Chicas sobrenaturales

Hombres voladores, chicas con poderes extraordinarios y sexo del bueno. Ese es el menú que propone “X Girls”, la última gran producción de Private que se rodó a comienzos de septiembre en Budapest. Interviu acudió en exclusiva al rodaje de esta superpelícula que aspira a renovar el anquilosado panorama del porno europeo.

Un pequeño tractor siega la hierba a sólo unos metros del lugar en el que un equipo de ocho personas manipula una cabeza caliente (una grúa al final de la cual va instalada una cámara) para rodar la próxima escena. Estamos en Dinnyes, un castillo a 60 kilómetros al sur de Budapest y la escena, tractor aparte, podría servir para ilustrar cualquier rodaje de una película convencional en la capital húngara. “No sólo trabajamos con la cabeza caliente, también hemos utilizado en los días anteriores helicópteros o una steady cam”, dice Pink, quien, con sólo 25 años, es el productor de cine X más joven de cuantos trabajan en Hungría. Y es que, a la vista de tanta tecnología, nadie diría que nos encontramos en el rodaje de una película porno, un género en el que habitualmente la reducción de presupuestos implica necesariamente una merma en medios técnicos. Pero esa no es la filosofía de Private, que prepara una de las superproducciones del año: la versión porno de la película convencional ‘X Men’, rebautizada como ‘X Girls’.

10 días de rodaje en otras tantas localizaciones de la capital magiar y sus alrededores, cerca de 100.000 euros de presupuesto y un equipo de más de 50 personas son los números de esta apuesta por el cine de calidad que está en manos de un equipo “muy joven, porque nos hemos decidido a trabajar con gente nueva que tiene muchas ideas”, afirma Javier Sánchez, jefe de producción de la compañía con sede en Barcelona. Al frente de ese equipo está Andrew Curtis, un joven húngaro de 25 años al que Kovi, director y productor que filma para Private, descubrió después de ver una película para televisión realizada por él. “Formamos parte de una generación que ha crecido leyendo cómics y viendo películas con efectos especiales y a la que no le importa hacer cine convencional o cine porno”, dice Curtis.

‘X Girls’, que se comercializará en los próximos meses en todo el mundo cuenta la historia de “un grupo de chicas mutantes dotadas de poderes especiales con dificultades para controlarlas”, explica su director. Seis en concreto: la hipnotizadora (Judith Fox), la que está provista de una fuerza sobrehumana (Priva), la mujer invisible (Nikki Rider), la que tiene la facultad para atravesar las paredes (Nikki Blonde), una cazadora (Kathy Moore) y otra con poderes telepáticos (Cindy). Estas chicas sobrenaturales se enfrentan en la película a multitud de aventuras en las que deberán luchar contra el mal.

Con ese argumento, el rodaje de ‘X Girls’ promete muchas emociones. Pero todas ellas quedan para la postproducción, el proceso más complejo en un filme de estas características. Así, la secuencia en la que tres figurantes explican a unos alumnos cómo utilizar sus poderes ante la curiosa mirada de Kathy Moore y Priva se resuelve con unas cuantas piruetas y un hombre volando, gracias a un mecanismo de poleas instalado en un árbol. En la película, el hombre que vuela lo hará impulsado por una gran bola de fuego dibujada electrónicamente. Trucos de cine para una película singular que promete revolucionar el cine X.

Publicado en Interviu en noviembre de 2006.

43. La invasión de las eslavas

En 1996 Praga y Budapest son, sin discusión, las capitales europeas del cine X. El número de agencias de modelos abiertas en los dos capitales más cosmopolitas de la Europa del Este crece espectacularmente mientras la renovación de las actrices es casi continua. Las grandes estrellas de los años anteriores (Draghixa, Deborah Welles, Rebecca Lord) se han retirado o han dado el salto al porno americano, donde encuentran un hueco y sabrosos contratos en la vasta producción estadounidense. Esto obliga a un constante replanteamiento del star system europeo, poblado de jóvenes checas o húngaras que, por un día de rodaje de una película X, ganan más que por un mes de trabajo en sus países. Así, gran parte de los repartos de los filmes europeos de ese año, y de los sucesivos, estará completado con un montón de rostros desconocidos de rasgos eslavos que pasan por el mundo del porno sin la pretensión de permanecer mucho tiempo en él.

La pirámide.

La factoría Private y el insaciable Rocco Siffredi fueron los principales beneficiados del nuevo panorama. Rocco filmará todas sus películas entre Hungría y Checoslovaquia acompañado de chicas debutantes y con su excelsa figura como estrella indiscutible. Private recurrirá a las chicas del Este para sus vídeo-revistas y los filmes de menor presupuesto, pero completará los repartos de sus superproducciones con la legión eslava. Fue el caso de ‘La pirámide’, de Pierre Woodman, una cinta en tres partes protagonizada por la letona Tania Rusoff, compañera sentimental del director, y que contó con un presupuesto de 1.200.000 dólares. El propio Woodman, experto en reclutar actrices del Este para la causa, rodó ‘Kruger Park’ en Suráfrica con siete bellezas anónimas.

