te pasas el día haciéndote pajillas y puedes ganar un buen dinero, haciendo algo que te gusta. Empecé así, pero conocí a Irina Vega y comenzamos a hacer shows en vivo, y eso me moló mucho. Grabé alguna escenita, una cosa me llevó a la otra y aquí estoy, pero de un modo muy natural.

¿Tu familia se lo tomó a bien? No se enteraron hasta que salí en ‘Interviú’. Mandé a mi madre al quiosco. Me dijo que estaba loca, que era todo mafia, y se lo expliqué todo con la mayor normalidad. Ahora, incluso cuando voy a grabar una escena, se lo comento, con quién la hago y qué tal ha ido. Mi padre prefiere que no le cuente nada.

Ojos que no ven… ¿Sabes que pasa? Que ser bisexual provoca incomprensión. La gente no entiende cómo una persona puede sentirse atraída por los dos sexos, porque piensan que, si eres así, eres más viciosa, que te da igual uno que otra. Y no es así. Pero es cierto que la gente te entiende más si eres lesbiana que si eres bisexual.

En tu trabajo, eres la actriz que con más fuerza ha reivindicado el sexo entre mujeres. ¿Te gustaría convertirte en un icono LGBT? Claro, sería súper halagador. Yo sigo muchas revistas lésbicas, leo mucho sobre ello. Me siento identificada, me gustan las mujeres y me gusta el tema, y estoy preparando proyectos relacionados con ese mundo.

De momento, la única etiqueta que se te puede poner es la de ‘alternativa’. ¿Estás de acuerdo? Bueno, soy alternativa porque mi estética es como la que se dio al principio de acuñarse ese término, la de las Suicide Girls. Pero quienes compartimos esa forma de ser somos gente normal, no nos preocupa lo que piense la gente y el qué dirán.

No puede negar, sin embargo, que su imagen física, más allá de su cara redondeada y esos ojos que atrapan a quien conversa con ella, es la de una mujer con un cuerpo decorado por los tatuajes y salpicado por los piercings. “Empecé con los piercings a los 12 años. Con los tatuajes, más mayorcita, a los 18. Eso va con la personalidad de cada uno, unos tatoos tienen historia y otros los llevas porque te gustan. Pero al final, y si llevas algún tatuaje me darás la razón, hay un cuelgue por hacerte cada vez más”.

Yo no llevo tatuajes. Me da miedo el dolor. La gente que se tatúa no piensa en el dolor. Lo que me sorprende es que ahora hay más gente en la calle tatuada que sin tatuar.

¿Piensas seguirte dedicando al porno una buena temporada? Me he divertido mucho en estos años, me he llevado muy buenos orgasmos y he conocido gente muy maja. Ahora, lo que quiero es estar un tiempo más en el porno, divertirme, pasármelo bien y hacer lo que me gusta, y luego retirarme. Cada cosa tiene su etapa.

Antes de que la conversación por Skype llegue a su fin, quiero conocer las aficiones personales de esta chica que ha exhibido sus gustos por bandera. En fin, como diría José Luis Perales, a qué dedica el tiempo libre.

¿Cuál es el lugar más fascinante que has visitado? Egipto. Me impresionó mucho, por su historia y porque me flipa la cultura árabe. Es un lugar del que guardo un recuerdo extraordinario.

¿Y de música? Por tu aspecto, debes de ser aficionada al metal o al punk-rock. Pues me gusta todo. Desde la rumba al metal, pasando por el hip hop o el rock’n roll. Pero no soporto el pachangueo.

¿Qué tipo de cine ves? Las películas de Tarantino, Clint Eastwood, el cine de terror, ‘Trainspotting’, ‘El club de la lucha’…

Entonces te gustarán los libros de Chuck Palahniuk… Mi autora favorita es Belén Esteban [risas]. En serio, leer me cuesta, pero cuando me pongo me encanta. Mira lo que estoy leyendo…

Se levanta para desaparecer del cuadro que delimita mi pantalla, dejando al gato solo. Segundos después, vuelve con un ejemplar de ‘1984’, de George Orwell. “Es alucinante”, dice entusiasmada. Luego me confiesa que prefiere vivir en ciudades pequeñas, que no está apuntada a ningún gimnasio y que, aunque no tiene intención de ser actriz, no diría que no si le ofrecieran salir en un corto.

Y lo de tu nombre artístico, ¿de dónde viene? Se me ocurrió ónix, porque es una piedra negra que me mola.

¿Y Babe? Porque sí [risas].

Publicado en Primera Línea en julio de 2015. Puedes descargar el original aquí:

Actrices de otro tiempo

En el vídeoclip de Massive Attack Paradise Circus, Georgina Spelvin confiesa que, cuando la cámara se ponía a funcionar, se desataba dentro de sí una extraña pasión sexual. Amaba la cámara. Eso mismo les ocurre a Sophie Evans, Anastasia Mayo y Lara Tinelli, las tres actrices a las que Primera Línea ha reunido para reflexionar sobre el pasado, el presente y el futuro del porno.

Primera Línea: ¿En qué ha cambiado el porno desde que empezasteis?

Anastasia Mayo: Antes había mucho más trabajo para todos y estaba mucho mejor pagado, aunque evidentemente la economía no está igual que entonces. Yo tenía cuatro o cinco escenas a la semana, las chicas se respetaban mucho más entre ellas…

Sophie Evans: Antes las actrices se dedicaban casi exclusivamente a hacer escenas o películas. Ahora existen las webcams, que permiten que la actriz pueda trabajar desde su casa y tener contacto con los aficionados. La piratería también ha influido mucho en que las escenas estén peor pagadas, porque los productores ya no están ganando tanto dinero. Por mi parte, hace años que dejé de hacer escenas, pero me doy cuenta de que ahora, en las actuaciones en directo, cada vez intentan pagarnos menos.

Lara Tinelli: Hay crisis en todos los campos. Pero España es diferente al resto de países. Ha cambiado el mercado, pero eso no debería significar que se pague menos, porque en Europa los cachés son más altos.

SE: Pero eso pasa por lo que decía Anastasia, que las chicas se respetan menos que hace unos años. Llegan a la industria porque necesitan un dinero extra, hacen dos o tres escenas a precio muy barato y desaparecen.

PL: Pero ese perfil de actriz porno eventual siempre ha existido, ¿no?

SE: Sí, pero antes era más complicado entrar en el porno. Había que hacer un casting y saber el camino para llegar. Ahora basta con que una chica vaya a una productora y diga que quiere hacer una escena. Hay que tener en cuenta que antes el sexo en España era mucho más tabú de lo que es ahora que, desde que muchas actrices y actores han salido en la televisión, se ha puesto de moda ser actriz porno.

AM: Sí, queda muy cool.

LT: Y eso produce que los productores acaben pagando lo mismo a alguien que hace su primera escena que a quien se dedica de manera profesional a esto.

SE: Peores son las condiciones de trabajo. Ya no hay guiones, no hay maquilladores, no hay buena iluminación…

AM: Ahora vas toda arregladita para ir a rodar y, a la hora, has acabado.

SE: Es que ahora interpretar no tiene ningún valor. Nosotras, por ejemplo, nos preocupamos por saber interpretar y somos capaces de hacer una escena dramática igual que una escena de sexo. Somos actrices.

AM: Es que interpretar es importante para nosotras.

LT: A mí me ha pasado recientemente en una producción, que había una actriz que tenía que decir tres frases de guión y era imposible. No tenía capacidad para retener en la memoria tres frases. No digo que fuera tonta, pero es otra manera de ver esta profesión. Nosotras sabemos interpretar, desnudarnos y hacer sexo delante de una cámara. Eso no es tan fácil como la gente cree.

SE: Más que saber o no hacer esas cosas es que nos gusta. Lo hacemos encantadas y no es la mentalidad que tiene una chica que sólo va a rodar una escena con la idea de hacer sexo.

