El diablo, otra vez

La distribuidora Negro y Azul estrena en España ‘The New Devil in Miss Jones’, el remake del clásico de Gerard Damiano ‘El diablo en la señorita Jones’ que se convirtió el enero pasado en la película triunfadora en los AVN Awards celebrados en Las Vegas. Una ocasión ideal para los aficionados de retornar al universo de Justine Jones.

“El diablo en la señorita Jones es una de las dos o tres mejores películas X de la historia”. Quien así opina es Paul Thomas, realizador de cine porno que, en 1973, año de realización del clásico de Gerard Damiano, interpretaba a Pedro en la versión cinematográfica de la ópera-rock ‘Jesucristo Superstar’ que dirigió Norman Jewison. El visionado de ‘El diablo en la señorita Jones’ impulsó a Thomas a trabajar como actor porno, una ocupación con la que había coqueteado durante sus años juveniles de actor en el “off-Broadway”.

Por eso, 32 años después de su estreno, Thomas aceptó con entusiasmo la propuesta de la compañía Vivid para rodar un remake de la película que mejor representa el existencialismo en el universo X. Pero, en vez de ofrecer una versión tecnológicamente mejorada de la obra maestra de Gerard Damiano, asumió el reto de reinterpretar una trama tan rica en matices como analizada a lo largo de tres décadas por los críticos especializados.

Si en ‘El diablo en la señorita Jones’ Damiano nos conducía a un antipurgatorio en el que Justine Jones, la madura protagonista, debía someterse a un cursillo acelerado de lujuria, en ‘The New Devil in Miss Jones’, Thomas recoge la idea principal de aquel filme (la máxima sartriana de que “el infierno son los otros”) para mostrarnos la vida cotidiana de una virgen reprimida que se niega al placer carnal por principios. Su propio infierno será vivir en un mundo presidido por la cotidianeidad del deseo consumado, por la explicitación del sexo en cualquier situación. Pero Thomas no se contenta con trasladar el averno a una empresa editorial gobernada por una mujer (la espléndida Jenna Jameson), sino que esboza una serie de claves para comprender que la realidad puede ser mucho peor que una eternidad diabólica: la pérdida de memoria, las ocasiones perdidas y la represión sexual pueden ser tan infernales para nuestros semejantes como lo es la muerte para cualquier ser humano.

Con una atmósfera inspirada en los grandes thrillers psicológicos que dominaron el panorama audiovisual del Hollywood de los noventa (‘Seven’, ‘Instinto básico’), Paul Thomas lleva a la pantalla un guión de Dean Nash y Raven Touchstone en el que se mezclan el suspense y el sexo en un cóctel explosivo, acentuado por la sobriedad de los escenarios, la inquietante música que acompaña todo el filme y la hermosa contundencia de las escenas sexuales. En ellas tiene una presencia sobresaliente la neoyorquina Savanna Samson, de quien ya conocíamos su capacidad para practicar el sexo delante de las cámaras y su inteligencia como empresaria vinícola, pero no su extraordinario valor como actriz dramática. Samson borda un personaje tan rico y complejo como el de Justine Jones, reprimido y fatalista, tímido y desbocado a la vez, que había consagrado en la década de los 70 a Georgina Spelvin como una de las grandes estrellas del género. Como homenaje a aquella pionera, Thomas reserva un papel secundario, sin escenas eróticas, a la ahora sexagenaria protagonista de la película original.

Jenna Jameson, Roxanne Hall, Angelica Sin y Brooke Alexander completan el reparto femenino de un filme extraordinario, que dignifica más, si cabe, a su referente y que arrasó en la última edición de los AVN Awards, los considerados Oscar del porno, con nueve estatuillas, entre ellas las de mejor película, mejor director y mejor actriz protagonista.

Publicado en Interviu en abril de 2006.

La viticultora

En septiembre de 2006, el prestigioso crítico gastronómico Robert M. Parker, en su columna de los domingos del New York Times, calificó el vino Sogno Uno con un 91 sobre 100 puntos, una de las más altas puntuaciones otorgadas a un caldo por Parker esta temporada. La noticia no habría pasado de ser una pequeña pista para los enólogos si no hubiera sido porque, detrás de ese sensacional vino, estaba la actriz porno Savanna Samson.

Pero es que Savanna Samson no fue una actriz porno cualquiera. Nacida en Rochester (Nueva York) hace 53 años, en el seno de una familia católica, Samson fue una de las bailarinas más populares del neoyorquino club Score, uno de los más prestigiosos de la ciudad de los rascacielos, regentado por el locutor radiofónico Howard Stern. De la mano de Stern, Savanna tuvo una curiosa participación en el programa de radio más caliente de la noche americana: Howard y sus compañeros de estudio apostaban dinero sobre la habilidad de la bailarina para contestar preguntas de cultura general. Normalmente perdían, porque Savanna era una mujer culta y con buena formación.

En aquella época, salía con Danny, un joven neoyorquino que insistía en ver a su novia en películas X. Tan extraña perversión se materializó en una llamada a Rocco Siffredi, quien la contrató para trabajar en una escena de ‘Rocco meets an American Angel in Paris’, lo que constituiría el regalo de bodas de Savanna al que sería su marido. Esa escena, tan fogosa como las que suele protagonizar Rocco, le abrió las puertas del cine X, ya que, sólo un par de años después, la compañía Vivid la contrató en exclusiva pese a que su única experiencia en el porno se limitaba a la película de Rocco.

Savanna Samson con uno de sus vinos.

Fue el principio de una carrera en el porno en la que Savanna Samson no resultó ser una actriz X del montón. Siguió colaborando en el programa de Howard Stern, apareció como invitada en el famoso late night de David Letterman (un privilegio al alcance de pocas actrices del género), la revista ‘Vanity Fair’ le dedicó un reportaje en exclusiva, presentó el programa de radio Raw Dog, en la cadena por satélite Syrius, fundó su propia compañía para producir una película X de calidad al año e incluso llegó a ser corresponsal política de la cadena Fox. Todo ello sin abandonar el porno, en el que alcanzó su cénit en 2005, al ganar el AVN Award a la mejor actriz por su interpretación en ‘The New Devil in Miss Jones’, de Paul Thomas.

Pero Savanna, de ascendencia italiana y escocesa, tenía una deuda pendiente con sus ancestros. Desde bien joven había sentido una atracción especial por el vino, de manera que comenzó a viajar a Francia e Italia y, con el asesoramiento de Roberto Cipresso, un productor vinícola italiano que había trabajado para el Papa Juan Pablo II, pensó en montar su propia bodega. Ambos formaron un equipo impecable, ya que a la sapiencia de Cipresso se unió la intuición de Samson para elaborar Sogno Uno, un vino realizado a partir de una compleja combinación de uvas italianas elegidas personalmente por la actriz X. Fue el primer gran caldo de su bodega, establecida en la finca La Fiorita, en Montalcino, en la región de la Toscana, que adquirió Samson hace cinco años, cuando se retiró definitivamente del porno.