Los famosos no follan tanto

Consejo de amigo. No os dejéis tentar por las páginas que anuncian personajes famosos follando en videos caseros. No es oro todo lo que reluce en el porno protagonizado por famosos y famosas. En la mayoría de los casos, se trata de buscar a un actor o una actriz con un gran parecido físico a la estrella en cuestión, ponerla a follar y vender la cinta como si se tratara del vídeo prohibido de la interfecta. Así, los supuestos vídeos sexuales de Jenny McCarthy, Britney Spears, Christina Aguilera o Barbra Streisand que circulan por la red no son sino cintas protagonizadas por dobles de dichas cantantes o actrices. Hace unos años, los responsables de la revista Interviu me llamaron para que visionara una cinta que, según su propietario, contenía el vídeo porno de la modelo Claudia Schiffer. Al comenzar la película pude advertir que la película porno que estaba viendo era un filme francés de mediados de los 80 en el que actuaba una anónima actriz gala con un notable parecido a la modelo alemana, pero mis conocimientos históricos sobre el género me llevaron a una lógica deducción: Claudia Schiffer debía tener unos 12 años en la fecha de producción de aquella película y la actriz que podía perfectamente pasar por ella era una veinteañera en pleno uso de sus facultades mentales.

El timo más recordado de los presuntos vídeos eróticos de famosas actrices lo proporcionó la mítica Marilyn Monroe. Aprovechando la leyenda de su infancia infeliz y sus difíciles inicios en el mundo del cine, un grupo de avispados cinematógrafos registró un cortometraje de 10 minutos de duración en el que aparecía una muchacha extraordinariamente semejante a Marilyn jugando con una botella de Coca-Cola y practicando el sexo con un señor. En realidad, la protagonista de «Apple, Knockers and Coke» era Arline Hunter, una pin-up que vivió de explotar su parecido físico con la Monroe. Utilizando el mismo referente, la actriz sueca Olinka protagonizó un buen número de pornos en los 80 en los que, debido a su semejanza con Marilyn, adquirieron una notable notoriedad en Europa.

En España, muy pocos personajes famosos han mostrado su habilidad sexual delante de la cámara. Si exceptuamos a Lina Romay y Mabel Escaño, habituales en los filmes de destape que hicieron su transición personal al primer X hispano, sólo dos personajes pintorescos se lanzaron a la odisea de enseñar sus habilidades amatorias en público. Fueron el boxeador Poli Díaz y el transexual, de efímera fama, La Veneno, que a finales de los 80 utilizaron su fama como reclamo para vender pornos de baja calidad. En el resto del mundo, la actriz italiana Lili Carati se atrevió a participar en dos películas X tras haber sido una de las musas de las comedias picantes transalpinas, y el actor Rob Lowe participó, en los comienzos de su carrera, en un vídeo porno clandestino que se distribuyó comercialmente en los Estados Unidos con gran éxito. Pero la sana costumbre instaurada a principios de los 70 en la que actrices de cine o deportistas profesionales participaban en los primeros pornos, movidos por su militancia a la causa «underground», se detuvo cuando llegó Reagan a la Casa Blanca y comenzó a apretar las clavijas de la industria.

La única que realmente se ha lanzado a la piscina de exhibir su vida sexual para gozo del espectador ha sido Pamela Anderson. Primero con un vídeo vacacional en compañía de su exmarido Tommy Lee, y después con otra cinta de alto valor cinematográfico en la que le practicaba una suculenta felación al músico del grupo Bon Jovi Bret Michaels.

Publicado en la web de Primera Línea en noviembre de 2007.

Una vida de heroína

Hay muchas razones por las que una mujer comienza a trabajar como actriz porno: las necesidades económicas, el afán exhibicionista, los deseos de vivir una vida mejor, la afición por el sexo. Pero no hay ninguna tan terrible como la adicción, no ya al sexo, sino a las drogas. Esa fue la razón que llevó a Ileana Caravati a hacer cinco películas X después de una brillante carrera como actriz en las películas de desnudos de la “commedia erotica all’a italiana”, ese peculiar género nacido en Italia que sería el antecedente más próximo al cine de destape español.

Caravati, hija de comerciantes de Varese nacida en 1956, recorrió ese camino tortuoso por el que en demasiadas ocasiones deben transitar las aspirantes a estrellas. Fue segunda en el concurso de Miss Italia de 1974, comenzó como secundaria en películas de serie B en las que mostraba tímidamente sus encantos y, con el tiempo, se convirtió, con el nombre de Lilli Carati, en una de las grandes estrellas de la comedia erótica italiana, ese género cinematográfico específico del país de los Apeninos en el que tipos con tan poco estilo como Alvaro Vitali (aquel bizco feo que parecía sacado de un reality-show de cambio de imagen) perseguían mujeres de ensueño. ‘La profesora de ciencias naturales’, de Michelle Massimo Tarantino, fue la cumbre de su carrera como actriz.

Pero, como en todos los cuentos de hadas, la muchacha de provincias cayó en las tentaciones propias de la gran ciudad. Carati se convirtió en adicta a la cocaína y, de ahí, dio el salto a la heroína. Cuando su carrera entraba en el ocaso, Lilli aceptó, sólo por la pasta, hacer películas porno, una forma de pagarse los vicios. Fue, junto a Paola Senatore, otra mujer zarandeada por la vida, la única actriz de aquel género que dio el salto al cine porno.

Gloria Guida y Lilli Carati.

Como actriz porno, Lilli Carati era nefasta. Ni conservaba la extraordinaria belleza que lució en sus años de estrella del cine italiano picante, ni se tomaba su trabajo en el porno como una estación más en su carrera en el cine. Para Lilli, el porno era una forma de prostitución, una manera de seguir pagando su imparable espiral de vicios, la única salida posible a la que la había llevado la vida en sus coqueteos con la heroína. En ese caminar por el lado peligroso de la vida, Carati tocó con los dedos el infierno al saltar por la ventana del tercer piso de la casa de sus padres en mayo de 1989, cuando se vio impotente para superar su adicción al caballo. Los tres meses que pasó en el hospital, en los que engordó 40 kilos al no poder moverse debido a la fractura de tres vértebras que sufrió, fueron el final del túnel en el que se había convertido su vida.

En 2008, reconvertida de nuevo en Ileana Caravati, reapareció en varios programas de la RAI para contar su experiencia, como esos juguetes rotos que, de vez en cuando, alimentan los programas de cotilleo en las televisiones de medio mundo. Nunca quiso hablar de su etapa en el porno, tan breve como inmersa en pesadillas personales. Cinco películas del paupérrimo porno italiano de la primera mitad de los 80 son su dudoso palmarés en el género. Cinco películas que suponen, como único mérito, la posibilidad de ver a uno de los grandes mitos eróticos de toda una generación practicando el sexo en la pantalla. Aunque estuviera con el mono.

22 años después de su última aparición en la pantalla, Lilli Carati volvió al cine como protagonista de ‘La fiaba di dorian’, un thriller dirigido por Luigi Pastore. Recuperada del infierno de la heroína, la excelsa profesora de ciencias naturales que levantó los ánimos de tantos hombres que ahora ya superan los 40 pasó página y olvidó su vida de heroína, aquella que la llevó al porno de la peor manera posible.

El 20 de octubre de 2014, murió en Besano, a causa de un tumor cerebral que le habían detectado dos años antes,