AM: Para mí, cuando comencé este trabajo, ponerme delante de una cámara a hacer sexo era un reto, me importaba más que el dinero.

SE: Lo curioso es que antes, cuando se hacían películas, salíamos mucho más guapas. Hoy en día, hay gente que coge una cámara para filmarte y ni siquiera se ha leído el libro de instrucciones para saber cómo funciona.

LT: Yo he tenido que ayudar a encender la cámara al tipo que iba a hacerme unas fotos para una escena…

SE: Pues a mí me llamaron hace unos meses para convencerme de que hiciera una escena, después de años retirada. Al final dije que sí, porque me pagaron muy bien. La hice con mi actual novio en el Bagdad y resultó que el cámara no la había grabado en el formato correcto. Total, que perdieron el tiempo convenciéndome y grabándola y perdieron el dinero que me pagaron, porque la escena no existe.

PL: Antes hablabais de las webcams como contrapunto a las escenas. Las webcams tienen la ventaja de que os dan una seguridad económica, más allá de que grabéis más o menos escenas al mes.

SE: Sí, es cierto, da una seguridad, pero yo también he notado un gran cambio en el usuario en los últimos tiempos. Al principio, las empresas que gestionan las webcams sólo tenían como webcamers a actrices reconocidas del porno y eso hacía que los fans se conectaran y habláramos de películas o preguntaran cosas personales hasta entrar en el juego sexual. Ahora han añadido muchas webcamers amateurs y el usuario quiere cosas muy rápidas y muy fuertes. Yo he escuchado en la webcam cosas muy fuertes que me han llegado a asustar.

LT: ¿Y no os ha pasado que antes el usuario decía “Oh, estoy con Sophie Evans o con Anastasia Mayo” y ahora te preguntan “¿Quién eres?”?

AM: Sí y pasa porque antes, cuando entraban en la webcam, iban a hablar con una actriz determinada y ahora hay tal mogollón de personas que se dedican a esto que se ha diluido esa especie de morbo de hablar con una actriz porno profesional.

LT: Es que las webcamers amateurs tienen un público diferente al nuestro. Y eso no está diferenciado en las páginas que se dedican a esto.

PL: En ese diálogo entre las webcams y las escenas parecen imponerse las primeras. ¿Veis que estamos asistiendo a la desaparición del modelo de porno tal y como lo hemos entendido en los últimos años?

SE: Desaparecer no creo que desaparezca, porque hay mucha demanda de porno. Lo que ocurre es el modelo de negocio es ahora diferente y el que se lleva el dinero es el que tiene la página y recauda de los anuncios, porque gran parte de las escenas son gratuitas. Eso sí que es un problema, porque habrá que recompensar de alguna manera a los actores o acabará siendo todo porno casero.

LT: Yo insisto en que ese problema se da en España, donde el porno es escenas rápidas e internet, además superpirateado, porque lo sacan hoy y mañana la escena ya está a mitad de precio o en un pack de oferta. Pero fuera de España todavía se hacen películas y escenas para internet con argumento, todavía se paga de manera decente al actor y a la actriz y se valora su interpretación igual que el tener sexo delante de la cámara.

AM: Pero tampoco podemos pensar que fuera es el paraíso, porque en Europa no se está pagando lo que se pagaba hace unos años.

PL: Entonces, ¿hacía dónde creéis que va el porno?

LT: Pues es difícil de saber. ¿Hace seis o siete años imaginábamos que estaríamos en la situación actual? Nadie imaginaba el porno fuera de hacer escenas y ahora hay webcams, shows, espectáculos en vivo. Habrá una evolución pero nadie sabe hacia dónde.

SE: Gracias a la tecnología habrá muchas más posibilidades. Desde el sexo interactivo, hasta innovaciones relacionadas con los sentidos, cosas que no se podrán piratear. Ahora hay películas en las que el espectador puede elegir hasta la postura.

AM: Es muy diferente a lo de antes y acabaremos acostumbrándonos.

SE: Lo que es verdad es que antes era mucho más sacrificado que antes. Yo rodé con Salieri en Italia y había escenas que tardábamos nueve horas en rodarlas y ahora una chica va a un hotel, rueda una escena, se divierte y a la hora está en su casa. Es otra cosa, ni mejor ni peor.

LT: Es diferente. No es lo mismo una tortilla de patatas con cebolla que sin cebolla.

AM: A todo te adaptas si te gusta la cámara y el sexo.

Publicado en Primera Línea en octubre de 2012.

Dos mejor que una

Son hermanas y trabajan juntas desde que llegaron a Europa, hace ahora tres años, pero en realidad Kesha y Sheila Ortega solo tienen en común su parecido físico. Kesha, la hermana mayor, es una mujer habladora, un manantial desbocado de palabras, que se autoproclama como “muy loca”. Sheila, seis años menor que su hermana, es una chica tranquila, que habla de forma pausada y en un tono de voz bajo. Ambas nacieron y se criaron en la zona de Los Teques, 30 kilómetros al sur de Caracas, y ambas comenzaron a trabajar como bailarinas “integrales, haciendo eventos de todo tipo”, como recalca Sheila, pero por separado: “Llevábamos vidas completamente diferentes por la diferencia de edad y de ambiente en el que nos movíamos; yo iba con grupos de samba y viajaba al extranjero, ella se dedicaba al mercado local”, explica Kesha. Hasta que el destino profesional las unió, tres años atrás, e iniciaron la aventura europea como dos buenas hermanas. “Una amiga mía nos dijo que en Italia nos iría muy bien, yo se lo comenté a mi hermana y nos decidimos a venir”, dice Kesha. La experiencia italiana solo duró dos meses y medio, el tiempo justo para asentarse en Europa y dar el salto a España.

Primero a Tenerife y después a La Coruña. “Pero estar en Galicia era como estar en un pueblo, era hacer siempre lo mismo, de ver siempre las mismas caras y el mismo público”, comenta Sheila. Así que volvieron a cambiar su destino para recalar en Barcelona y aquí comenzó su singular historia con el porno. Una historia que, como tantas que tienen que ver con el cine X nacional, arranca con Juani de Lucía, propietaria de la sala Bagdad. “Juani se quedó sorprendida de nuestra seguridad y firmeza”, recuerda Kesha de aquella primera cita, “pero estábamos gorditas, pesábamos 15 kilos más que ahora, y nos dijo que no podía contratarnos”.

Sheila y Kesha Ortega posan para Primera Línea (Fotos: Julio Rocco).

Sin embargo, Juani, que en realidad les dijo que tenía “mucho personal” trabajando en su local, las recomendó a Nacho Vidal, el primero que descubrió el potencial de estas dos hermanas. “Lo que no imaginaba es que íbamos a gustar tanto”, dice Kesha. Y eso que no habían tenido “ninguna experiencia sexual juntas”, dice Kesha. “Una vez hicimos un trío con un hombre, pero no interactuamos entre nosotras”, matiza Sheila. El caso es que perdieron el pudor (“se quedó en Venezuela”, dicen entre risas) y comenzaron a grabar escenas, juntas y por separado. “Cuando hacemos porno juntas tiene mucho más impacto que cuando filmamos escenas por separado”, proclama la hermana mayor, quizás porque ver a dos hermanas practicando el sexo entre ellas produce mucho más morbo. En ese sentido, son pioneras en el cine X español. Pero no solo en eso. Las hermanas Ortega han roto esa regla no escrita que impide a un artista erótico trabajar para la competencia si te contrata una de las empresas fuertes: “Habíamos comenzado en España con Cumlouder y, cuando nos descubrieron en Actricesdelporno.com, hablamos con ellos para que nos entendieran”.

