Música tras los polvos

A finales de la década de los ochenta del siglo pasado, un avispado distribuidor de cine X descubrió que, en ‘Poker partouze’, una de las películas que tenía en su catálogo, aparecía una actriz con un enorme parecido a la cantante de Les Rita Mitsouko, el dúo de pop-rock electrónico que triunfaba por aquella época en Francia. No se equivocaba aquel espabilado distribuidor de porno. La actriz en cuestión era Catherine Ringer quien, entre 1976 y 1981, había participado en una veintena de títulos del incipiente cine X galo. Justo antes de conocer a Fred Chinchin y fundar con él Les Rita Mitsouko.

El caso de Ringer es el más significativo de la extraña conexión que existe entre el porno y la música, pero no el único. Aparentemente distanciados en la actualidad, cuando el porno ha abandonado el concepto de banda sonora para ilustrar sus escenas, el cine X y la música caminaron juntos gracias a la figura de los compositores de las bandas sonoras y a la edición en vinilo de algunas de las músicas originales de las principales cintas del género. Nombres como Alden Shuman, George Sampler o Dino Ninn forman la santísima trinidad de los compositores para películas porno, dada su condición de fetiches de directores clásicos del género, como Gerard Damiano, Jim Buckley o Michael Ninn.

Sin embargo, con la progresiva simplificación de los equipos de producción en las películas X, a partir de mediados de los 80, cuando el vídeo propició la reducción de costes en el porno y, como consecuencia de ello, la desaparición de figuras como el guionista, el director de fotografía o el compositor de bandas sonoras, la relación entre porno y música se articula a partir de nombres propios, profesionales del género que, recorriendo el camino inverso al de Catherine Ringer, probaron fortuna, con mayor o menor éxito, después de haberse dedicado a practicar en sexo delante de una cámara.

Fred Chinchin y Catherine Ringer.

Ese fue el caso de dos de las grandes estrellas del porno francés en la década de los noventa, dos nombres propios de postín que emprendieron caminos musicales cuando abandonaron el fatigoso trabajo sexual que conlleva el porno. La primera fue Zara Whites, la holandesa que, en la primera mitad de aquella década, se erigió en la gran estrella del porno europeo y en habitual de las cintas de Michel Ricaud, Mario Salieri o Andrew Blake. Nada más retirarse, en 1993, Whites grabó dos discos aprovechando el tirón comercial que le proporcionaba el hecho de ser la presentadora de ‘Le journal du hard’, el programa de Canal + consagrado a la información sobre porno. Aunque adquirió cierta fama como presentadora, su faceta musical no siguió por el mismo camino: a causa de un problema con la compañía discográfica, los dos discos jamás vieron la luz. En los estertores del siglo, Zara realizó una segunda intentona para reciclarse en cantante, pero no pasó de protagonizar ‘Divina’, un filme de Mario Salieri en el que la bella holandesa cantaba sus propias canciones y sólo participaba en números lésbicos.

Mejor suerte corrió Draghixa, la actriz francesa de origen serbio que perturbó los sueños de cientos de miles de admiradores gracias a su aspecto virginal y sus tórridas actuaciones en la segunda mitad de la década en películas como ‘El perfume de Mathilde’. Tras su retirada del porno, a comienzos de 1997, Draghixa emprendió una carrera relacionada con la música que la llevaría a aparecer como actriz en diversos videoclips y, sobre todo, a convertirse en DJ en algunos de los clubes de música house más prestigiosos de París y Bruselas.

Ya en el siglo XXI, el goteo de actrices que han traspasado las fronteras del porno para mostrar sus aptitudes musicales ha sido incesante. La colombiana Lupe Fuentes, conocida durante su etapa como pornostar en España como Zuleidy, lidera desde hace algo más de medio año el grupo The Ex-Girlfriends, formado por cinco mujeres que se conocieron en clases de baile y canto en California. El grupo californiano ha lanzado a través de las redes sociales el tema ‘We are the party’, una melodía de pop muy pegadiza, que ha alcanzado los 20 millones de visitas en internet, y prepara ahora su segunda canción, también en ingles, aunque Fuentes ya ha declarado que desea cantar en español para captar al público latino.

