El regalo de Jaime Chávarri

En el año 2020 no nos sorprende que la gente que se dedica al cine, la cultura, el espectáculo o la televisión haga declaraciones en las que confiesa ser aficionado al porno. El cine X se ha normalizado, dentro de unos límites, hasta el punto de que, por ejemplo, en la colección de clásicos del porno que sacó la revista Interviu a comienzos de este siglo, cien personalidades comentaron las películas más destacadas que ofrecía la revista. De hecho, cineastas como Fernando Trueba, Santiago Segura o Juanma Bajo Ulloa han manifestado en más de una ocasión su afición al porno y, en algunos casos, su intención de rodar, si las circunstancias lo permiten, una película sicalíptica.

Hace 32 años la situación no era la misma. El porno tenía una corta vida en España dentro de la legalidad, sólo cuatro años, y había sido anatemizado por una ley que inflaba de impuestos indirectos a quienes lo exhibían y lo consumían. En aquellos tiempos, cuando se rodaba en 35 mm. y las películas tenían una factura tan amateur que ni siquiera podían considerarse de serie B, solo los expertos en cine barato se atrevieron a filmar pornos. El principal ejemplo de lo dicho es Jesús Franco, quien pasó del cine erótico de bajo presupuesto al porno cuando la ley española permitió la proyección pública de filmes con sexo explícito.

Pero hay un caso en la historia del cine español mucho más curioso, el de Jaime Chávarri. En 1988, Chávarri ya tenía una acreditada carrera como director de cine convencional, pues había rodado seis películas de diverso pelaje, desde filmes de autor, como ‘A un Dios desconocido’ o ‘El desencanto’, a adaptaciones literarias de éxito, como ‘Bearn o la sala de las muñecas’ y ‘Las bicicletas son para el verano’. Con ese bagaje, Jaime Chávarri tuvo los arrestos suficientes para filmar algo que le apetecía hacer. Buen aficionado al porno clásico, Chávarri aceptó rodar, en unos tiempos en los que el porno español languidecía, una película baratísima, de tema sadomasoquista, en sólo dos días y con una cámara de vídeo. La cinta en cuestión figura en los anales del cine español como una “rara avis” y se titula ‘Regalo de cumpleaños’.

Carátula del VHS de ‘Regalo de cumpleaños’ (Jaime Chávarri, 1988)

‘Regalo de cumpleaños’ cuenta la historia de un matrimonio burgués que, para celebrar el aniversario de la esposa, celebra una sesión de sadomasoquismo en la que ella se somete a los caprichos de su marido. Como réplica, el marido se someterá después a los caprichos de su mujer y de una vecina en una sesión de dolor físico y placer sexual.

José María Ponce, coproductor de la película, supo por el también cineasta Carlos Suárez que Jaime Chávarri estaba dirigiendo un documental para televisión en Barcelona y decidió ponerse en contacto con él. Organizó una cena con Suárez, Chávarri y él mismo y, de ahí, surgió una buena amistad que se materializó en una oferta, medio en serio, medio en broma, para que el director madrileño rodara un porno. Chávarri aceptó escribir el guión, filmarla e incluso firmarla, algo muy poco habitual en la época, cuando en el porno trabajaban profesionales del cine que utilizaban, por regla general, seudónimos para aparecer en los títulos de crédito. Carlos Suárez fue el operador de cámara en la cinta.

La única película de la historia del porno español rodada por un director de prestigio en el cine convencional (si exceptuamos a Jesús Franco) cuenta sólo con tres protagonistas. Los dos principales eran pareja en la vida real, vivían en Girona, trabajaban como funcionarios y era aficionados al porno, lo que provocó un cierto revuelo cuando lo desveló un artículo de El Periódico.

Con los años, Jaime Chávarri nunca se arrepintió de haber hecho esa película, un filme que, por otra parte, no perjudicó después a su brillante carrera en el cine. Solo reniega de ella porque considera que es una película de muy baja calidad, algo, por otra parte, natural, dados los medios con los que trabajó.

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