La conversación con ellas deriva, a causa de su origen, en la inevitable referencia a la situación política de Venezuela. Sus respuestas son firmes: “Igual hay mucha gente que me crucifica por esto que voy a decir, pero creo que el gobierno con Chávez no era tan complicado como lo que está pasando ahora. Simón Bolívar decía que un ser sin estudios es un ser incompleto, y una persona sin estudios no puede llegar a ser presidente. Cuando estaba Chávez, era distinto. Ahora roban y matan por un par de zapatos”, dice Sheila. Su hermana asiente: “Nosotras tuvimos la oportunidad de venir a la Unión Europea porque esos tratados los hizo Chávez, que otros presidentes no los hicieron”.

Un año después de introducirse en el porno español, las hermanas Ortega reconocen haber abierto “una vía a las actrices latinas en Europa” y se marcan “el porno americano” como objetivo final. Ambiciosas y seguras de sus posibilidades, las Ortega afirman invertir “mucho dinero” en cuidar su cuerpo. “Trabajamos con el cuerpo y hemos de cuidarlo”, dice Kesha, que recalca que en España “no existe esa cultura de cuidarse”. “Aquí a nadie se le ocurre gastarse 1.000 euros en su cabello, en manicura o en arreglarse la boca; yo puedo estar gordita, pero estoy guapa porque invierto en mi cuerpo para gustar más”, abunda Sheila.

Visión de futuro se llama a eso. Porque Kesha y Sheila tienen claro hacia dónde van sus vidas: “Vinimos aquí a hacer dinero, no a tener historias de amor”, responden cuando se les pregunta sobre su vida privada y amorosa. “Una ha de buscar una persona que esté por encima de ti desde el punto de vista económico”, señala Sheila, para apostillar “nunca me casaría con alguien que gane menos que yo”. Su hermana, al lado, refuerza esa idea: “A mí no me vale nada la fama, me vale la cuenta bancaria; de nada te sirve alardear de algo si no tienes nada en el banco”.

Publicado en Primera Línea en septiembre de 2017. Puedes descargar el original aquí:

Los retos de Samia Duarte

En la escena final de ‘Nymphomaniac’, el personaje de Seligman, tras escuchar durante horas las venturas y desventuras del vicio desbocado de Joe, entra en su habitación a mitad noche con la intención de follársela. “Venga, si lo has hecho con miles de hombres”, implora patéticamente ante la negativa de la chica. La escena reproduce, con frialdad escandinava, uno de los equívocos más comunes entre los aficionados al porno: el que da por supuesto que una actriz X está dispuesta a practicar el sexo en cualquier momento y con cualquier persona. “Me molesta muchísimo, pero desgraciadamente sucede”, nos confirma Samia. “Por ejemplo, en discotecas. Se te acerca un tío, habla un rato contigo y te propone ir a follar solo porque eres actriz porno, dándolo por seguro. Pero que yo trabaje en esto no significa que sea ninfómana ni que me vaya a tirar al primero que pase”.

Samia Duarte se considera una profesional del porno, en el que trabaja desde hace cuatro años, pero, precisamente por eso, huye de todos los tópicos que acompañan a las mujeres que se ganan la vida alegrando la vista de sus fans con sexo. Una cosa es su trabajo y otra, muy distinta, su vida privada. Para diferenciar esas dos caras, ha acudido a la entrevista con un aspecto muy alejado del glamur que requiere su profesión: chándal gris con capucha hiphopera, zapatillas de deporte, pelo recogido y ni rastro de maquillaje matinal. Una imagen opuesta a la diosa de belleza carnal que podemos ver en sus vídeos, un rasgo más de la personalidad de esta mujer que es, a la vez, una chica hiperactiva que no sabe vivir sin hacer nada y una actriz porno que afronta su trabajo con una profesionalidad encomiable.

Da la impresión de que eres una actriz porno vocacional, que lo tenías muy claro desde el principio… No te creas. Yo no veía porno en mi adolescencia. Ni siquiera me hacía pajas. A los 22 años, llevaba una vida de lo más convencional. Trabajaba en un hotel y tenía 40 personas a mi cargo en un restaurante al que acudían a comer unas 500 personas cada día.

¿Y qué ocurrió para que llegaras al porno? Pues que reventé. Me podía el estrés, tenía demasiadas responsabilidades para mi edad. Trabajaba seis días a la semana, sin descanso. No tenía ni tiempo para gastarme lo que ganaba, así que decidí cambiar de trabajo, me puse a estudiar y salió lo del porno.

No entiendo nada. ¿Estabas estudiando y te propusieron hacer porno? ¿Dónde estudiabas? No, hombre. Yo tenía un novio que quería hacer porno y lo estuve acompañando a cástings y a sesiones de fotos. Yo era una especie de groupie del porno y conocía a alguna actriz. El caso es que un día me llamaron de una productora, Kemaco, y me preguntaron si quería probar. Les dije que me dieran dos semanas para pensármelo y, al final, acabé aceptando.

¿Por dinero? ¿Por exhibicionismo? Por ninguna de las dos cosas. Yo era de las que no se desnudan ni en la playa, porque me daba vergüenza que me vieran. Y dinero, tenía suficiente como para seguir estudiando. Lo hice para cambiar de vida, para vivir nuevas experiencias y conocer gente nueva.

¿Y qué te encontraste en aquel porno español de comienzos del 2010? Pues mucho glamur, la verdad. Yo veía a las chicas y todas iban estupendas, bien maquilladas, con zapatos bonitos y un look perfecto. A mí me sirvió de mucho, porque, desde el principio, quise parecerme a ellas.

Samia Duarte posa para ‘Primera Línea’ (Fotos: Xavi Smoke).

¿Tenías vocación de actriz ‘convencional’ cuando empezaste? Más que de actriz, de payaso. Para mí, el trabajo de actriz siempre fue un pozo sin fondo, algo que te puede salir bien o salir mal. Y esa incertidumbre no me gusta, prefiero las cosas seguras.

Cuatro meses después de su debut en el porno, la vida de Samia experimentó un curioso giro, atípico para una profesional novel. Comenzó a ejercer de fotógrafa y camarógrafa, además de actriz, en los rodajes, siempre tutelada por Thierry, el responsable de Kemaco. Una nueva perspectiva profesional.

¿Cómo te ves ahora en aquellas escenas que rodaste cuando empezabas? Fatal. Me da vergüenza verlas. Ahora me puedo considerar una profesional, pero entonces era un pato mareado. Aquellas escenas triunfaron por el morbo de ver a una chica nueva, pero no porque yo supiera hacer las cosas bien.

Eso significa que eres muy crítica contigo misma… Sí. Me pasé un año practicando caras delante del espejo de mi casa, aprendiendo a posar. Soy mucho de fijarme en quién lo hace bien y practicar en casa para mejorar.

Y una perfeccionista… Es que me da mucha vergüenza hacer las cosas mal. Y tengo muy claro que no puedes meterte en el porno y tomártelo a cachondeo, porque queda para el resto de tu vida. Aunque no te des cuenta, el porno deja rastro, en internet, en la memoria de la gente, donde sea. Si no asumes eso, no lo aprovechas y no sacas lo mejor de ello, estás perdiendo el tiempo.

¿Y qué significa ser profesional para ti? Cuidarte, preocuparte por tu imagen, estar siempre estupenda. Hay muchas chicas en el porno español que acuden a los rodajes con el pelo sucio o borrachas o con las uñas comidas de tanto mordérselas. Esto, en muchos países, significa que no trabajas, pero aquí no. Aquí, en un rodaje, lo raro es no ver a alguien fumada, o sucia o bebida. Falta que la gente se tome un poco más en serio que su cuerpo es su instrumento de trabajo.

¿La culpa, entonces, es de las chicas? Es cierto que muchas chicas no tienen expectativas profesionales. Van a follar a los rodajes y sacar dinero rápido. Pero la culpa no es solo de ellas, porque no se puede hacer porno de calidad con una modelo que no vale. Eso no es ni porno amateur.

