En 1997 más de la mitad de las películas que se producían en Europa se realizaban en los países del Este. Hungría y la República Checa encabezaban la maquinaria de una industria que, paradójicamente, encontró en los antiguos países comunistas un mercado con enormes posibilidades económicas. Los directores seguían siendo italianos o franceses, pero en Budapest o Praga la cantera de actrices era inagotable. Rocco Siffredi lo había descubierto hacía años y tenía instalado en la capital húngara su cuartel general para rodar gonzos como ‘Fantasías privadas’ o ‘Aberraciones sexuales’, un filme este último cuyo único interés residía en ver al semental italiano vestido de mujer en plena perversión. Puesto que Hungría aportaba principalmente actrices a la industria, la primera directora húngara de renombre fue una estrella porno. La rubia y candorosa Anita Rinaldi dio el salto a la realización con ‘Planet Sex’, una odisea futurista producida por Silvio Bandinelli. Gran conocedora del medio, Rinaldi se convertiría rápidamente en una de las directoras más prestigiosas del circuito X.
Hungría era también el centro de operaciones de la factoría Private que rodó allí el extenso culebrón ‘Tatiana’, de Pierre Woodman, una epopeya dividida en tres partes y con Tania Rusoff como estrella. Sin embargo su estrategia de producción seguía buscando paisajes paradisíacos para ambientar algunos de sus filmes. ‘La fugitiva’, también de Pierre Woodman pero con Gabriella Bond como protagonista, se filmó en las islas de Oceanía. Aprovechando las pruebas de reclutamiento de nuevas figuras del cine X, Private había iniciado también una serie de películas sin argumento basadas en los castings de debutantes.
El resto del panorama europeo estaba conformado por los nombres que habían dominado el mercado durante los últimos años. Joe D’Amato, por ejemplo, rodó otra treintena de películas de variados temas y repartos. Desde filmes de aventuras (‘Hércules’) hasta cintas realizadas para el lucimiento de las actrices en parajes exóticos (‘Selén, la reina de los elefantes’) pasando por adaptaciones de novelas de éxito, como la versión X de ‘Lolita’ protagonizada por la veterana americana Nina Hartley y la alemana Kelly Trump. Curiosamente, Alex Perry también realizó aquel año una versión de ‘Lolita’ con actrices mucho menos conocidas, como Gabriella de Santis. Con la misma proliferación que D’Amato trabajaba Luca Damiano quien, al lado de obras menores, realizó uno de sus mejores películas en ‘La condesa Gamiani’, una versión libre y pornográfica del libro de Alfred Musset.
El veterano Alain Payet mostró sus dos caras en ‘Laberinto de pasiones’, una película muy elaborada con Laure Sainclair y Erika Bella, y ‘Prisión’, un filme de ambiente carcelario sin trama argumental que firmó con el seudónimo que Payet reservaba para sus obras menores: John Love. Alain Payet era uno de los supervivientes de la “edad oscura” del porno francés que llegaba al esplendor del cine X europeo con renovadas ilusiones. Igual que Michel Barny, antiguo director en los 70, quien de la mano de Marc Dorcel había vuelto a escribir guiones para éste y a realizar sus propias películas, como ‘Diario de una enfermera’, también con Laure Sainclair a la cabeza del reparto. Indiscutible estrella del porno galo, Laure Sainclair abrió los créditos de las dos películas dirigidas por Dorcel en 1997, ‘Las siete pruebas de iniciación de una virgen’ y ‘Frenesí’.
SEXO SÍ, POR FAVOR, SOMOS BRITÁNICOS
Aunque el porno europeo nació realmente en el Soho londinense, el cine X está prohibido en la Gran Bretaña. La férrea censura inglesa no impide, sin embargo, que algunos valientes realizadores hayan osado desafiar la legalidad para realizar cine para adultos con la pretensión de venderlo en el extranjero. El único director británico de cine X se llama Steve Perry y se esconde bajo el alias de Ben Dover. En 1997, su película gonzo ‘Ben Dover Fresh Cheeks’ obtuvo un galardón en los Hot d’Or celebrados en Cannes. Pero Perry llevaba ya tres años trabajando para el mercado alemán con la serie ‘Life on the streets’. Fuera de esta excepción, la aportación británica al mundo del cine X la encarnan actrices como Kelly, protagonista de películas dirigidas por Rocco Siffredi, Sarah Young o las eventuales “debutantes” descubiertas por Stagliano en sus aventuras en las Islas.
LA SEGUNDA VIDA DE SARAH
Agotada la serie que interpretó bajo el auspicio de su marido Hans Moser, la inglesa Sarah Young se internó por los caminos del cine X de género con una serie de producciones dirigidas por el hábil Nicholas Moore. Así, encarnó a la perversa Lucrecia Borgia en la versión porno de las aventuras de la famosa familia incestuosa. Dividida en dos partes ‘Lucrecia Borgia’ era una cuidada película en la que también participaban Roberto Malone y Rossana Doll. Sarah también protagonizó ‘Sexy killer’, un filme basado en el personaje de ‘Nikita’, ideado por Luc Besson para el cine convencional, en un trepidante filme de aventuras. Sin embargo, no intervino en ‘Mata Hari’, el tercer filme de Moore en aquel año, que llevaba a la pantalla las intrigas palaciegas de la mítica espía holandesa, en esta ocasión interpretada por Kelly Trump.
Publicado en Interviu, dentro de la colección ‘Las mejores películas del cine X’, en marzo de 2001.