También Joe D’Amato introducía en sus películas secundarias checas o húngaras, pero los papeles principales los reservaba para estrellas consagradas o prometedoras actrices de la Europa occidental. En ‘Torero’, una coproducción hispano-italiana, participaron la americana Sunset Thomas y el incansable Rocco; en ‘Flamenco Extasy’, de nuevo con el tema hispano como trasfondo, dio a María de Sánchez su primer papel protagonista; y en ‘Instinto básico’, la traslación al porno del polémico thriller de Paul Verhoeven, la norteamericana Sindee Coxx ejercía de desbocada Sharon Stone. Las conexiones de D’Amato con la industria yanqui se concretaron en ‘Pasión en Venecia’, un filme codirigido junto al exquisito Cameron Grant.

Mientras tanto, Marc Dorcel seguía en su línea de corrección y esteticismo con dos nuevos títulos: ‘La princesa y la puta’ y ‘La fièvre de Laure’. En ambas películas brillaba excepcionalmente Laure Sainclair, musa del director francés en sus recientes producciones. Del mismo modo, la herencia de las adaptaciones al porno de la vida de personajes clásicos de la historia y la literatura alcanzaba al finlandés Mikko Jylha, que en ‘Rasputín’ volvería a trabajar con su compatriota Sabina. Y, cómo no, los jóvenes venían pegando fuerte. Max Bellocchio con ‘Classic School’, Frank Simon con ‘Fantasexing’ y la actriz americana Carolyn Monroe, instalada en Europa para dirigir películas bajo el auspicio de la productora de Mario Salieri, encabezaban el pelotón de aspirantes al trono de nuevos reyes del porno europeo.

La fièvre de Laure.

DEL CINE DE CULTO AL PORNO

En 1978, Ermanno Olmi filmó ‘El árbol de los zuecos’, una película protagonizada por campesinos lombardos que adquirió rápidamente la consideración de cult movie entre los cinéfilos. 18 años después, Leo Salemi se atrevió a dirigir la versión X de una de las cintas emblemáticas del cine social italiano. ‘El árbol de las putas’ fue el debut como director de Salemi, antiguo realizador de televisión que había entrado en contacto con el mundo del porno durante la feria erótica de Milán, y recreaba el ambiente y el clima de su referente con el añadido de un buen número de sueños eróticos del protagonista. La película causó una gran conmoción en la prensa sensacionalista italiana porque en ella participaba Batisti, uno de los actores que habían intervenido en la cinta original. Esta circunstancia la alzaría al número uno en ventas en el país transalpino en 1996.

LA CARA SEXUAL DE LA GUERRA

Preocupado por la realidad que vivía Europa, Mario Salieri planeó realizar un filme sobre la dramática situación en la antigua Yugoslavia. Esta empresa tan arriesgada intentaba mostrar la cara oculta de los crímenes de tipo sexual de los ejércitos contendientes. Protagonizada por la italiana Selen y la española María de Sánchez, ‘CKP’ resultó ser una película mucho más realista de lo que había pensado el director napolitano. Ricard Pérez Casado, administrador de la ONU en Mostar, escribió un lúcido artículo en la valenciana Cartelera Turia en el que afirmaba, con tristeza, que gran parte de las vejaciones sexuales que vivían los prisioneros y prisioneras de guerra en la pantalla tenían un fundamento real que él, durante su misión en tierras balcánicas, había conocido de primera mano.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en febrero de 2001.

36. Dos amigos y un funeral

El 28 de junio de 1993, una gigantesca ola mató a Michel Ricaud durante el rodaje de ‘Club Privado en las Seychelles’ en el archipiélago del mismo nombre. Desde un año antes, Ricaud había alternado los filmes con su sello personal, producidos por Marc Dorcel, con la dirección de películas para la casa Private, normalmente en lugares exóticos y paradisíacos. En aquel año, su más destacada aportación al género consistió en la adaptación de dos clásicos del cine convencional: ‘La Venus azul’, que versionaba el mítico filme de Josef von Sternberg ‘El ángel azul’ y que se rodó durante un mes, y ‘Delito de seducción’, la parodia en clave sexual de ‘El silencio de los corderos’ de Jonathan Demme. Del mismo modo, en la islas Seychelles había rodado ‘Bellezas en el paraíso’, antecedente inmediato del filme en el que el realizador francés encontró la muerte.

Club Privado en las Seychelles.

La muerte de Ricaud causó un profundo impacto en la emergente industria europea. Pionero de la producción en vídeo y descubridor de las inmensas posibilidades que el magnetoscopio ofrecía para realizar cine X de calidad, Ricaud dirigió más de 600 películas en los 20 años en los que estuvo más o menos relacionado con el cine para adultos. La calidad de su cine, además, propició la aparición de un “star system” europeo y la oportunidad de ver trabajar en el Viejo Continente a algunas de las mejores actrices norteamericanas.