También es un grupo, en este caso de rock, Tight. Pero su peculiaridad no es que el cuarteto estadounidense esté formado por estrellas del porno -Monica Mayhem, Tuesday Cross, Alicia Andrews y Layla Labelle-, sino que nació a partir de una broma del locutor radiofónico Howard Stern, quien montó una especie de ‘Operación Triunfo’ X con el fin de realizar un falso documental sobre el mundo del rock. La parodia, como ya ocurrió con la banda surgida del mítico filme ‘This is Spinal Tap’, se ha convertido en realidad y Tight, con el añadido de Kelley Jean para convertirse en quinteto, ya ha dado giras por diversos estados americanos.

Tight.

Más que una broma, la aventura de Caroline Andersen en la música es una cuestión de vocación. Casada con el músico Mortem, fundador del grupo The Yum Yums, Caroline participó en una veintena de películas X durante un año de carrera como actriz antes de fundar Caroline and The Treats, un grupo de rock’n roll noruego nacido hace tres años y que ya visitó España en una gira en la primavera de 2011.

La música fue una de las múltiples facetas profesionales de la performer norteamericana Cosey Fanni Tutti, pionera del porno británico en revistas y películas aficionadas a comienzos de la década de los setenta y cofundadora de la banda Throbbing Gristle. Cosey fue una de las inspiradoras de la carrera musical de otra artista multidisciplinar, la californiana Sasha Grey, quien, aparte de sus incursiones en el cine (‘The Girlfriend Experience’, ‘Open Windows’), la televisión (‘El séquito’) y la literatura (‘Sociedad Juliette’), fundó en 2008 el grupo de música industrial aTelecine. Pero no queda ahín las inquietudes de esta estrella intelectual del porno y otras facetas del arte: Grey ha colaborado con bandas como Current 93, con cantantes como Eminem y ha ejercido como DJ en diversas ciudades de los Estados Unidos y Canadá.

Estrellas del videoclip

A muchas estrellas del porno no les ha hecho falta cantar para relacionarse con el mundo de la música. Han aprovechado su físico para aparecer, en papeles más o menos relevantes, en videoclips de grupos musicales de todas las tendencias. Fue el caso de la norteamericana Jenny Hendrix, que aparecía en el vídeo ‘I’m in the Miami Trick’, del grupo LMFAO, o Phoenix Marie, estrella del clip ‘Lonely Mugz’, del rapero Mugz. Lo mismo se puede decir de Kaylani Lei y Kelly Shibari, quienes compartieron protagonismo en ‘Mein land’, del grupo alemán RAMMSTEIN, de Briana Blair, quien está presente en ‘High Off The Fame’, de Candyman 187, o de Jesse Jane, quien aportó su belleza al videoclip ‘Attraction’, de HourCast. Pero los casos más singulares los protagonizaron tres estrellas legendarias del porno clásico: una septuagenaria Georgina Spelvin es la narradora del vídeo ‘Paradise Circus’, de Massive Attack, una Ginger Lynn convertida en sabrosa MILF que protagoniza la historia del clip ‘Turn the Page’, de Metallica, y un autoparódico Ron Jeremy como estrella del clip ‘Sexy and I Know It’, también del grupo norteamericano LMFAO.

Georgina Spelvin en el videoclip de ‘Paradise Circus’.

El porno español también canta

Aunque el caso más conocido es el de Marco Banderas, quien fue cantante antes de dedicarse profesionalmente al porno y ahora intenta hacerse un hueco en el mundo de la música para volver a sus orígenes, la historia más fascinante de una actriz porno española reconvertida en cantante es la de Avy Lee Roth. Nacida como Purificación Navia en un pueblo de Badajoz, Roth hizo sus primeros pinitos en el mundo del espectáculo como secundaria en el cine con el seudónimo de Candy Love (‘Descongélate’, de Sabroso y Ayaso), líder del grupo Cálmate Candy, con el que llegó a ser telonera de Fangoria, y con una portada en topless en nuestra revista, hace ya diez años. Emigró a los Estados Unidos, donde se convirtió en una de las estrellas del porno más deseadas del circuito americano. Retirada en 2005, su carrera está ahora enfocada hacia la música como productora como colaboradora de su marido, el cantante de Crankshaft Alex Larson.