Te veo muy crítica con tus compañeras. Es que el porno ha cambiado mucho en los últimos cuatro años, mucho más de lo que te crees. Entonces, yo empezaba porque veía una posibilidad de futuro; ahora solo quieren ganar dinero y follar. Si llegas, haces cualquier cosa por cuatro duros y desapareces, no eres nadie, eres como un pañuelo de papel. Fíjate que ha habido chicas que han durado tres meses o menos y han salido del porno llevándose ¿5.000 euros? ¿Por 5.000 euros has marcado tu vida para siempre?

Hace año y medio, Samia Duarte comenzó a trabajar en Budapest para las principales compañías europeas y norteamericanas (DDF, Evil Angel, Rocco Siffredi Productions, Reality Kings, Black & Blue) y a las órdenes de algunos de los mejores directores. Sus viajes a la capital húngara le han hecho ver otra realidad, otro porno del que habla con entusiasmo.

¿Cómo es la experiencia de trabajar en la que ahora mismo es la meca del porno europeo? Para mí, fue como volver a empezar de cero. Alucinas con cómo trabajan, cómo posan las chicas, el tiempo que se tiran para rodar una secuencia. Allí llegas, te maquillan, te visten guapa, te corrigen si cometes errores, cortan si no lo ven bien y te exigen al máximo. Yo no conocía esa forma de trabajar, un porno en el que está todo preparado para buscar la perfección.

Qué contraste, ¿no? Sí, allí me di cuenta de que este trabajo se lo toman como una profesión, no como el simple folleteo. Te pagan mejor, te tratan mejor y el resultado que ves en pantalla es magnífico.

¿Cómo fue tu trabajo para Mario Salieri, toda una leyenda del porno? Muy contradictorio, porque fue muy duro pero muy profesional. Me tocó trabajar con un actor mayor, bastante baboso y asqueroso [Istvan Milosevic] y nos pasamos casi todo el día para rodar la parte de comedia de la película. Pero me trataron muy bien, y noté un enorme respeto hacia mí y hacia todos los que actuábamos.

El siguiente paso en tu carrera va hacia América, el centro del porno… Efectivamente. Cara al verano me iré a Los Ángeles a trabajar, ya que mi agencia de Budapest me lo ha ofrecido y es algo que no puedo rechazar.

Ya sabes que el porno americano tiene muchas caras. ¿Tienes miedo de encontrarte en situaciones incómodas? No, porque no haré nada que no quiera hacer. Que sea muy fuerte o muy extremo no me importa demasiado si es algo que quiero hacer porque me interesa, ya sea por cuestión personal o por un tema de currículum.

¿Va a cambiar algo Samia Duarte en el porno USA? No, mi idea es ir allí y seguir siendo yo misma, pero es evidente que las posibilidades de darte a conocer que te da el porno yanqui no te las da el español.

Hasta ese instante, la conversación con Samia ha tenido, como testigo casi involuntario, a su pareja que, discretamente situado en otra mesa, ha estado más o menos pendiente del diálogo. Pero ahora el chico de Samia se ha marchado y podemos entrar en temas más personales, un reto que la actriz asume sin pestañear.

¿Te imaginas a ti misma dentro de, digamos, 25 años? Sí, claro. Me veo llena de bótox y silicona.

Pues sería un gran cambio porque precisamente tú no has recurrido a la cirugía aún para mejorar tu imagen. Es que ahora, con 26 años, no me hace falta operarme. Con un poco de spinning todos los días me basta. Me siento cómoda con mi cuerpo, me veo divina de la muerte y creo que no me hace falta ni silicona ni bótox para estar bonita. Me encanta mi perfil natural.

Pero das por supuesto que dentro de unos años tendrás que pasar por el taller… Sí [risas], con 45 o 50 años o me lleno de silicona o hago un pacto con el diablo.

¿Y a nivel profesional? ¿Te ves en el porno o haciendo otras cosas? En el porno, por supuesto. A mí me gusta mucho este mundo. No el dinero o follar en sí, sino los rodajes, la gente, la posibilidad de crear. No me quiero ir del porno nunca. Me encantaría dirigir, por ejemplo.

A lo largo de esta entrevista me has hablado de algún novio que tuviste en el pasado. Ahora que se ha ido tu novio actual, dime la verdad: ¿es difícil mantener una relación sólida cuando te dedicas a esto? Te voy a contar un secreto que nadie sabe. A finales de 2010, cuando llevaba unos meses en el porno, me puse a vivir con un novio que no tenía nada que ver con este mundo. Siempre lo mantuve al margen. Él era mecánico y aceptaba mi trabajo, ponía mucho de su parte, aunque con gran esfuerzo. Venía de una familia muy católica y yo me cargué su concepto de vida.

¿Y después de él? Es muy complicado. La mayoría de la gente cree que, cuando vas a un rodaje, no te vas a trabajar, te vas a follar. Y eso les da una excusa para ponerte los cuernos con cualquiera.

Explica bien eso. Es difícil de entender la diferencia, porque todo es follar. No, no es lo mismo follarte a una persona porque te gusta, porque quieres tocarla y disfrutar del sexo con ella, que irte a trabajar con alguien que no sabes quién es, ni te importa, que ni lo miras a la cara y al que no haces caso, porque te limitas a seguir las instrucciones del que está dirigiendo la escena. Tu mente no está en la persona con la que estás follando, sino en hacer bien tu trabajo, no disfrutas del sexo. Y a esa persona le pasa lo mismo: va a hacer cuatro o cinco posturas de sexo que salgan bien en cámara.

Eso quiere decir que no te importa con quién trabajas… A mí me da igual que sea un hombre, una mujer o un consolador. Lo que tenga que follarme en un rodaje es parte de mi trabajo y solo agradezco que trabaje bien. A veces no sé ni cómo se llaman y, de hecho, yo no tengo relación de amistad con nadie del porno.

Hombre, algún amigo sí que tienes… Pero son relaciones circunstanciales. Es gente a la que veo de vez en cuando pero no los puedo considerar verdaderos amigos. Yo, cuando salgo de mi trabajo, quiero desconectar, no seguir viendo o hablando de porno.

¿Temes una sobredosis de porno? Ya me pasó hace tiempo. Llegaba a casa después de estar trabajando todo el día en cosas relacionadas con el porno y no tenía ningunas ganas de follar, no tenía orgasmos. En exceso, el sexo satura.

Es que tú tienes pinta de ser una adicta al trabajo. Tienes toda la razón. Siempre lo he sido y no puedo evitarlo. Soy una persona que no puede estar quieta, no puedo estar parada diez minutos, ni siquiera en mi casa. Necesito trabajar, hacer cosas productivas y, si puedo aprender algo, mejor.

¿Eres consciente de que esta entrevista ha roto con tu imagen de mujer atrevida e insaciable en el sexo? Bueno, es que yo soy más juguetona y traviesa que todo eso que dices. Yo perdí la virginidad a los 17 años, medio año después conocí a mi primer novio y me pasé cuatro años con él. No soy una chica con gran experiencia sexual. No te voy a decir que me he follado a 200.000 hombres. Que me he hecho 200.000 pajas, sí, pero nunca he sido de irme con cualquiera a la cama. De hecho, mis amigas dicen que soy una estrecha.

Pues no lo demuestras en las escenas… Es que yo soy una profesional y quiero ser la mejor. Lucho por ello, pues mantener la fama cuesta mucho. Yo estoy a mitad de esa escalera de la fama y me ha costado mucho llegar y mantenerme.

La conversación llega a su fin. Antes, abrumado por su intenso discurso y su carácter hiperactivo, le pregunto a Samia si tiene alguna fórmula para relajarse en esa vorágine de trabajos y actividades cotidianas. “La música de Barry White”, me contesta, antes de despedirse para ir al gimnasio, vestida para pasar desapercibida por las calles.