Pese a esta fatal circunstancia, el cine galo gozaba de muy buena salud. Animado por el éxito de su reingreso en el mundo del cine X, Francis Leroi rodó en 1993 la segunda parte de ‘Rêves de cuir’ con un presupuesto superior al millón de francos, la mayor cifra empleada para realizar un porno en Francia. Leroi prescindió en esta segunda parte de la estética sadomasoquista para construir un “thriller” político con grandes dosis de sexualidad y cedió el protagonismo a Tabatha Cash..

Aquel año se produjo también el reencuentro de dos viejos amigos. Franco LoCascio y Aristide Massaccesi, es decir, Luca Damiano y Joe D’Amato volvieron a trabajar juntos después de muchos años. Dedicados durante años a las más diversas ocupaciones dentro del cine erótico, la serie B y el porno, unieron sus fuerzas para, con la producción de Riccardo Billi, dar un giro al panorama del cine X en Europa. Basándose en obras clásicas de la literatura, cuentos infantiles, personajes míticos o leyendas populares, las películas de Damiano o D’Amato, rodadas en 35 mm., utilizan una fórmula que viene funcionando con éxito desde hace años: buenos actores, cuidada ambientación y sexo contundente. Su primera colaboración importante fue ‘Caperucita roja X’, una curiosa adaptación del famoso cuento de Charles Perrault dirigida por Luca Damiano en la que participaban actores con peculiaridades físicas poco corrientes en el porno tradicional, como el enano Desire, la robusta Chessy Moore o una envejecida Karin Schubert. Para realzar más la acción dramática, el filme incluía unas secuencias de dibujos animados que ofrecían, entre otros, planos desde el interior de una vagina.

El extraordinario momento que vivía el porno italiano animó a algunos actores a dar el salto a la dirección. Si Roberto Malone se especializaría en el vídeo amateur, Rocco Siffredi haría su debut con una elaborada historia rodada en la Costa Azul y protagonizada por él mismo y la húngara Rosa Tazzi: ‘El guardaespaldas’.

Adolescencia perversa.

LA FACTORÍA SALIERI

Para gran parte de la crítica especializada, el mejor filme de Mario Salieri fue rodado en 1993. ‘Adolescencia perversa’ cuenta la nostálgica narración de un anciano sobre su despertar al sexo. Con una impecable ambientación y una puesta en escena fuera de lo común, la película protagonizada por Selen y Deborah Wells forma parte de la leyenda del porno europeo. Sin embargo, no todo lo que salía de la factoría Salieri alcanzaba el mismo nivel de calidad. El realizador napolitano también dirigió películas de mucha menor calidad aprovechando los descansos de los rodajes de sus películas, como ‘La casa del amor’ o ‘La comunidad de mujeres infieles’, y dio la oportunidad a que sus colaboradores, como Nicky Ranieri, filmaran algunas películas cuya calidad supera a las obras menores del maestro. Tal es el caso de las dos partes de ‘La divina comedia’ o los monográficos dedicados a Deborah Wells o Rebecca.

LAS PERVERSIONES DE DINO Y DOLLY

La carrera como director de Dino Baumberger, el propietario de una cadena de sex-shops en Alemania, ha estado marcada, en justa correspondencia con su origen germano, por el subgénero “bizarre”, aquel que engloba prácticas poco habituales como el “fist fucking” o la lluvia dorada. Con el resurgir del porno en Italia y Alemania, Dino combinó sus películas “bizarre” con otras, de mayor presupuesto, en la que se ofrecían prácticas sexuales más convencionales (‘A Star is Born’, ‘Secrets of Mozart’). Pero a principios de los 90, Dino conoció a la actriz checa Dolly Buster, una despampanante rubia rellena de silicona en sus pechos y labios, que se convertiría en 1992 en su esposa. Gracias a Dolly, Dino pudo unir ambas formas de concebir el porno: una serie de películas de prácticas extremas pero rodadas con gran profusión de medios. La obsesión del público alemán por los grandes pechos hizo que filmes como ‘Dreams of fetish’ o ‘Black Teas’ tuvieran un enorme éxito.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en enero de 2001.

34. Un tren de alta velocidad

En 1992 la industria de cine X en Europa es una gozosa realidad. Impulsado por una potente locomotora en la que figuran Alemania, Italia y Francia, el tren del porno europeo transita velozmente para competir con el expreso americano. Dos años antes, el magnate sueco de la revista Private, Berth Milton había decidido retirarse y ceder su fastuoso imperio a su hijo, Berth Milton Jr. El joven Milton retomó la vieja aspiración de su padre de dotar de animación a las sugerentes imágenes explícitas de la revista, que a finales de los 60 ya había fracasado en el intento de entrar en el mercado del cine X a causa de la piratería y de la precaria situación del mercado. Pero en la década de los 90 el entorno era muy diferente. Mario Salieri en Italia, Michel Ricaud en Francia y Hans Moser en Alemania habían triunfado con un modelo cinematográfico que se adaptaba plenamente a las características de Private: formato de vídeo, cuidada fotografía, atrayente escenografía y actores profesionales. El propio Berth Milton dirigió ‘Private Video Magazine 1’, una cinta de dos horas de duración que logró vender más de 50.000 copias en todo el mundo. A partir de entonces, Private compaginaría la edición de su video-revista con la producción de películas con sólidas tramas argumentales.