Pero ha sido en los últimos años cuando se ha reforzado la relación entre el porno español y la música a través de las iniciativas propulsadas por Susy Gala, Lara Tinelli o Aris Dark, quienes grabaron, con más voluntad que medios, sendos videoclips con canciones interpretadas por ellas mismas, la incursión en el mundo del rap de Roberto Chivas, Dinio y Rafa García o la revelación como DJ’s de estrellas masculinas del sexo en activo como Nacho Vidal o Max Cortés.

Publicado en ‘Primera Línea’ en 2014.

Sin sombras de Grey

En junio de 2013, la exactriz porno Sasha Grey estuvo en España para presentar su primera novela, ‘La sociedad Juliette’, que publicó en nuestro país Grijalbo. Grey, dos años después de abandonar el porno, ha desarrollado una interesante carrera multidisciplinar que le ha llevado a participar en una decena de filmes convencionales -entre ellos ‘The Girlfriend Experience’, de Steven Soderbergh, y ‘Open Windows’, de Nacho Vigalondo-, a ser una de las actrices invitadas de la séptima temporada de la serie ‘El séquito’, a liderar su propio grupo de música industrial, llamado aTelecine, a ejercer como DJ en clubes de todo el mundo y a aparecer en vídeos musicales al lado de artistas contrastados como Eminem o The Smashing Pumpkies.

Pero, sobre todo, Sasha Grey ha abierto un camino en la evolución del porno inédito hasta ahora: la conversión de una actriz X en una estrella mediática, más allá de su profesión originaria, y en un símbolo de la cultura pop actual. Antes que ella lo intentaron muchas actrices, de las cuales la más significativa fue Traci Lords, pero la evolución de Lords desde el porno se produjo desde el rechazo a una vida anterior, pues Traci salió del porno por la puerta de atrás, con el escándalo provocado por el descubrimiento de que había actuado en filmes X siendo menor de edad que salpicó a toda la industria norteamericana. El caso de Grey es diametralmente opuesto. La ex actriz nacida en North Highlands (California) en 1988 y criada en Sacramento, nunca ha renegado de su pasado, más bien se siente orgullosa de él por lo que le aportó en sus experiencias personales y lo que la ha servido para iniciar nuevos caminos en su trayectoria profesional.

Sasha Grey y Paco Gisbert, en Madrid, en 2013.

Parte de esas experiencias las ha volcado en ‘La sociedad Juliette’, su primera novela aunque no su primer libro. Hace unos años, cuando todavía trabajaba en la industria del porno, Grey sacó a la luz un volumen con fotografías hechas por ella misma durante los rodajes en los que participaba. Sin embargo, su apuesta por la ficción se beneficia del éxito que ha alcanzado entre el público lector de best sellers la trilogía de E. L. James ’50 sombras de Grey’, una obra que ha hecho descubrir la literatura erótica a los profanos en la materia. Sasha Grey, pese a llevar un apellido amenazado por las sombras, se ha desmarcado del oportunismo del renacimiento del género para componer una novela muy personal, escrita en estilo directo y primera persona, que recuerda vagamente en su estructura los libros de Chuck Palahniuk, aunque con mucha mayor carga sexual.

Y, pese a que ‘La sociedad Juliette’ no sea una novela que pasará a la historia de la literatura, vale la pena leerla por las excelentes descripciones que hace su autora de los encuentros sexuales, abundantes en la obra, narradas con crudeza y meticulosidad con el fin de que puedan leerse con una sola mano. No en vano, Grey reconoce que puede servir a la gente «a conocer nuevas vías en su sexualidad, como sucedía cuando yo hacía porno con mis escenas», pero, sobre todo, porque Sasha Grey, cuando habla de sexo, sabe de lo que está hablando.