Publicado en Primera Línea en marzo de 2014. Puedes descargar el original aquí:

El amor a la cámara

En el videoclip de ‘Paradise Circus’, una de las canciones incluidas en el álbum ‘Heligoland’ de Massive Attack, Georgina Spelvin, una de las pocas leyendas vivas del cine X norteamericano, explicaba que, cuando se disponía a rodar porno, no pensaba en las consecuencias que le podía suponer la exposición pública de su trabajo, sino en el hechizo que sentía por la cámara. “I Love the Camera”, decía la protagonista de ‘El diablo en la señorita Jones’ y “Me enamoré de la cámara” dice Dámaris (Alicante, 1986) cuando recuerda su primera escena en el porno. “Yo bailaba y hacía striptease, y tenía curiosidad por probar en el mundo del porno, así que aproveché la oportunidad en cuanto se me presentó. La primera vez que lo hice estaba algo nerviosa, pero no me desagradó”, rememora. Entre aquel día en el que cayó enamorada de la cámara y hoy han pasado más de siete años, tiempo suficiente para que la alicantina se haya consolidado como una actriz de largo recorrido, que ha trabajado con todas las productoras españolas y con la mayoría de las grandes europeas, y una de las profesionales mejor consideradas en el triple X nacional. “El secreto está en cuidarte la piel, el físico, ser profesional, ser puntual, tener una buena actitud y saber sobreponerse a los problemas de un rodaje”, proclama.

Dámaris posa para ‘Primera Línea’ (Fotos: Juan Guerra).

Dámaris se crio en Castellón, donde vivió de los tres a los 16 años por las obligaciones laborales de su familia. En la capital de La Plana, se aficionó a la natación, hasta el punto de convertir dicho deporte en una de las actividades fundamentales de su vida. Competía en braza y en las pruebas de velocidad de crol a nivel autonómico y llegó a conseguir la marca mínima para participar en los campeonatos de España, aunque nunca llegó a nadar en la máxima competición nacional representando a su club. “Dentro del agua siento paz”, afirma quien, una vez abandonada la competición, se ganó la vida durante un tiempo como monitora de natación. “Pero ganaba muy poco dinero, me pagaban 4,70 euros a la hora, una miseria, así que busqué un local para dedicarme al baile”. De ahí pasó al striptease, la animación en topless y las despedidas de soltero, hasta que un buen día, el amigo de una amiga suya (el actor X Christian Frey) le ofreció hacer porno. Y ella se lanzó a la piscina, pero esta vez no para nadar.

No era una advenediza, ni una de esas personas que han convertido su experiencia en el porno casi en un ejercicio de aprendizaje sexual. “He sido bastante activa sexualmente desde joven y, de hecho, perdí la virginidad muy pronto”, cuenta, “porque siempre he sido muy curiosa; antes de entrar en el porno ya había hecho anales y tríos, por ejemplo”. Debutó en el porno con Rin y, en su segunda escena, a las órdenes de Dave Khull, ya se atrevía con un anal, algo poco habitual. “A las chicas que empiezan en el porno les aconsejan que no hagan sexo anal tan pronto, pero yo soy bastante lanzada y no le di mucha importancia, sucedió así y así está bien”, dice.

Dámaris hace balance de su carrera para afirmar que está “satisfecha” por trabajar en un sector que le gusta y en el que “no había puesto demasiadas expectativas cuando empecé, solo lo hice para probar”. Su reflexión no puede ser más positiva cuando piensa que “para dedicarte a esto tienes que tener mucha fortaleza mental, porque estás tan expuesta que la gente muchas veces vuelca sus frustraciones en ti, pero yo tengo la conciencia muy tranquila, pues sé que lo que hago es correcto y acorde con mi manera de ver la vida”. Hasta el punto de que mira sus propios vídeos “para ver si hago algo mal, aprender y corregirlo, aunque también para excitarme alguna vez” y en sus planes no entra una retirada del porno. “Estaré mientras el público me aguante”, dice entre risas.

Aficionada al deporte (“ahora lo que más hago es correr, pero me gusta todo”), a los libros de desarrollo espiritual y de autoconciencia personal (“me han ayudado a ser mejor persona”) y a la música electrónica (“sobre todo el techno, el minimal y el deep house, aunque también me gustan la ópera y la clásica, principalmente cuando necesito relajarme”), Dámaris se considera una persona discreta, poco amiga de criticar a los demás o dar su opinión en público, y a la que gusta “cultivar la mente”. Quizás por eso, vive sin televisión (“no me gusta nada, como tampoco me gustan ni el reguetón ni la música comercial”) en Benicàssim, en una casa enfrente del mar, en compañía de sus cuatro perros.

Publicado en Primera Línea en agosto de 2018. Puedes descargar el original aquí:

El adiós de Claudia Bavel

Como muchas chicas de su generación, Claudia Bavel (Figueres, 1996) quería ser rica y famosa de mayor, salir a la calle y que todo el mundo la conociera, estar en los programas televisivos levantándose una pasta. Claudia se crió en Málaga, donde vivió de los ocho a los 16 años tras el divorcio de sus padres, pero volvió a Barcelona con tiempo para intentar dar el salto a la fama. Acabó la ESO, hizo un grado de confección y moda textil y se puso a trabajar en tiendas de moda. Pero no se conformaba con eso. Un día que estaba viendo ‘Mujeres y hombres y viceversa’ en su casa con unas amigas, todas ellas decidieron rellenar el formulario para ir al programa como pretendientas. Al final, solo la llamaron a ella, que, con 18 años recién cumplidos, entró en el programa y duró muy poco. Un tiempo después, la volvieron a llamar y se marchó a Madrid para las pruebas. Allí conoció al actor X Antonio Aguilera, con el que empezó a salir. Eso ocurrió hace ahora un año y su vida desde entonces nunca sería igual.

¿Por qué te atrajo el mundo del porno para ser famosa? No me atrajo, lo vi como una oportunidad de ganar dinero rápidamente. Ten en cuenta que yo ganaba 800 euros al mes trabajando en una tienda de ropa y, cuando me dijeron que por una escena podían pagarme 500 o 600 euros, ni lo pensé.

¿Y no pensaste que hacer porno tendría consecuencias? No, yo pensé que nadie se iba a enterar. No había visto porno en mi vida y creía que la mayoría de la gente era como yo, que no veía porno. Así que lo probé y el primer mes hice como 15 escenas. Luego me vi en Telecinco y en mil sitios más como “la actriz porno que salta a la fama después de ‘Mujeres…” y se enteró todo el mundo. Hasta mi abuela, viendo el ‘Sálvame’.

Al menos tendrías cierta experiencia sexual… Qué va, si ni siquiera me había corrido ni una vez en toda mi vida. Perdí la virginidad a los 17 y no había hecho jamás ni tríos, ni anales ni me había masturbado nunca yo sola.

¿Y cómo fue la primera vez? Mi primera escena la hice en casa. Una productora nos dijo que hiciéramos la escena en casa, grabada con una GoPro. Eso hicimos y se la vendimos a ellos. Era todo muy fácil. Grabamos 40 minutos follando y nos pagaron, así que pensé que aquello era un chollo. Creo que el haber empezado con alguien a quien conocía y con el que tenía confianza me hizo ir más allá y seguir en el porno.

Pero llegaría un momento en que ya no lo harías en casa… Sí, cuando lo dejé con Tony. Yo no me había acostado nunca con nadie sin amor. Tuve que hacer mi primera escena con alguien que no conocía de nada y me impactó mucho. Estábamos haciendo la escena y yo quería que el chico me tocara y me besara, pero claro, no era eso, y lo pasé mal. Me puse a llorar y todo. Entonces vi por primera vez que no sabía dónde me había metido. Y además, me di cuenta de que ya no podía volver atrás.