Private Video Magazine 1.

El primer director en el que pensó Milton para realizar películas X con el sello de Private fue Michel Ricaud. El prolífico realizador francés aceptó la propuesta de la revista aunque siguió trabajando a las órdenes de Marc Dorcel, su inseparable compañero de producción. Con presupuestos más elevados que en años anteriores y la presencia de actrices americanas en el reparto, el dúo Ricaud-Dorcel filmó ‘Constat d’adultère’ y ‘Les menteuses’, dos obras con un intenso ritmo sexual.

Que el dinero había llegado al porno europeo lo demuestra el hecho de que el italiano Mario Salieri pudo confirmar definitivamente el talento que había apuntado, con menores presupuestos, en anteriores filmes. ‘Arabika’ fue la primera superproducción del director napolitano para contar una atractiva historia de trata de blancas en la que la australiana Sunny McKay era la protagonista. La siguiente película de Salieri, ‘Toda una vida’, refrendó la maestría de su realizador. Ambientada en la Segunda Guerra Mundial, ‘Toda una vida’ es un majestuoso monumento cinematográfico sobre el fascismo cotidiano gracias al cual la holandesa Zara Whites y la húngara Gabriella Dari ascendieron al pedestal de reinas del porno continental. Mientras Zara trabajaba a caballo entre Europa y América (donde ya era una estrella del nivel de sus colegas estadounidenses), Gabriella permanecería en el Viejo Continente hasta el final de su carrera, en 1993, con la única excepción de ‘The Fisherman’s Wife’, dirigida por Raven.

Gabriella Dari fue también la protagonista de la más cinta más celebrada del año para los aficionados al porno sin argumento. Dirigida por Nicky Ranieri, seudónimo tras el que se esconde Josette, la mujer de Mario Salieri, ‘Los amores de Gabriella’ inauguraba el “star-system” europeo al presentar, del mismo modo que las películas “Inside” americanas de los 80, una entrevista con la actriz y algunos de sus números sexuales más atrevidos.

Inside Gabriella Dari.

A LA SOMBRA DE LOS MAESTROS

No sólo de Ricaud y Salieri vivía el porno europeo. A la sombra de sus dos máximas figuras comenzó a crecer un grupo de realizadores que fueron perfilando las señas de identidad del género. En Italia, Alex Perry contó con un reparto de estrellas del cine X norteamericano (Deidre Holland, Jon Dough, Rocco Siffredi) en su debut con ‘Escandalosa señora de provincias’, una película en la que hacía su presentación la joven Selen, llamada a convertirse en la reina del cine X europeo en los años siguientes. En Francia, por su parte, Richard Romain dirigió a la norteamericana Madison en ‘Noces rituelles’, una costosa producción que incluía orgías con acento gastronómico y una buena ración de potentes escenas de sexo.

MAGMA ES OTRO MUNDO

La productora alemana Magma, dirigida por Nils Molitor, más conocido como Moli, representa el paradigma del porno germánico. Con una producción destinada al consumo en las cabinas de los sex-shops, Magma fue creando series temáticas de subgéneros que gozaron de gran predicamento entre el público. La gerontofilia, la lluvia dorada y otras modalidades alejadas del porno convencional son los pilares de su catálogo. Películas como ‘Ágata, la abuela incestuosa’ o ‘Jovencita cachonda busca abuelito’ ejemplifican uno de los subgéneros más insólitos de Magma. Sin embargo, el mérito de Moli como director es haber descubierto a algunas de las actrices que, posteriormente, dieron el salto al porno europeo con prácticas sexuales menos osadas. Es el caso de Anita Mendoza, Tenessy, Elodie, Tabatha Cash, Babette o la mismísima Gabriela Dari.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en diciembre de 2000.

7. El porno que surgió del frío

Mientras en los Estados Unidos el cine X caminaba irremediablemente hacia la legalización, en Europa los países nórdicos capitaneaban la revolución sexual de los sesenta. Fruto de la permisividad de las autoridades, en Dinamarca y Suecia existía, desde mediados de la década, un próspero negocio de fotografías pornográficas. Sin embargo, ambos países no deben atribuirse el mérito de haber restaurado el negocio del porno en Europa. Como afirma Hans Moser, uno de los pioneros de la industria en el Viejo Continente, la verdadera cuna se encontraba en el Soho londinense a principios de los sesenta. Allí operaba una organización de dudosa legalidad que traficaba con material pornográfico, principalmente fotos y películas en formato Super-8, con total impunidad, gracias a una compleja red de sobornos que callaba la boca de los funcionarios de Scotland Yard. En 1966, se descubrió el pastel y tuvieron que emigrar a los países nórdicos.

