La dolce vita

Con “La dolce vita” Mario Salieri regresó al cine épico de grandes películas-río que habían forjado su merecida fama como cineasta de autor a comienos de los 90, en una obra personal y brillante que reúne toda la esencia del mejor cine del director napolitano.

La dolce vita. Italia. 2003.

Actores: Bambola, Katsumi, Rita Faltoyano, La Venere Bianca, Silvia Christian, Michelle Wild, Uma, Alicia Kiss, Gabriella Zaccaro, Michela Torre, Simony Diamond, Romana Jess, Alexandra Blake, Francesco Malcom, Sebastien Barrio, Horst Baron, Steve Holmes, Richard Lengin, Ramón.

Producción: Mario Salieri.

Dirección: Mario Salieri

Aunque Mario Salieri lleva más de veinte años como singular representante del porno de autor europeo, en los comienzos del presente siglo, sus filmes habían tenido el aspecto de ser obras alimenticias, es decir, películas rodadas para la venta rápida y sin demasiadas pretensiones artísticas. Pese a ello, Salieri nunca abandonó su preocupación por hacer un cine de calidad, su obsesión por la perfección técnica y su capacidad para sacar el máximo partido a todas las situaciones.

En 2003, Salieri volvió a ser el gran director que todo el mundo conocía con una película que recuerda a sus grandes epopeyas de la década de los 90. “La dolce vita”, como antes “Adolescencia perversa”, “Toda una vida” o “Concetta Licata”, es un relato épico que transcurre a lo largo de muchos años sobre la evolución de una pequeña población del sur de Italia dominada por el caciquismo y donde el sexo es moneda de cambio para conseguir favores. Rodada durante tres semanas, “La dolce vita” recupera el esquema de película-río que tenían las grandes obras de su director, con un amplísimo elenco de actores y actrices, una ambientación soberbia y una riqueza de localizaciones que la aproximan a una superproducción del cine convencional.

En ella vuelven a aparecer los temas preferidos del maestro napolitano: la traición, el engaño, la utilización del sexo como mecanismo de poder, la inocencia y la tiranía como las dos caras de la misma moneda y la violencia como un elemento subyacente en cada una de las relaciones que unen a sus personajes.

Con esos mimbres, Salieri se mueve como pez en el agua. Y derrocha sabiduría para ofrecer al espectador una película imprescindible para todos aquellos que todavía creen en el cine X como género cinematográfico. Por ello, a nadie extraño que “La dolce vita” se convirtiera en la gran triunfadora de la 11ª edición del Festival de Cine Erótico de Barcelona, donde consiguió las ninfas a la mejor película, el mejor guión, ambos en la persona de Mario Salieri, y el mejor actor, que ganó Francesco Malcom.

BAMBOLA

La rusa Eveline ha triunfado en el mundo del cine X europeo con el seudónimo de Bambola, una palabra italiana que signfica “muñeca”. Pero es que ha sido en Italia donde esta joven de belleza natural ha desarrollado toda su carrera en el porno. Descubierta por Mario Salieri en 2002, cuando Bambola contaba con veinte años, ha trabajado principalmente a las órdenes del realizador napolitano, aunque, desde sus comienzos estuvo ligada a la agencia de modelos de Riccardo Schicchi, el descubridor de Cicciolina, para sus espectáculos eróticos.

Al lado de Salieri, Bambola ha participado en una veintena de filmes, entre ellos “Faust”, “La dolce vita” o la reciente “Salieri Airlines”. Sus trabajos en el porno no se limitan sólo a filmes realizados por su descubridor y mentor, ya que también se la ha podido ver en películas como “El rey de Nápoles”, de Max Bellocchio, o “Las marquesas de Sade”, de Romeo Visconti, donde utilizaba el seudónimo de Slada Fire.

MARIO SALIERI

Nacido en Nápoles el 29 de noviembre de 1957, Mario Altieri descubrió su pasión por el cine de sexo cuando vio la secuencia del avión de la mítica “Emmanuelle”, de Just Jaeckin. Estudió Bellas Artes y, con apenas 24 años, abrió un sex-shop en el que distribuía sus propias películas de corte “amateur”, rodadas en Amsterdam. En 1985 fundó su propia compañía y comenzó a trabajar de manera profesional. Salieri realizó entre 1985 y 1990 una docena de películas de bajo presupuesto en las que, sin embargo, se apreciaba una búsqueda de la perfección técnica, un esmerado cuidado en la puesta en escena y la intención de crear un estilo propio que lo diferenciara del resto de sus contemporáneos. A comienzos de los 90 tuvo las primeras oportunidades de trabajar con presupuestos más holgados. Filmó entonces algunas de sus obras maestras (“Toda una vida”, “Adolescencia perversa”, “Concetta Licata”) aprovechando la extraordinaria cantera de actrices que surgió entonces en Europa. En los últimos años de la década de los 90, Salieri apuesta por un cine más comprometido, que retrata los horrores de la guerra, o por un toque autobiográfico, que le lleva a filmar sus obsesiones. Dicha tendencia, que produce grandes películas pero ninguna obra maestra se rompe con “La dolce vita”, donde recupera el espíritu épico de sus películas más brillantes.

Publicado en Interviu en enero de 2006.