Y, pese a esos comienzos tan accidentados, seguiste… Sí, la suerte que he tenido es que los actores que hay en España son jóvenes y me gustan. Son chicos que acaban siendo amigos y además me gustan físicamente, así que grabar con ellos y ganar dinero no es mal plan, porque me permite tener mi propia casa, tener unos ingresos estables. El porno es eso y, al final, entras en un bucle que te acaba gustando.

Claudia Bavel posa para ‘Primera Línea’ (Fotos: Anton & Mariam).

¿Has hecho amigos en el mundo del porno? La única que considero que es mi amiga es Nekane. Mi estilo de vida y el de las otras chicas no es el mismo. Yo soy muy tranquila, no soy de salir mucho, y hay chicas a las que les va más desmadrarse, beber, etc. He estado en rodajes en los que una chica que venía de otro rodaje se ha follado al actor con el que iba a trabajar antes de hacer la escena. Me parece una falta de respeto. Si te gusta, queda con él mañana, pero no antes de rodar, porque yo no sé de dónde vienes tú, yo tengo su analítica, no la tuya.

¿Qué es lo que más te gusta de esta industria? Hacer webcam. Soy muy habladora y ahí puedo hablar mucho, también bailar, exhibirme. Yo he llegado a estar una hora de webcam y no me he llegado ni a desnudar. Hay mucha gente que quiere hablar solo o es muy fan tuyo y solo quiere estar contigo un rato. Hay cosas que te ofrece la webcam que no te ofrece ninguna escena. La escena te ofrece el cuerpo, la sexualidad, pero la webcam te ofrece que yo te conozca, que haya un cierto nivel de intimidad que hace que por ejemplo alguien te cuente que tiene una sobrina enferma y a la siguiente vez que se conecte le preguntes por ella. Eso hace que haya un vínculo, que crean que somos amigos, y por eso entran en tu sala. Tengo unos cuantos que ya me sé casi su vida entera.

¿Y lo que menos? Muchas cosas. Actor y actriz somos iguales, pero la actriz siempre será una puta y el actor, nunca. Hay actores que se pasan el día insultando a las chicas, llamándolas “putas”. Y, en mitad de una escena, el actor te puede hacer lo que quiera: pisarte la cabeza, escupirte, pegarte…

Siempre puedes parar la escena, decir que no sigues. Pero si te lo piden por la escena, es lo que hay. Muchas mujeres agachan la cabeza porque creen que es lo que toca hacer. Yo me he levantado en mitad de una escena y le he pegado una hostia al tío y, cuando me dijo “¿qué haces?”, le dije “lo mismo que tú, estamos iguales”. Si la chica no le gusta al actor, la revientan por todas partes. Y cosas muy feas. No puedes coger a una chica de la cabeza hasta que se atragante y hacerle daño. Somos actores, puedes fingir, no hace falta hacer daño a la chica.

¿Esto que cuentas es habitual? Depende de la productora, pero se da bastante. Yo he visto chicas a las que les han hecho daño realmente.

¿Y quién tiene la culpa? Todos, porque en la calle ocurre lo mismo. Si eres actriz, no vas a ser bien vista; ahora, si eres actor, es otra cosa. Mira Jordi el Niño Polla. Tiene más de un millón de seguidores y he visto institutos donde los chavales tienen colgada su foto en la pared. Sin embargo, si fuera una chica, no sería nadie. España es un país muy machista. Aquí creemos que a una chica a la que le des 500 euros puedes hacer lo que quieras con ella. El ejemplo típico de escena: el tío va conduciendo, saca 500 euros y le dice a la mujer que se la chupe por ese precio. Ya estás tratando a la mujer como una prostituta, aunque sea una ficción. La culpa es de todos, pero aquí en España, que la sociedad ya es machista de por sí, eso se acentúa.

¿Quieres decir que el problema es que la gente imita lo que ve en el porno? No, porque si tú ves en una película convencional un atraco a un banco, no te vas a atracar bancos. No se le puede echar la culpa al porno por lo que ofrece. Si tú te empeñas en imitarlo, es problema tuyo. Yo no veo una peli de Indiana Jones y me voy a recorrer el mundo como una aventurera. Echarle la culpa al porno es la manera más fácil de lavarse las manos y mirar a otro sitio. Porque, además, hay muchos tipos de porno y el más violento es una pequeña parte de él.

Pues la sensación que se tiene desde fuera es que esa violencia es fingida. A veces no es fingida, es real. Y llamar a la mujer “guarra” y “puta” mientras estás haciendo la escena con ella no ayuda precisamente. Yo estuve ingresada tres días después de una escena en la que me reventaron la garganta, me tuvieron que poner puntos.

¿No crees que esa identificación entre actriz X y prostituta se da porque hay muchas chicas que se dedican a las dos profesiones? No lo sé, pero son dos cosas diferentes. Las actrices hacemos un papel delante de la cámara, prostituirse es otra cosa. Cuando eres prostituta te metes en la habitación de un hotel con alguien que no sabes quién es, sin protección y sin nada, debe de ser muy duro. Yo las admiro, porque les puede pasar cualquier cosa. No sería capaz de hacer lo que hacen.

Todas las chicas que os dedicáis al porno acabáis haciendo escenas lésbicas, pero la mayoría no sois lesbianas. ¿Por qué las hacéis? No lo sé, pero es verdad. Normalmente las chicas que hacemos lésbicos no somos lesbianas, porque también hacemos hetero y las lesbianas de verdad no suelen tener relaciones heterosexuales. Parece que por ser mujer te toca hacer lésbicos. Llegó un momento en el que me planté y dejé de hacer lésbicos, porque no me gustaba. Me decían que no lo entendían, que era solo estar ahí con otra chica. A partir de entonces, solo grabé lésbicos con chicas que me gustaban.

Sí, porque lo cierto es que a los hombres no se les exige que hagan también escenas homosexuales… Sí, con los tíos no pasa. En un trío, si estoy yo con dos chicos, ellos no se tocan, pero yo tengo que tocarlos a los dos; ahora, si somos dos chicas, tengo que estar con la chica y el chico. Y todo eso por el mismo precio, porque ya dan por sentado que tienes que estar con la chica, cosa que no entiendo. Hay muchísimas mujeres a las que no les gusta y les supone un problema más grande hacerlo con una chica que con un chico. Yo, como te digo, hace tiempo que decidí rodar solo con gente que me gustara, fueran hombres o mujeres.

De hecho, tú eras pareja de Antonio Aguilera cuando él hizo su primera escena gay, en un gesto de valentía. Sí, pero no lo supe en su momento, me enteré después. Era muy amigo de Martín Mazza y de Rafa García e hizo la escena con ellos. Respeto mucho su decisión, porque al fin y al cabo es un actor, pero a partir de ese momento lo vetaron en el porno convencional y solo pudo trabajar en las escenas que hicimos juntos, al principio de mi carrera. Después de eso, ya no ha podido volver a trabajar en el porno heterosexual.

No te veo muy contenta, después de un año… No, ya no me motiva como antes. Por eso he decidido dejarlo, después de un año trabajando delante de las cámaras, y dedicarme a hacer solo webcams. Además, entré en el porno por amor, con Tony, y me voy también por amor, con mi novio. Es como cerrar el círculo.

¿Y a qué te vas a dedicar aparte de hacer las webcams? En este año me he fijado mucho en cómo se trabaja en esta industria. Quiero producir, hacer cosas nuevas. También me gustaría estudiar maquillaje y retomar el tema de la moda, en la que trabajé hasta llegar al porno, pero ahora me apetece quedarme en este mundo, que es donde estoy.

Supongo que no serás de esas actrices que se retiran pero siguen haciendo lésbicos… No [risas], porque yo pienso que es lo mismo tener sexo con un chico que con una chica. ¿Qué diferencia hay?, ¿que no te la meten?