Un año antes, un antiguo vendedor de coches aficionado a la fotografía llamado Berth Milton se había animado animó a lanzar en Suecia una publicación en color que mostrara imágenes de mujeres desnudas como las que los clientes le compraban en el sex-shop que regentaba. La llamó Private y, en sus primeros números, sólo introdujo escenas de desnudos. En el número 6 (1967) apareció la primera imagen de un coito. Todos los ejemplares fueron confiscados por la policía. Pero el vació legal existente en el país escandinavo permitió a Milton seguir editando Private hasta el punto de que, en los albores de los 70, la revista tiraba 40.000 ejemplares mensuales.

Foto de un ejemplar de Private de los 60.

En Dinamarca, los hermanos Theander editaron Color Climax, una revista concebida a imagen y semejanza de Private. Su éxito inicial propulsó una incipiente industria de producción de cortos, similar a la que existía en Francia antes de la guerra, auspiciada por la propia revista y otras empresas como Venus Films o Flesh Moving Pictures cuyo mercado se encontraba principalmente en la vecina Alemania.

En 1969, Dinamarca se convirtió en el primer país del mundo que legalizó la pornografía. Durante el verano de ese año, se celebró en Copenhague Sex 69, la primera feria internacional dedicada al sexo. Atraídos por el clima lascivo del lugar, acudieron todas las grandes empresas relacionadas con el negocio erótico y miles de curiosos llegados de todos los rincones del planeta. Sex 69 se puede considerar como el pistoletazo de salida de una nueva época en el cine X, ya que, además de su trascendencia y el efecto de “normalización” del fenómeno sexual que produjo en las autoridades de muchos países, su celebración sirvió como pretexto para la filmación de los primeros largometrajes legales en los que se mostraba sexo no simulado, bajo la fórmula del reportaje informativo sobre el evento: ‘Sexual Freedom in Denmark’, de M.C. Von Hellen, y Censorship in Denmark, de Alex De Renzy. Ambos filmes se pueden visionar actualmente en una sala dedicada especialmente al evento en el Museum Erotica de la capital danesa.

EL ESTILO PRIVATE

35 años después de su nacimiento, la revista Private sigue siendo un referente para los aficionados al sexo impreso. En sus orígenes tropezó con un buen número de problemas burocráticos a causa de la ambigua legislación de su país. Pero Berth Milton exprimió su imaginación y comenzó a publicar, junto a las fotos de desnudos, imágenes de violencia (normalmente de Camboya o Vietnam) que reproducían los periódicos de la época. En 1990, Milton cedió el control de la revista a su hijo Berth Jr., quien decidió introducirse en el mercado del vídeo, primero con una video-revista y más tarde con producciones avaladas por su sello. Tanto en las películas como en la revista, Private ha desarrollado un estilo especial de mostrar el sexo, basado en la imagen de marca más que en la promoción de las modelos o actrices, con una excelente fotografía y la cándida mirada a cámara de quienes ejecutan el acto sexual.

EL MILAGRO ALEMÁN

Aunque la pornografía no se legalizó hasta 1975, Alemania fue uno de los principales consumidores de este tipo de material durante los 60 y los 70. En 1962, Beate Ushe había inaugurado la primera sex-shop del mundo y este hecho condicionaría el desarrollo posterior del cine X en Alemania. Porque, desde que el ascenso al poder del socialdemócrata Billy Brandt había propiciado una relativa tolerancia en el mercado de producción de cortos, la industria de cine X se orientó básicamente hacia su exhibición en las cabinas de dichos establecimientos. Tras la definitiva legalización y hasta nuestros días, el porno alemán, muy potente como industria, se caracterizaría por la concatenación de escenas sexuales, sin ningún tipo de pretexto argumental.

Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en junio de 2000.

Los hombres del pene de oro

Si el superhéroe por definición es aquel ser humano (o sobrehumano) capaz de realizar acciones heróicas que cualquier otro semejante no podría hacer, por mucho que se lo propusiera, debemos llegar a la conclusión de que el superhéroe en el porno es cualquier actor o actriz que pega polvos sin parar y sin dar síntomas de cansancio, una cualidad muy humana cuando echamos un quiqui. Pero no se trata de eso. El porno europeo también tiene una buena colección de superhéroes, más allá de sus esforzados protagonistas, que han impreso sus hazañas en películas X con el fin de que los espectadores puedan liberar sus tensiones.

El problema es que la extraña evolución del cine X en Europa no ha dado a la historia del folleteo cinematográfico personajes como el detective Johnny Wadd (encarnado por un John Holmes con unos poderes que medían 35 cm) o el viajero intergaláctico Flesh Gordon que se traslada al Planeta Porno para luchar contra los maléficos planes del Emperador Wang El Pervertido. Los superhéroes del trinque europeo son transposiciones a la pantalla de mitos clásicos de la literatura, convertidos en implacables hacedores del bien a fuerza de empujar, que, con los años se transformarán en folladores natos, cuyos únicos poderes son una polla de oro, no por su valor económico sino por la veneración que despierta entre la población femenina.

Durante más de 60 años, Europa no tuvo un modelo de superhéroe cinematográfico al que agarrarse. Bastante tenía el precario cine X del Viejo Continente con sobrevivir en la clandestinidad, agobiado por los problemas legales que surgían del lento despertar de las pasiones entre sus habitantes. Pero España, uno de los países donde la persecución del porno fue más cruenta, tiene el honor de haber inaugurado la saga heroica del cine X europeo, al menos involuntariamente. En 1971, el inquieto director italiano establecido en Holanda Lasse Braun se trasladó a la provincia de Málaga para rodar una serie de divertidos «loops» con la agente X-69 como protagonista. Tres cortos de diez minutos, entre los que destaca el titulado ‘Bloody Malaga’, cuentan los esfuerzos de la guapa e infalible espía rubia por recuperar un microfilm de incalculable valor para la humanidad que ha caído en manos del maléfico Dr. Wu. Ni que decir tiene que, aparte de las disputas entre el bien y el mal y el cutrerío propio de los cortos de la época, Braun recurrió a todos los tópicos hispanos e introdujo escenas en una plaza de toros y en un singular cortijo andaluz.

Cartel de la serie ‘Top Secret’, de Lasse Braun.

Lasse Braun acabaría marchándose a los Estados Unidos a proseguir su extraña carrera en el porno y nos dejó compuestos y sin superheroina. El porno europeo entró entonces en una especie de letargo que hizo desaparecer el formato de cine de género que hacían aventurar las pioneras historias, repletas de imaginación, de Braun. Los apuntes que en el cine erótico habían esbozado realizadores como Claude Mulot (‘Sexyrella’) o Jesús Franco (‘Dracula contra Frankenstein’, ‘Macumba sexual’) de crear un cine de género con abundantes escenas de sexo se desvanecieron con los apretones de las distintas legislaciones europeas, que constriñeron el porno hacia dos direcciones: las películas «serias» y la cutrez más absoluta.

Tuvo que ser una extraña pareja, curtida en la inagotable cantera de la sexploitation, el cine barato y el porno hecho con cuatro duros, la que resucitara a todos los superhéroes que el porno europeo ha visto. Franco Lo Cascio y Aristide Massaccessi, esto es, Luca Damiano y Joe D’Amato unieron sus fuerzas en 1993 para inaugurar la etapa más prolífica del cine X continental. Del más de dos centenares de películas que ambos dirigieron para el productor Riccardo Billi, hay un buen número de cintas protagonizadas por superhéroes surgidos de la literatura o la mitología clásica europea. En ‘Marco Polo’, el aventurero italiano encarnado por Rocco Siffredi viaja a Oriente para acompañar a una exótica princesa (Tabatha Cash) con el fin de que se case con el Kublai-Khan, a donde no llega intacta. En ‘Tarzán X’, de nuevo Rocco asume el papel del mítico héroe salvaje ideado por Edward Rice Burroughs para ofrecernos un recital de sexo animal (y en ocasiones conyugal) con la madre de sus hijos, la actriz húngara Rosa Caracciolo. El inagotable galán italiano cerraría sus colaboraciones como héroe de acción de la extraña pareja de pornógrafos con las dos entregas de la saga de los siete magníficos: ‘Rocco y los siete magníficos’ y ‘El regreso de los siete magníficos’. En ellas, Siffredi encabeza un septeto de vaqueros salidos que dan buena cuenta de las aldeanas en la parodia spaguetti-porno del western clásico de John Sturgess.

Cuando Rocco comenzó a volar por libre hasta hacer de su propio personaje un superhéroe, D’Amato y Damiano hubieron de recurrir a otros actores para encarnar sus figuras legendarias. El musculoso norteamericano Mark Davis fue el ‘Robin Hood’ del folleteo en una versión libérrima del famoso ladrón que robaba a los pobres para dar su botín a los ricos y que aquí, además del latrocinio, ejercía el fornicio con abnegado entusiasmo y sin diferenciar clases sociales. Pero el sustituto de Rocco lo encontraron los directores italianos en el turco Hakan Serbes, un galán de físico parecido al del italiano aunque con menor salvajismo en sus acometidas sexuales. Hakan fue el protagonista de ‘Hércules’, la recreación de la leyenda del héroe griego, y de un curioso e irreverente «pastiche» de las historias míticas del Antiguo Testamento titulado ‘Escándalos bíblicos’.

Joe D’Amato y Luca Damiano abrieron los ojos a otros directores, que comprendieron que era posible rodar porno de acción en Europa con posibilidades de éxito. La primera consecuencia de su osadía se vislumbró en España, donde una nueva generación de realizadores, auspiciada por la productora IFG, buscaba argumentos para desarrollar sus ideas. El catalán Conrad Son sería el principal abanderado de una corriente en el cine X que no desdeñaba incluir algunas escenas de puñetazos y armas automáticas al lado de polvos más o menos excitantes. ‘Nikita X’, la transposición al universo porno de la cinta de Luc Besson, sería la primera incursión plenamente hispánica en el proceloso mundo de los superhéroes. Interpretada por la neozelandesa afincada en Barcelona Tavalia Griffin, la película de Son fue la primera piedra en un edificio de héroes de acción que completaría con dos películas rodadas años más tarde, ya sin el auspicio de IFG, y en las que el propio realizador asumía el papel heroico que en su primera cinta había reservado para una actriz. En ‘Khatar’, Conrad Son dirige e interpreta (aunque no folla) a un guerrero medieval en lucha contra las fuerzas del mal, y en ‘Kovac’ el director catalán encarna (también sin pegar un polvete) a un agente secreto que recorre el mundo peleando contra una peligrosa organización criminal.

‘The Private Gladiator’ (Antonio Adamo, 2002).

El testigo de Conrad Son lo ha recogido la factoría Private. Desde su papel hegemónico en el porno europeo, la compañía sueca trabaja con grandes presupuestos que permiten la filmación de películas de acción sin algunas de las carencias que se ven en otras cintas. Filmes como ‘The Scottish Loveknot’, una especie de ‘Braveheart’ sexual pasado por la batidora de las leyendas celtas de Escocia, y, sobre todo, ‘The Private Gladiator’, en la que el español Toni Ribas interpreta a un heroico e invencible gladiador romano en la cinta con mayor presupuesto de la historia del porno europeo, son las puntas de lanza de la aportación de la productora de Berth Milton al panorama de los superhéroes del Viejo Continente.

Las múltiples secuelas de ‘Emmanuelle’, la película erótica de Just Jaeckin, crearon una superheroina a partir de un personaje cinematográfico. El prototipo de mujer burguesa aventurera abierta a todo tipo de experiencias sexuales que ideó Emmanuelle Arsan se convertiría en una especie de embajadora sexual por todo el mundo, donde acudía presta a probar de las frutas prohibidas más exóticas en títulos como ‘Emmanuelle negra se va a Oriente’ o ‘Emmanuelle en América’. Pero si Emmanuelle fabricó una heroina erótica a partir de su propio personaje a través del jugo que la serie B sacó de ella, el actor porno italiano Rocco Siffredi se convertiría a sí mismo en un superhéroe sexual de mayor calibre que la aventurera francesa de ficción. Rocco comenzó a dirigir películas en 1993 aprovechando la enorme aceptación que tuvo su club de fans entre sus enloquecidas admiradoras. Desde hace más de diez años, Siffredi compagina, con gran éxito entre el público, cintas de ficción con filmes «gonzo» en los que él es el absoluto protagonista. Y lo mejor del caso es que en ambas ha logrado trascender su propia personalidad a un héroe de acción. Tras ‘El guardaespaldas’, en el que interpretaba a un agente de seguridad encargado de la vigilancia de una estrella del cine durante el festival de Cannes y donde ya mostraba maneras heroicas, Rocco acometió el rodaje de dos películas en las que se iba a consagrar como el nuevo superhéroe europeo del cine porno de acción. ‘Rocco nunca muere’ y ‘Rocco siempre inmortal’ presentan a un Siffredi implacable que parodia la serie de James Bond como mejor sabe hacerlo él: destrozando todos los culos que encuentra a su paso para cumplir sus arriesgadas misiones. La línea de ficción continuaría en 1999 con ‘El porno del milenio’, donde Rocco se convierte en víctima de las intrigas de una admiradora a través de Internet, y tres años después en ‘The Ass Collector’, un sugestivo monumento al cine de aventuras sexuales.

Pero no sólo el Rocco ficticio es un superhéroe de tomo y lomo. El real, el que recorre medio mundo con su cámara en mano dispuesto a follarse a toda muchacha que se le ponga delante, se ha erigido como la mejor imagen del superhéroe en el mundo del porno. No sólo porque su presencia sea sinónimo de diversión (sobre todo para él y para los espectadores), sino porque debe de poseer unos poderes ocultos que hacen que todas las mujeres quieran ser penetradas por los diferentes orificios que sus cuerpos le brindan. El verdadero poder de Rocco Siffredi, el superhéroe más verídico que ha dado jamás el cine X, es su personalidad y su polla. De su personalidad, basta con citar los títulos de algunas de sus películas, ‘No digas no a Rocco’, ‘Rocco: Operación sexo salvaje’, ‘Rocco, el maestro que las vuelve locas’ o ‘Rocco las deja mudas’. De su polla, solo hay que echar un vistazo a sus vídeos para comprobar el hechizo que provoca entre las mortales.

La senda iniciada por Rocco la han seguido un buen número de imitadores en el porno europeo, de los cuales los más destacados son los españoles Nacho Vidal y Max Cortés. Vidal, considerado por gran parte de la industria como el heredero natural del prodigio transalpino, ha sido fiel a su maestro. Dotado de una fuerte personalidad, Nacho es tan bruto o más que Rocco, tiene una generosidad «amiguetil» que le lleva a invitar a sus amigotes a los botines más suculentos que saca de su robusta tranca y está dotado del mismo salvajismo que el italiano. Sus poderes pueden contemplarse en aventuras tan explícitas como ‘Nacho, el rompeculos’, ‘Nacho reventando coños’ o la serie ‘Nacho Latin Psycho’. Aunque en menor medida, también ha logrado trascender de su propio personaje a héroe real el catalán Max Cortés, pese a que su estilo es menos arrabalero que el de Vidal o Siffredi. Cortés utiliza su cámara de vídeo como instrumento para engatusar a las chicas, pese a que luego saque a relucir toda su artillería para follárselas. ‘Los mundos de Max: hambrientas de semen’ es un buen ejemplo para descubrir sus secretos.

Publicado en 2000 Maníacos número 29, invierno 2004.

Una cuestión de pelotas

El fútbol y el porno tienen más puntos en común de lo que, a simple vista, pudiera parecer. Ambos requieren de capacidad física para ser practicados y en ambos se utiliza como herramienta de trabajo alguna extremidad o apéndice de la parte inferior del cuerpo, aunque en las dos disciplinas la cabeza sea fundamental para conseguir el éxito. Un futbolista con excelente técnica y sin cerebro acaba convirtiéndose en Prosinecki, personaje de anuncios ridículos; un actor porno con habilidades para follar pero exento de un mínimo de inteligencia puede terminar como Marc Wallice, desterrado de la industria.

Pero el fútbol y el porno han tenido mucha más relación que las similitudes físicas de sus practicantes. Los futbolistas, en general, son aficionados al porno y, en ocasiones, a orgías en las que participan varios miembros del mismo equipo. Cada temporada la prensa desvela algún escándalo relacionado con fiestas sexuales de equipos que compiten en los torneos internacionales, de jugadores que, después de una juerga, han requerido los servicios de acompañantes sexuales o, sencillamente, de concentraciones en las que se quiebra la austera disciplina impuesta por el entrenador con polvos clandestinos.

El porno, por su parte, se ha referido al fútbol en un puñado de películas, la mayoría de ellas estrenadas con ocasión de acontecimientos deportivos como los Mundiales. En 1990, Italia albergó el Mundial de fútbol por segunda vez en su historia. Aquel torneo, que acabó adjudicándose Alemania en una polémica final, fue aprovechado por la industria del porno europeo para, con su habitual dosis de oportunismo, lanzar al mercado ‘Cicciolina y Moana en el Mundial’, de Jim Reynolds, donde las dos grandes estrellas del cine X italiano animaban a la selección transalpina a base de polvos en lo que es la primera referencia al fútbol en una película X y un filme que incluso figura en las obras que estudian la relación entre el balompié y el cine.

Moana Pozzi y Eric Price en ‘Cicciolina e Moana ai Mondiali’ (Jim Reynolds, 1990).

La historia se repetiría 16 años más tarde cuando la compañía Private aprovechó el Mundial de Alemania de 2006 para lanzar al mercado ‘Private Football Cup 2006’, de J.F. Romagnoli, un filme cuya relación con la mayor cita futbolística del planeta es muy tangencial: un millonario ucraniano descubre, gracias a su asesor legal, que es propietario de un equipo de fútbol femenino. Por supuesto, ni Tera Bond, Maria Bellucci, Kyra Banks o Justine Ashley, parte de la alineación de la película, demuestran ser Xavi, Iniesta, Villa o Casillas. Pero tampoco hace mucha falta porque se emplean a fondo en lo que toca.

Aparte de estas dos referencias directas al fútbol en el porno, el cine X se ha acercado alguna que otra vez al fenómeno balompédico en películas menos oportunistas que las que se graban con ocasión de los Mundiales. La más interesante de todas, con mucha diferencia, fue la serie realizada por Mario Salieri en 2006 sobre el mundo del fútbol y sus entresijos. ‘Salieri Football’, compuesta por tres partes, no necesita escenas de partidos para contar historias de sobornos, chantajes y trata de blancas en el mundo del negocio balompédico e incluso se permite la denuncia directa a través del testimonio de Carlo Pedrelli, futbolista de la Roma durante la década de los 80 que publicó un libro en el que destapaba los escándalos de corrupción del calcio.

Con motivo de la celebración del Mundial de Suráfrica, en 2010, la página web española Cumlouder combinó porno y fútbol a través del seguimiento de los partidos de la selección española en el dicho torneo con escenas rodadas mientras actores y actrices veían los partidos. España fue, en aquel recordado Mundial, campeona del mundo por primera vez en su historia, quién sabe si gracias a los ánimos de gente como Sara May, Yoha o Melody Star, o a los gritos de ánimo (y de placer) de los chicos de Cumlouder.