Una cuestión de pelotas

El fútbol y el porno tienen más puntos en común de lo que, a simple vista, pudiera parecer. Ambos requieren de capacidad física para ser practicados y en ambos se utiliza como herramienta de trabajo alguna extremidad o apéndice de la parte inferior del cuerpo, aunque en las dos disciplinas la cabeza sea fundamental para conseguir el éxito. Un futbolista con excelente técnica y sin cerebro acaba convirtiéndose en Prosinecki, personaje de anuncios ridículos; un actor porno con habilidades para follar pero exento de un mínimo de inteligencia puede terminar como Marc Wallice, desterrado de la industria.

Pero el fútbol y el porno han tenido mucha más relación que las similitudes físicas de sus practicantes. Los futbolistas, en general, son aficionados al porno y, en ocasiones, a orgías en las que participan varios miembros del mismo equipo. Cada temporada la prensa desvela algún escándalo relacionado con fiestas sexuales de equipos que compiten en los torneos internacionales, de jugadores que, después de una juerga, han requerido los servicios de acompañantes sexuales o, sencillamente, de concentraciones en las que se quiebra la austera disciplina impuesta por el entrenador con polvos clandestinos.

El porno, por su parte, se ha referido al fútbol en un puñado de películas, la mayoría de ellas estrenadas con ocasión de acontecimientos deportivos como los Mundiales. En 1990, Italia albergó el Mundial de fútbol por segunda vez en su historia. Aquel torneo, que acabó adjudicándose Alemania en una polémica final, fue aprovechado por la industria del porno europeo para, con su habitual dosis de oportunismo, lanzar al mercado ‘Cicciolina y Moana en el Mundial’, de Jim Reynolds, donde las dos grandes estrellas del cine X italiano animaban a la selección transalpina a base de polvos en lo que es la primera referencia al fútbol en una película X y un filme que incluso figura en las obras que estudian la relación entre el balompié y el cine.

Moana Pozzi y Eric Price en ‘Cicciolina e Moana ai Mondiali’ (Jim Reynolds, 1990).

La historia se repetiría 16 años más tarde cuando la compañía Private aprovechó el Mundial de Alemania de 2006 para lanzar al mercado ‘Private Football Cup 2006’, de J.F. Romagnoli, un filme cuya relación con la mayor cita futbolística del planeta es muy tangencial: un millonario ucraniano descubre, gracias a su asesor legal, que es propietario de un equipo de fútbol femenino. Por supuesto, ni Tera Bond, Maria Bellucci, Kyra Banks o Justine Ashley, parte de la alineación de la película, demuestran ser Xavi, Iniesta, Villa o Casillas. Pero tampoco hace mucha falta porque se emplean a fondo en lo que toca.

Aparte de estas dos referencias directas al fútbol en el porno, el cine X se ha acercado alguna que otra vez al fenómeno balompédico en películas menos oportunistas que las que se graban con ocasión de los Mundiales. La más interesante de todas, con mucha diferencia, fue la serie realizada por Mario Salieri en 2006 sobre el mundo del fútbol y sus entresijos. ‘Salieri Football’, compuesta por tres partes, no necesita escenas de partidos para contar historias de sobornos, chantajes y trata de blancas en el mundo del negocio balompédico e incluso se permite la denuncia directa a través del testimonio de Carlo Pedrelli, futbolista de la Roma durante la década de los 80 que publicó un libro en el que destapaba los escándalos de corrupción del calcio.

Con motivo de la celebración del Mundial de Suráfrica, en 2010, la página web española Cumlouder combinó porno y fútbol a través del seguimiento de los partidos de la selección española en el dicho torneo con escenas rodadas mientras actores y actrices veían los partidos. España fue, en aquel recordado Mundial, campeona del mundo por primera vez en su historia, quién sabe si gracias a los ánimos de gente como Sara May, Yoha o Melody Star, o a los gritos de ánimo (y de placer) de los chicos de Cumlouder.

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