¿Cómo es Claudia Bavel fuera de los focos? Soy una chica habladora, me gusta ir al teatro y al cine, no soy muy de ir al gimnasio, ni hago deporte, aunque alguna vez haya hecho pole dance. Me gusta la música española, porque la inglesa no la vivo, los remixes que hacen con las canciones de reguetón, pero también David Bisbal, y estoy enganchada a la serie ‘New Girls’.

Eres muy fan de Neymar, nos contaste en el ‘Pornomatón’. Sí, me enamoré de él porque venía a comprar a la tienda de lujo en la que trabajaba. Llevo dos tatuajes dedicados a Neymar, uno con una frase que él dice cada vez que juega y otro con la fecha en que lo conocí.

Acabamos. ¿Cómo te ves de aquí a 15 o 20 años? Me veo con un negocio que no tenga nada que ver con el porno, casada y con un hijo.

¿Casada? ¿Con quién? ¿Con Neymar? No, hombre [risas], con mi novio actual.

¿Y crees que la gente habrá olvidado que hiciste porno? Hagamos lo que hagamos, la marca del porno nos quedará.

Publicado en Primera Línea en enero de 2018. Puedes descargar el original aquí:

El gigante que escucha su cuerpo

Karlshamn, al sur de Suecia, es un pequeño pueblo, de menos de 20.000 habitantes, que no ha pasado a la historia por sus nativos ilustres. Quizás el más famoso de ellos sea el hijo de un emigrante croata instalado en la zona, como muchas familias procedentes de las repúblicas de la antigua Yugoslavia. “Zlatan Ibrahimovic [el futbolista del Paris Saint-Germain] también es de madre croata y también es de la región de Malmö. Mi padre se instaló allí a los 17 años, conoció a mi madre, que es sueca, y yo nací allí, aunque he viajado muchas veces a Croacia en vacaciones con mi familia”. Tal vez por su origen mestizo, Diesel dice no sentirse muy sueco. Y que, en el fondo, puede que lo sea mucho más de lo que cree, por su forma de afrontar la vida.

¿Cuándo y cómo empezó tu pasión por cultivar el cuerpo? De pequeño. Yo era un niño con muchos complejos por mi cuerpo, un chico demasiado alto y muy delgado. Recuerdo que estaba en la escuela y llevaba dos pantalones y tres camisetas, para parecer un poco más fuerte de lo que era. Siempre fui muy inseguro a la hora de hablar con las chicas y, de hecho, tuve muy poco sexo en mi adolescencia. Cuando llegó la hora en que la gente de mi edad se iba a las discotecas, yo me iba al gimnasio de mi casa a entrenar. Empecé haciendo lucha grecorromana. Tenía unos amigos que practicaban ese deporte y mi padre me animó. Y me gustó, es un entrenamiento muy bueno.

¿Y eras bueno en lucha grecorromana? Sí, llegué a ser campeón de Suecia junior. Era el mejor de mi edad.

¿Y por qué lo dejaste? Había empezado a hacer pesas a los 16 años y llegó un momento en que tuve que elegir entre la lucha y el culturismo, porque no podía hacer las dos cosas a la vez. Y estaba tan obsesionado con mi cuerpo y con la dieta, que opté por el culturismo. Con 21 años, competí como culturista por primera vez.

A pesar de que ya no haces culturismo, 17 años después sigues teniendo un cuerpo muy cuidado y trabajado. Es que he trabajado muchísimo. La gente no tiene paciencia para conseguir un buen cuerpo. Si quieres llegar a algo, debes saber la manera de hacerlo. Yo estudio mi cuerpo a diario, el entrenamiento, la dieta, lo que he de tomar. Todo lo que hago lo hago a tope.

Supongo que eso implica llevar una vida muy sana, sin vicios… Claro. Yo no bebo, no fumo, no tomo drogas. Conozco muy bien mi cuerpo y sé lo que necesito para prepararme bien, qué he de hacer y qué he de tomar.

¿No tomas drogas? ¿Ni siquiera anabolizantes? Bueno, sí, no te voy a decir que no. Pero todo lo que hago lo hago con conocimiento, y no tomo nada sin estudiarlo, lo mismo que sé qué he de comer y cómo he de entrenar. He estudiado mucho todos esos temas.

Rob Diesel, con Suhaila Hard y Daytona X, en la sesión para ‘Primera Línea’ (Fotos: Anton & Mariam).

Cómo un tipo que iba para profesional del culturismo acabó de estrella del porno a 2.000 kilómetros del lugar en el que nació y se crió se explica por una conjunción de casualidades que hacen la vida más interesante. En 2002, tras un año viviendo en Göteborg, se marchó de vacaciones a Gran Canaria con una amiga. Y acabó quedándose en España.

Estuviste siete años en Canarias. ¿A qué te dedicabas? Trabajaba como portero en una discoteca de la Playa del Inglés.

¿Cómo llegó el porno a tu vida? Siempre estuvo muy presente en mi vida. Tuve una cierta obsesión por el tema desde muy joven, porque era muy consumidor, pero nunca pensé que llegaría a ser actor X. Cuando vivía en Canarias sí lo pensaba, pero estaba en una relación larga y no era lo que quería en aquel momento. Era una ilusión, pero lo veía lejos. A veces veía escenas de actores y pensaba “eso lo podría hacer yo mucho mejor”. Un día estaba en la playa, vi a una chica negra tomando el sol y fui a hablar con ella. Esa chica estaba de vacaciones y trabajaba entonces en el Bagdad. Nos enrollamos un par de días, ella volvía a Barcelona y me invitó a ir a verla. Yo me vine dos semanas de vacaciones y fui a verla al Bagdad. Allí, Juani [de Lucía, propietaria de la sala] me dijo si quería subir al escenario. Y subí.

Pero si me has dicho que eras un tipo tímido e inseguro… Ya no lo era por entonces. Y siempre he sido muy exhibicionista. Cuando era culturista me gustaba mucho lucirme en el escenario porque, si haces algo bien, siempre quieres mostrarlo. Si me siento seguro con lo que hago, no tengo vergüenza.

El caso es que pasaste de ser un espontáneo a convertirte en un profesional… Sí, bueno, pasaron unos meses. La primera vez funcioné con mi amiga. Dos o tres semanas después estaba trabajando allí cada día. Pero volví a Gran Canaria, perdí el contacto con la chica y, un mes más tarde, decidí venirme a Barcelona, ya con otra novia, y comenzamos a trabajar en el peep show de las Ramblas. Poco después hice mi primera escena para Ann & Marc, que fueron los primeros que me dieron la oportunidad de trabajar en esto.

Rob Diesel con Coral Joyce, Daytona X, Marta La Croft y Melody Star.

El resto es historia. Hace ya cinco años desde que aquel tipo musculoso, aquel gigante de melena salvaje, se subió al escenario del Bagdad para cambiar su vida para siempre. El año pasado, en la gala de los Premios Ninfa-Primera Línea, sus propios compañeros lo eligieron el mejor actor del porno español en el año 2013.

Tus compañeros de profesión te consideran el mejor actor. ¿Cómo ves tú la situación actual del porno español? Creo que se puede mejorar la calidad del porno en España. Para mí hay demasiado humor. El porno es para ponerte cachondo, no para reírte. Muchas productoras se quedan con eso y pierden la perspectiva del morbo y la fantasía. Yo he trabajado en este tipo de porno y me gusta hacerlo, pero creo que a veces se pasan.

¿Ese es el único problema que ves? ¿Esa es la causa de la tan cacareada crisis? Mira, crisis hay en todos los trabajos. La gente no tiene dinero para gastar y, si encima lo tienes gratis, no te gastas dinero en el porno que se hace aquí. Yo, por ejemplo, antes de trabajar en el porno, no veía porno español.

Tú lo has dicho. Sin embargo, en otros países la crisis no ha hecho tanta mella en el sector. Yo pienso que el nivel de los actores y las actrices en España no es muy bueno. A las actrices, en general, les falta cuidarse un poquito más. La gente olvida que trabaja con su cuerpo. Una actriz tiene que ser una fantasía para los hombres, pero ahora cualquier chica de la calle es esa fantasía. Falta profesionalidad. Entiendo que las chicas quieran ganar dinero, pero hay muy pocas que se tomen su carrera verdaderamente en serio. Ser actriz porno no solo es saber follar, es un conjunto de cosas: el pelo, las uñas, la piel, estudiar cómo posar… Pero ahora abren las piernas y ya se creen actrices porno.

Es curioso, porque Samia Duarte me decia algo similar el mes pasado… No sé Samia, pero yo tengo otra mentalidad, quizás porque soy sueco. Los suecos, si queremos hacer algo, lo hacemos bien. Yo estudio para darle al público cosas diferentes cada vez que me ve.

Haces escenas, pero también eres el principal activo en el porno español en los espectáculos de sexo en vivo. ¿Cómo cambias de chip? Hacer sexo en vivo no tiene nada que ver con hacer una escena. Yo puedo estar cinco horas para grabar una escena que luego quede en 20 minutos y nadie se va a enterar. Pero si fallo encima de un escenario, me matan. Si subes a un escenario sabiendo que no vas a fallar, no fallas nunca. El problema está en dudar. Siempre hago lo que me pone. Lo que hago en las escenas y en los escenarios es lo que hago en mi cama. Tengo que ponerme cachondo y me da igual que haya 15.000 personas delante. Quizás por eso siempre funciono bien. También me gusta tener contacto con la gente, no es que no los mire, porque me encanta ver sus reacciones. Pero normalmente me concentro primero en la chica y luego ya juego con la gente.

¿Y si la chica no te pone? Si no me gusta la chica, entra en juego la cabeza, hay que encontrar el morbo en algo para que funcione. Mi truco es que, si no me gusta ella, hago la escena más fuerte, porque eso me lleva a un terreno en el que no pienso, solo es instinto. Si tengo una chica que me encanta, puedo ser mucho más romántico, más lento. Esto en las escenas, porque los shows en vivo siempre intento hacerlos con chicas que me gustan.

Por el convencimiento de que no vas a fallar del que me hablabas antes, ¿no? Por eso y porque, en los shows, hay que saber llevar a la chica. Yo tengo que llevar el control del espectáculo, ella debe dejarse manejar, porque yo no tengo planeado lo que voy a hacer. Además, para mí es muy importante tener feeling con la chica. Busco su mirada, que haya una conexión con ella, porque lo necesito para hacer un buen trabajo. Intento hablar con ella antes y procuro que no se sienta incómoda, porque sé que, si ella está incómoda, yo también me sentiré incómodo en el escenario.

En los espectáculos en vivo, Rob Diesel formó un explosivo tándem durante mucho tiempo con Jakeline Teen, la que fue su pareja. Ambos formaban un dúo muy peculiar: enorme y rocoso él, pequeña y manejable ella. Pero ha sido la pareja artística más celebrada en los últimos años en el porno nacional.

Tú, que has mantenido una relación estable con alguien que trabaja en el porno, ¿crees que es un mundo muy endogámico? Sí, pero es casi imposible tener una relación estable. Y, en mi caso, seguro que tiene mucho que ver con cómo soy yo. Por el tema de los celos. Mi mentalidad es que no puedo compartir una novia con otros. No aguanto ver que mi chica se folla a otro.

Ese es un comentario muy machista… No, no. Yo no soy machista, porque entiendo que la chica no quiera estar conmigo por mi trabajo, pero yo sé cómo soy y no me gusta que mi chica esté con otros, aunque digan que una cosa es amor y otra sexo.

¿Y no es así? Al menos, eso es lo que me cuenta toda la gente que hace porno… Yo nunca he disfrutado en una escena como disfruto en la cama con mi novia. Y te digo una cosa: yo no me enamoro con facilidad pero, cuando me enamoro, me enamoro mucho. Si encontrara el amor de mi vida, estaría dispuesto a dejar mi trabajo. Pero tendría que sentir que esa persona está dispuesta a hacer esfuerzos por mí.

Rob Diesel con Marta La Croft.

Cuando uno oye hablar a Rob Diesel en esos términos, no puede evitar tener la extraña sensación de que, tras un físico portentoso, capaz de amedrentar a cualquiera, se esconde un tipo con un corazón muy vulnerable. Y que, en el fondo, su espectacular musculatura, labrada tras años de pesas y mancuernas, ha sido un arma de doble filo para él, tanto en lo personal como en lo profesional.

¿Tu físico te ha ayudado o te ha perjudicado en tu carrera como actor X? No sabría decirte, pero he perdido muchos trabajos por mi cuerpo. Hay productores a los que no les gusta un físico como el mío. Pero, aunque no trabajase en el porno, entrenaría igual; no lo hago por mi trabajo, sino porque me gusta. Incluso me pasa con las chicas: a no todas les gusta un cuerpo así.

No me refería solo a la masa muscular, sino también a los tatuajes que decoran tu cuerpo… Los tatuajes son otra forma de decorar el cuerpo. Es como tener una casa y no colgar ningún cuadro en ella. Empecé bastante tarde. Me hice un ‘tatoo’ pequeño con 18 años, y la mayoría me los he hecho en los últimos cinco años, cuando ya trabajaba en el porno. Todos mis ‘tatoos’ significan cosas, mi cuerpo es como un mapa de mi vida: en él hay frases, dibujos…

¿Cuál es tu plan de entrenamiento diario? ¿Cuántas horas te tiras en el gimnasio? Voy por la mañana, antes de desayunar, y vuelvo por la tarde, pero en realidad ya no hago tantas horas de entrenamiento como antes. Cuanto más tiempo llevas entrenando, menos horas de gimnasio necesitas para mantenerte en plena forma. Lo principal es que hay que escuchar al cuerpo para saber lo que te pide.

Quizás ese cuerpo sea ideal para practicar el sexo delante de una cámara, pero no para la actuación. ¿No te hubiera gustado hacer porno en los tiempos en los que se hacía cine? Yo veía porno y siempre quise ser actor porno, pero de los que solo follan, no te voy a mentir. Solo me interesaba follar con tías buenas. También me gusta actuar y meterme en los personajes. Ambas cosas son parte de mi trabajo.

¿Y cómo aprendiste? Viendo mis propias escenas. Lo sigo haciendo, porque soy de los que piensan que el mejor crítico de cada uno es uno mismo. Cuando empecé en el porno me planteé que quería ser el mejor y sigo luchando para conseguir serlo.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo? La parte oral. Me ponen mucho los lésbicos y soy de los que prefieren comer a la chica a que ella sea la que me coma. Me pone mucho más.

Sí que eres un tío raro, Rob. Eso no se lo he oído jamás a ningún hombre. Hombre, a mí también me gusta que me coman la polla, claro, pero lo digo en serio, me encanta hacerlo yo.

¿Tu profesionalidad llegaría al punto de aceptar una escena de porno gay, como hicieron Rafa García y Antonio Aguilera? No sería capaz. Tengo muchos amigos y hasta mi compañero de piso es gay, pero soy demasiado hetero y ni siquiera podría hacerlo con un travesti operado.

¿Y en cuestión de sexo, prefieres la cantidad o la calidad? Las dos cosas [ríe]. Me encantan las orgías o los tríos, siempre que no haya hombres. Muchas veces es mejor dos chicas que una.

¿Siempre que no haya hombres? Eso es jugar con ventaja… No me gusta nada compartir. Soy muy egoísta en el trabajo, muy competitivo. En ese sentido, soy muy croata.

En nuestro ‘Pornomatón’ preguntamos a las chicas que aparecieron en el calendario de 2014 tu peso. Dínoslo, para que salgamos de dudas. Depende. Entre 120 y 125 kilos.

Publicado en Primera Línea en abril de 2014. Puedes descargar el archivo original aquí: